TEXTOS PARA EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO

 

Platón: Libro VII de la República

-Después de eso -proseguí- compara nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación con una experiencia como ésta. Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su ex- tensión, a la luz. En ellas están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza. Más arriba y más lejos se halla la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto, junto al cual imagínate un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos.
-Me lo imagino...

-Imagínate ahora que, del otro lado del tabique , pasan sombras que llevan toda clase de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan.

-Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.

-Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, unos de los otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen frente a sí?

-Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.

-¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro lado del tabique?

-Indudablemente.

-Pues entonces, si dialogaran entre sí, ¿note parece que entenderían estar nombrando a los objetos que pasan y que ellos ven?(1)

-Necesariamente.

-Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y algunos de los que pasan del otro lado del tabique hablara, ¿no piensas que creerían que lo que oyen proviene de la sombra que pasa delante de ellos?

-¡Por Zeus que sí!

-¿Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos artificiales transportados?

-Es de toda necesidad.

-Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su ignorancia, ¿qué pasaría si naturalmente les ocurriese que uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse de repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz y, al hacer todo esto, sufriera y a causa del encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas cuyas sombras había visto antes? ¿Qué piensas que respondería si se le dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y que ahora, en cambio, está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si se le mostrara cada uno de los objetos que pasan del otro lado del tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre lo que son, ¿no piensas que se sentirá en dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran más verdaderas que las que se le muestran ahora?

-Mucho más verdaderas.

-Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas son realmente más claras que las que se le muestran?

-Así es.

-Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes de llegar hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le impedirían ver uno solo de los objetos que ahora decimos que son los verdaderos?

-Por cierto, al menos inmediatamente.

-Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer lugar miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y de los otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol.

-Sin duda.

-Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros lugares que le son extraños, sino contemplarlo cómo es en sí y por sí, en su propio ámbito.

-Necesariamente.

-Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los años y que gobierna todo el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto.

-Es evidente que, después de todo esto, arribaría a tales conclusiones.

-Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus entonces compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que los compadecería?

-Por cierto.

-Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las recompensas para aquel que con mayor agudeza divisara las sombras de los objetos que pasaban detrás del tabique, y para el que mejor se acordase de cuáles habían desfilado habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de ellos que fuese capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría deseoso de todo eso y que envidiaría a los más honrados y poderosos entre aquellos? ¿O más bien no le pasaría como al Aquiles de Homero, y "preferiría ser un labrador que fuera siervo de un hombre pobre” o soportar cualquier otra cosa, antes que volver a su anterior modo de opinar y a aquella vida?

-Así creo también yo, que padecería cualquier cosa antes que soportar aquella vida.

-Piensa ahora esto: si descendiera nuevamente y ocupara su propio asiento, ¿no tendría ofuscados los ojos por las tinieblas, al llegar repentinamente del sol?

-Sin duda.

-Y si tuviera que discriminar de nuevo aquellas sombras, en ardua competencia con aquellos que han conservado en todo momento las cadenas, y viera confusamente hasta que sus ojos se reacomodaran a ese estado y, se acostumbraran en un tiempo nada breve, ¿no se expondría al ridículo y a que se dijera de él que, por haber subido hasta lo alto, se había estropeado los ojos, y que ni siquiera valdría la pena intentar marchar hacia arriba? Y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz, ¿no lo matarían, si pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?

-Seguramente.

-Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que anteriormente ha sido dicho, comparando la región que se manifiesta por medio de la vista con la morada-prisión, y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol; compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en cuanto a lo que estoy esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto es realmente cierto; en todo caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro de lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien. Una vez percibido, ha de concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y productora de la verdad y de la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público.
-Comparto tu pensamiento, en la medida que me es posible.

-Mira también si lo compartes en esto: no hay que asombrarse de que quienes han llegado allí no estén dispuestos a ocuparse de los asuntos humanos, sino que sus almas aspiran a pasar el tiempo arriba; lo cual es natural, si la alegoría descrita es correcta también en esto.

-Muy natural.

-Tampoco seria extraño que alguien que, de contemplar las cosas divinas, pasara a las humanas, se comportase desmañadamente y quedara en ridículo por ver de modo confuso y, no acostumbrado aún en forma suficiente a las tinieblas circundantes, se viera forzado, en los tribunales o en cualquier otra parte, a disputar sobre sombras de justicia o sobre las figurillas de las cuales hay sombras, y a reñir sobre esto del modo en que esto es discutido por quienes jamás han visto la Justicia en sí.

-De ninguna manera sería extraño.

-Pero si alguien tiene sentido común, recuerda que los ojos pueden ver confusamente por dos tipos de perturbaciones: uno al trasladarse de la luz a la tiniebla, y otro de las tiniebla a la luz; y al considerar que esto es lo que le sucede al alma, en lugar de reírse irracionalmente cuando la ve perturbada e incapacitada de mirar algo, habrá de examinar cuál de los dos casos es: si es que al salir de una vida luminosa ve confusamente por falta de hábito, o si, viniendo de una mayor ignorancia hacia lo más luminoso, es obnubilada por el resplandor. Así, en un caso se felicitará de lo que le sucede y de la vida a que accede; mientras en el otro se apiadará, y, si se quiere reír de ella, su risa será menos absurda que si se descarga sobre el alma que desciende desde la luz.

-Lo que dices es razonable.

-Debemos considerar entonces, si esto es verdad, que la educación no es como la proclaman algunos. Afirman que, cuando la ciencia no está en el alma, ellos la ponen, como si se pusiera la vista en ojos ciegos.

-Afirman eso, en efecto.

-Pues bien, el presente argumento indica que en el alma de cada uno hay el poder de aprender y el órgano para ello, y que, así como el ojo no puede volverse hacia la luz y dejar las tinieblas si no gira todo el cuerpo, del mismo modo hay que volverse desde lo que tiene génesis con toda el alma, hasta que llegue a ser capaz de soportar la contemplación de lo que es, y lo más luminoso de lo que es, que es lo que llamamos el Bien. ¿No es así?

-Sí.

-Por consiguiente, la educación sería el arte de volver este órgano del alma del modo más fácil y eficaz en que puede ser vuelto, mas no como si le infundiera la vista, puesto que ya la posee, sino, en caso de que se lo haya girado incorrectamente y no mire adonde debe, posibilitando la corrección.

-Así parece, en efecto.

-Ciertamente, las otras denominadas "excelencias" del alma parecen estar cerca de las del cuerpo, ya que, si no se hallan presentes previamente, pueden después ser implantadas por el hábito y el ejercicio: pero la excelencia del comprender da la impresión de corresponder más bien a algo más divino, que nunca pierde su poder, y que según hacia dónde sea dirigida es útil y provechosa, o bien inútil y perjudicial. ¿O acaso no te has percatado de que esos que son considerados malvados, aunque en realidad son astutos, poseen un alma que mira penetrantemente y ve con agudeza aquellas cosas a las que se dirige, porque no tiene la vista débil sino que está forzada a servir al mal, de modo que, cuanto más agudamente mira, tanto más mal produce?

-¡Claro que sí!

-No obstante, si desde la infancia se trabajara podando en tal naturaleza lo que, con su peso plomífero y su afinidad con lo que tiene génesis y adherido por medio de la glotonería, lujuria y placeres de esa índole, inclina hacia abajo la vista del alma; entonces, desembarazada ésta de ese peso, se volvería hacia lo verdadero, y con este mismo poder en los mismos hombres vería del modo penetrante con que ve las cosas a las cuales está ahora vuelta.

-Es probable.

-¿Y no es también probable, e incluso necesario a partir de lo ya dicho, que ni los hombres sin educación ni experiencia de la verdad puedan gobernar adecuadamente alguna vez el Estado, ni tampoco aquellos a los que se permita pasar todo su tiempo en el estudio, los primeros por no tener a la vista en la vida la única meta(4) a que es necesario apuntar al hacer cuanto se hace privada o públicamente, los segundos por no querer actuar, considerándose como si ya en vida estuviesen residiendo en la Isla de los Bienaventurados?

-Verdad.

-Por cierto que es una tarea de nosotros, los fundadores de este Estado, la de obligar a los hombres de naturaleza mejor dotada a emprender el estudio que hemos dicho antes que era el supremo contemplar el Bien y llevar a cabo aquel ascenso y, tras haber ascendido y contemplado suficientemente, no permitirles lo que ahora se les permite.

-¿A qué te refieres?

-Quedarse allí y no estar dispuesto a descender junto a aquellos prisioneros, ni participar en sus trabajos y recompensas, sean éstas insignificantes o valiosas.

-Pero entonces -dijo Glaucón- ¿seremos injustos con ellos y les haremos vivir mal cuando pueden hacerlo mejor?

-Te olvidas nuevamente, amigo mío, que nuestra ley no tiende a que una sola clase lo pase excepcionalmente bien en el Estado, sino que se las compone para que esto suceda en todo el Estado, armonizándose los ciudadanos por la persuasión o por la fuerza, haciendo que unos a otros se presten los beneficios que cada uno sea capaz de prestar a la comunidad. Porque si se forja a tales hombres en el Estado, no es para permitir que cada uno se vuelva hacia donde le da la gana, sino para utilizarlos para la consolidación del Estado.

-Es verdad; lo había olvidado, en efecto.

-Observa ahora, Glaucón, que no seremos injustos con los filósofos que han surgido entre nosotros, sino que les hablaremos en justicia, al forzarlos a ocuparse y cuidar de los demás. Les diremos, en efecto, que es natural que los que han llegado a ser filósofos en otros Estados no participen en los trabajos de éstos, porque se han criado por sí solos, al margen de la voluntad del régimen político respectivo; y aquel que se ha criado solo y sin deber alimento a nadie, en buena justicia no tiene por qué poner celo en compensar su crianza a nadie. "Pero a vosotros os hemos formado tanto para vosotros mismos como para el resto del Estado, para ser conductores y reyes de los enjambres, os hemos educado mejor y más completamente que a los otros, y más capaces de participar tanto en filosofía como en la política. Cada uno a su turno, por consiguiente, debéis descender hacia la morada común de los demás y habituaros a contemplar las tinieblas; pues, una vez habituados, veréis mil veces mejor las cosas de allí y conoceréis cada una de las imágenes y de qué son imágenes, ya que vosotros habréis visto antes la verdad en lo que concierne a las cosas bellas, justas y buenas. Y así el Estado habitará en la vigilia para nosotros y para vosotros, no en el sueño, como pasa actualmente en la mayoría de los Estados, donde compiten entre sí como entre sombras y disputan en torno al gobierno, como si fuera algo de gran valor. Pero lo cierto es que el Estado en el que menos anhelan gobernar quienes han de hacerlo es forzosamente el mejor y el más alejado de disensiones, y lo contrario cabe decir del que tenga los gobernantes contrarios a esto".

-Es muy cierto.

-¿Y piensas que los que hemos formado, al oír esto, se negarán y no estarán dispuestos a compartir los trabajos del Estado, cada uno en su turno, quedándose a residir la mayor parte del tiempo unos con otros en el ámbito de lo puro?

-Imposible, pues estamos ordenando a los justos cosas justas. Pero además cada uno ha de gobernar por una imposición, al revés de lo que sucede a los que gobiernan ahora en cada Estado.

-Así es, amigo mío: Si has hallado para los que van a gobernar un modo de vida mejor que el gobernar, podrás contar con un Estado bien gobernado; pues sólo en él gobiernan los que son realmente ricos, no en oro, sino en la riqueza que hace la felicidad: una vida virtuosa y sabia. No, en cambio, donde los pordioseros y necesitados de bienes privados marchan sobre los asuntos públicos, convencidos de que allí han de apoderarse del bien; pues cuando el gobierno se convierte en objeto de disputas, semejante guerra doméstica e intestina acaba con ellos y con el resto del Estado.

-No hay cosa más cierta.

-¿Y sabes acaso de algún otro modo de vida, que el de la verdadera filosofía, que lleve a despreciar el mando político?

-No, por Zeus.

-Es necesario entonces que no tenga acceso al gobierno los que están enamorados de éste; si no, habrá adversario que los combata.

-Sin duda.

-En tal caso, ¿impondrás la vigilancia del Estado a otros que a quienes, además de ser los más inteligentes en lo que concierne al gobierno del Estado, prefieren otros honores y un modo de vida mejor que el del gobernante del Estado?

-No, a ningún otro.

 

Jorge Luís Borges: Funes el memorioso 

[…] Nosotros, de un vistazo, percibimos tres copas en una mesa; Funes, todos los vástagos y racimos y frutos que comprende una parra. Sabía las formas de las nubes australes del amanecer del 30 de abril de 1882 y podía compararlas en el recuerdo con las vetas de un libro en pasta española que sólo había mirado una vez y con las líneas de la espuma que un remo levantó en el Río Negro la víspera de la acción del Quebracho. Esos recuerdos no eran simples; cada imagen visual estaba ligada a sensaciones musculares, térmicas, etcétera. Podía reconstruir todos los sueños, todos los entre sueños.[…]

[…] Cada palabra tenía un signo particular, una especie de marca; las últimas eran muy complicadas... Yo traté de explicarle que esa rapsodia de voces inconexas era precisamente lo contrario de un sistema de numeración. Le dije que decir 365 era decir tres centenas, seis decenas, cinco unidades: análisis que no existe en los "números" El Negro Timoteo o manta de carne. Funes no me entendió o no quiso entenderme. Locke, en el siglo xvii, postuló (y reprobó) un idioma imposible en el que cada cosa individual, cada piedra, cada pájaro y cada rama tuviera un nombre propio; Funes proyectó alguna vez un idioma análogo, pero lo desechó por parecerle demasiado general, demasiado ambiguo. En efecto, Funes no sólo recordaba cada hoja de cada árbol de cada monte, sino cada una de las veces que la había percibido o imaginado. Resolvió reducir cada una de sus jornadas pretéritas a unos setenta mil recuerdos, que definiría luego por cifras. Lo disuadieron dos consideraciones: la conciencia de que la tarea era interminable, la conciencia de que era inútil. Pensó que en la hora de la muerte no habría acabado aún de clasificar todos los recuerdos de la niñez.[…]

[…]Éste, no lo olvidemos, era casi incapaz de ideas generales, platónicas. No sólo le costaba comprender que el símbolo genérico perro abarcara tantos individuos dispares de diversos tamaños y diversa forma; le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente).[…]

 

[…] Había aprendido sin esfuerzo el inglés, el francés, el portugués, el latín. Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos. La recelosa claridad de la madrugada entró por el patio de tierra.[…]

[…]Entonces vi la cara de la voz que toda la noche había hablado. Ireneo tenía diecinueve años; había nacido en 1868; me pareció monumental como el bronce, más antiguo que Egipto, anterior a las profecías y a las pirámides. Pensé que cada una de mis palabras (que cada uno de mis gestos) perduraría en su implacable memoria; me entorpeció el temor de multiplicar ademanes inútiles.[…]

 

 

Sexto Empírico: Bosquejos pirrónicos (selección I), el escepticismo

I, 1. Los que buscan algo, probablemente llegan a descubrirlo, o declaran que no pueden descubrirlo y que es incomprensible, o continúan buscándolo. Por ello en las investigaciones filosóficas unos han pretendido haber hallado la verdad, otros han declarado que no es posible alcanzarla, y otros la buscan aún. Los llamados propiamente dogmáticos parecen haberla hallado, por ejemplo, Aristóteles, Epicuro, los estoicos y otros; los que han probado que es imposible alcanzarla son Clitómaco, Carneades y otros académicos; los que aún buscan son los escépticos. Por ello parece que hay tres filosofías principales: el dogmatismo, la academia y el escepticismo. Convendrá a otros tratar de las dos primeras. Por nuestra parte, trazaremos un esbozo de la orientación escéptica, después de advertir que sobre ninguno de los puntos que tratamos tenemos la seguridad de que sea enteramente como lo afirmamos, sino que informamos históricamente sobre cada cuestión tal como nos parece por el momento.


I, 3. La orientación escéptica se llama zetética por su preocupación por buscar y examinar; eféctica por la disposición del escéptico después de la búsqueda; aporética, o porque duda de todo y lo investiga todo, como dicen algunos, o porque queda en suspenso entre la afirmación y la negación; pirrónica, porque nos parece que Pirrón se entregó al escepticismo de un modo más completo y manifiesto que sus predecesores.

I, 4. El escepticismo es la facultad de oponer de todas las maneras posibles los fenómenos y los noúmenos; y de ahí llegamos, por el equilibrio de las cosas y de las razones opuestas (isostenía), primero a la suspensión del juicio (epokhé) y después a la indiferencia (ataraxia).


I, 10. Los que pretenden que los escépticos niegan los fenómenos me parece que no oyen lo que decimos. No negamos las impresiones que recibe pasivamente la representación y que nos conducen involuntariamente al asentimiento, es decir, los fenómenos. Siempre que buscamos si el objeto es tal como nos aparece, concedemos que aparece. No ponemos en duda el fenómeno, sino lo que se dice del fenómeno: y esto es diferente del fenómeno mismo. Así la miel nos parece dulce; lo admitimos, porque tenemos la sensación de dulzor. Investigamos si la miel es dulce por esencia, porque esto no es un fenómeno, sino un juicio sobre el fenómeno. Si proponemos argumentos contra los fenómenos, los exponemos sin querer negar los fenómenos, para mostrar la precipitación de juicio de los dogmáticos. Pues si la razón es tan engañosa que casi sustrae a nuestros ojos los fenómenos, ¿cómo no la consideraremos sospechosa respecto de lo que es obscuro, si no queremos precipitarnos al seguirla?


I, 19. Empleamos unas veces la expresión "no más", y otras "nada más". Algunos escépticos, en lugar de decir "no más", dicen evocando la causa, "¿por qué esto más que aquello?", ya que es habitual usar preguntas en vez de proposiciones, así: "¿Cuál de los mortales no conoce a la esposa de Zeus?", y usar proposiciones en lugar de preguntas, así: "Me pregunto por qué hay que admirar a un poeta." La expresión "no más esto que aquello" señala la disposición en que estamos, según la que, por la fuerza igual de las razones opuestas, nos vemos llevados a una actitud de equilibrio. Entendemos por fuerza igual la que existe para nosotros en lo que nos parece probable; por razones opuestas, las que están en pugna entre sí, y por equilibrio, la negación a dar un asentimiento en un sentido o en el otro. Aunque la expresión "nada más" señala una afirmación o una negación, no la empleamos así, sino indiferentemente, en un sentido abusivo, en vez de una interrogación, o en vez de decir: "No sé a qué dar y a qué no dar el asentimiento." Nos proponemos mostrar lo que nos parece. Poco importa la expresión que sirve para mostrarlo. Es necesario saber también que empleamos la expresión "no más" sin afirmar absolutamente la verdad o la certeza de la cosa, sino que decimos lo que nos parece.


1, 28. Respecto a todas las expresiones de los escépticos, es preciso saber que no aseguramos que sean verdaderas, ya que afirmamos por el contrario que pueden destruirse a sí mismas, puesto que están comprendidas entre las cosas a cuyo respecto se emplean, igual que los purgantes no sólo expulsan los humores corporales, sino que se ven arrastrados con ellos. Decimos que nos servimos de ellas indiferentemente, o si se quiere impropiamente, aunque no nos den a conocer propiamente las cosas respecto de las que las empleamos. Al escéptico no le conviene discutir sobre las palabras, y en particular nos resulta ventajoso que estas palabras no tengan una significación propia, sino relativo a alguna cosa. a saber, al escéptico. Además, debemos recordar que no las usamos para todas las cosas en general, sino para lo que está obscuro y para las cuestiones dogmáticas, y que decimos lo que nos parece, sin afirmar nada de la naturaleza de los objetos. Así creo poder destruir cualquier sofisma que se haga contra el vocabulario escéptico.

 

(Tomados del libro "Esbozos pirrónicos" de Sexto Empírico.

El escepticismo es la capacidad de establecer antítesis en los fenómenos y en las consideraciones teóricas, según cualquiera de los tropos, gracias a la cual nos encaminamos, primero hacia la suspensión del juicio y después hacia la ataraxia.

La suspensión del juicio es ese equilibrio de la mente por el que ni rechazamos ni ponemos nada. Y la ataraxía es bienestar y serenidad de espíritu.

El fundamento de la construcción escéptica es ante todo que a cada proposición se le opone otra proposición de igual validez.

Desde ahora decimos que el fin del escepticismo es la serenidad de espíritu en las cosas que dependen de la opinión de uno y el control del sufrimiento en las que se padecen por necesidad.

El escepticismo recibe también el nombre de pirronismo por parecernos que Pirrón se acercó al escepticismo de forma más tangible y expresa que sus predecesores.

Se considera que los sistemas filosóficos son, en líneas generales, tres: dogmático, académico y escéptico.

El que dogmatiza establece como real el asunto sobre el que se dice que dogmatiza, mientras que el escéptico no establece sus expresiones como si fueran totalmente reales.

 

De Diónenes Laercio sobre Pirrón (Del libro de Diógenes Laercio)

Decía (Pirrón) que no hay cosa alguna honesta ni torpe, justa o injusta. Y también que nada hay realmente cierto, sino que los hombres hacen todas las cosas por ley o por costumbre. Su vida era consiguiente a esto, no rehusando nada, ni nada abrazando.

Tenía fama de que todo le resultaba indiferente y sin afección y decía que conviene al sabio permanecer en tal sosiego.

Tuvo muchos seguidores que fueron llamados pirrónicos en honor a su nombre. Enseñaban que a toda razón se le opone otra semejante. Que las cosas no son tales como aparecen, sino que solo parecen. Niegan también estos filósofos toda demostración, criterio, signo, causa, movimiento, disciplina, generación, y que haya cosa alguna buena y mala por naturaleza.

De Diógenes Laercio sobre Timón (Del libro de Diógenes Laercio)

Timón era elocuentísimo, pero no teniendo de que mantenerse se dedicó a la oratoria por varias ciudades hasta que llegó a Atenas. Escribió y vivió mucho, pues murió a los 90 años. Era indiferente de las cosas, y su serenidad llegaba a tal punto de no hacer caso aún de lo más importante.

Timón no tuvo sucesor en la secta, y quedó abandonada hasta que la restauró Tolomeo de Cirene.

De Diógenes Laercio sobre los escépticos (Del libro de Diógenes Laercio)

Todos estos se llamaron Pirrónicos, por el nombre del maestro, y por el dogma Aporéticos, Escépticos, Efécticos y Zetéticos. La filosofía Zetética se llamó así, porque siempre la busca y nuca la halla. La Eféctica, porque después de haber buscado queda sin deliberación alguna. Y la aporética, porque sus secuaces lo dudan todo. Los escépticos, pues, procuran aniquilar todos los dogmas de las demás sectas, y no definir ellos dogmáticamente cosa alguna.

 

DESCARTES Discurso del Método

A."No hay en ella (en la filosofía escolástica) cosa alguna que no sea objeto de disputa y que, por tanto, no sea dudosa. [...] En cuanto a las demás ciencias, como toman sus principios de la filosofía, juzgaba yo que no se podía edificar nada sólido sobre cimientos tan poco firmes [...] me embargaban tantas dudas y errores que, procurando instruirme, no había conseguido más provecho que el reconocer más y más mi ignorancia [...] abandoné completamente el estudio de las letras y, resuelto a no buscar otra ciencia que la que pudiera hallar en mí mismo, o bien en el gran libro del mundo, empleé el resto de mi juventud en viajar, en ver cortes y ejércitos, en tratar gente de diversos humores y condiciones, en recoger varias experiencias, en ponerme a mí mismo a prueba"

B. "Los edificios que ha emprendido y acabado un solo arquitecto suelen ser más bellos que aquellos otros que varios han tratado de restaurar, sirviéndose de antiguos muros construidos para otros fines. [...] Mis designios no han sido nunca otros que tratar de reformar mis propios pensamientos y edificar sobre un terreno que fuera enteramente mío"

 

C. “Hacía tiempo que había advertido que, en relación con las costumbres, es necesario en ocasiones seguir opiniones muy inciertas tal como si fuesen indudables, según he advertido anteriormente. Pero puesto que deseaba entregarme solamente a la búsqueda de la verdad, opinaba que era preciso que hiciese todo lo contrario y que rechazase como absolutamente falso todo aquello en lo que pudiese imaginar la menor duda, con el fin de comprobar si, después de hacer esto, no quedaría algo en mi creencia que fuese enteramente indudable. Así pues, considerando que nuestros sentidos en algunas ocasiones nos inducen a errores, decidí suponer que no existía cosa alguna que fuese tal como nos la hacen imaginar. Y puesto que existen hombres que se equivocan al razonar en cuestiones relacionadas con las más sencillas materias de la geometría y que incurren en paralogismos, juzgando que yo, como cualquier otro, estaba sujeto a error, rechazaba como falsas todas las razones que hasta entonces había admitido como demostraciones.

Y, finalmente, considerando que hasta los pensamientos que tenemos cuando estamos despiertos pueden asaltamos cuando estamos dormidos, sin que ninguno en tal estado sea verdadero, me resolví a fingir que todas las cosas que hasta entonces habían alcanzado mi espíritu no eran más verdaderas que las ilusiones de mis sueños. Pero, inmediatamente después, advertí que, mientras que deseaba pensar de este modo que todo era falso, era absolutamente necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa. Y dándome cuenta de que esta verdad: pienso, luego soy, era tan firme y segura que todas las más extravagantes suposiciones de los escépticos no eran capaces de hacerla tambalear, juzgué que podía admitirla sin escrúpulo como el primer principio de la filosofía que yo indagaba.

Posteriormente, examinando con atención lo que yo era, y viendo que podía fingir que carecía de cuerpo así como que no había mundo o lugar alguno en el que me encontrase, pero que, por ello, no podía fingir que yo no era, sino que por el contrario, sólo a partir de que pensaba dudar acerca de la verdad de las otras cosas, se seguía muy evidente y ciertamente que yo era, mientras que, con sólo que hubiese cesado de pensar, aunque el resto de lo que había imaginado hubiese sido verdadero, no tenía razón alguna para creer que yo hubiese sido, llegué a conocer a partir de todo ello que era una sustancia cuya esencia o naturaleza no reside sino en pensar y que tal sustancia, para existir, no tiene necesidad de lugar alguno ni depende de cosa alguna material de suerte que este yo, es decir, el alma, en virtud de la cual yo soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo, más fácil de conocer que éste y, aunque el cuerpo no fuese, no dejaría de ser todo lo que es.

D. "Y puesto que Dios no es engañador, me ha dado una grandísima inclinación a creer que aquellas- las ideas sensibles- me son transmitidas por objetos corpóreos; no se cómo se lo podría defender de la acusación de engaño si aquellas ideas fueren producidas por causas que no fuesen objetos corpóreas” [Descartes . Idem]

 

LOCKE: Ensayo sobre el entendimiento humano

A. "Estando reunidos en mi despacho cinco o seis amigos discutiendo un tema bastante lejano a éste [probablemente, de metafísica], pronto nos vimos en un punto muerto por las dificultades que, de todos lados, aparecían. Después de devanarnos los sesos durante un rato sin lograr aproximarnos a la solución de las dudas que nos tenían sumidos en la perplejidad, se me ocurrió que habíamos errado el camino, y que antes de meternos en discusiones de esta índole era necesario examinar nuestras actitudes y ver qué objetos están a nuestro alcance o más allá de nuestro entendimiento. Así lo propuse a la reunión, y como todos estuviesen de acuerdo, convinimos que ese debería ser el objeto de nuestra investigación"

B. “Estas especulaciones, por muy curiosas o entretenidas que sean, las dejaré a un lado como ajenas a los designios que ahora tengo. Bastará para mi actual propósito considerar la facultad de discernimiento del hombre según se emplea respecto a los objetos de que se ocupa, y creo que no habré malgastado mi empeño en lo que se me ocurra referente a este propósito, si mediante este sencillo método histórico logro dar alguna razón de la forma en que nuestro entendimiento alcanza esas nociones que tenemos de las cosas, y si puedo establecer algunas reglas de certidumbre de nuestro conocimiento o mostrar los fundamentos de esas persuasiones que se encuentran entre los hombres”

C.Todas las ideas vienen de la sensación o de la reflexión. Supongamos, pues, que la mente es, como decimos, un papel en blanco, desprovisto de cualquier signo, sin ninguna idea; ¿cómo llega a estar provista de ellas? ¿De dónde obtiene aquel vasto almacén que la activa e ¡limitada imaginación del hombre ha pintado en ella con una variedad casi infinita? ¿De dónde tiene todos los materiales de la razón y del conocimiento? A eso respondo con una palabra: de la experiencia. En ella se funda todo nuestro conocimiento, yde ella deriva en último término. Nuestra observación -ocupada bien en objetos sensibles externos, bien en operaciones internas de nuestra mente, percibidas y reflexionadas por nosotros mismos- es la que abastece nuestros entendimientos con todos los materiales del pensamiento. Estas dos son las fuentes del conocimiento, de donde dimanan todas las ideas que tenemos o que podemos tener naturalmente. (..)

Digo que estas dos cosas -a saber, las cosas externas materiales, como objetos de la sensación, y las operaciones interiores de nuestras propias mentes, como objetos de la reflexión-, son para mí los únicos originales donde todas nuestras ideas hallan su comienzo. Aquí uso el término «operaciones» en un sentido amplio, de modo que engloba no simplemente las acciones de la mente acerca de sus ideas, sino también cierto tipo de pasiones que surgen, a veces, a partir de ellas, tal como ocurre con la satisfacción o incomodidad que surge de cualquier pensamiento.

Todas nuestras ideas pertenecen a una u otra de ellas. Me parece que el entendimiento no tiene ni el más mínimo indicio de ninguna idea que no reciba de una de estas dos. Los objetos externos suministran a la mente las ideas de las cualidades sensíbles, que son todas aquellas percepciones diversas que ellos producen en nosotros; y la rnente suministra al entendimiento las ideas de sus propias operaciones.

Cuando hayamos hecho una revisión completa de ellas, hallaremos que éstas y sus respectivos modos, combinaciones yrelaciones, contienen nuestro entero almacén de ideasy; que no tenemos nada en nuestras mentes que no haya venido por uno de estos dos caminos. [Locke. Idem]

D. “Considerado este asunto en su totalidad, no veo fundamento para poder pensar que esos dos célebres principios sean innatos, puesto que no son asentidos de manera universal; puesto que el asentimiento que se les otorga tan generalmente no es sino el mismo que reciben otras proposiciones que no se consideran innatas y porque dicho asentimiento se produce de otro modo y no por causa de una inscripción natural, como no vacilaré en demostrar claramente en lo que sigue a continuación. Y si descubrimos que esos primeros principios del conocimiento y de la ciencia no son innatos, supongo que no habrá ningún otro principio especulativo que pueda aducirse la misma pretensión con mayor derecho” (Ensayo, I, I, 28)

HUME: Investigaciones sobre el entendimiento humano.

A. “En cambio, todas las impresiones, es decir, toda sensación -bien externa bien interna-, es fuerte y vivaz: los límites entre ellas se determinan con mayor precisión, y tampoco es fácil caer en error o equivocación con respecto a ellas. Por tanto, si albergamos la sospecha de que un término filosófico se emplea sin significado o idea alguna, como ocurre con demasiada frecuencia, no tenemos más que preguntarnos de qué impresión se deriva esta supuesta idea, y si es imposible asignarle una; esto serviría para confirmar nuestra sospecha.”  

B. "La mente es una especie de teatro en el que distintas percepciones se presentan en forma sucesiva; pasan, vuelven a pasar, se desvanecen y mezclan en una variedad infinita de posturas y situaciones, No existe en ella con propiedad ni simplicidad en un tiempo, ni identidad a lo largo de momentos diferentes, sea cual sea la inclinación natural que nos lleve a imaginar esa simplicidad e identidad. La comparación del teatro no debe confundirnos: son solamente las percepciones las que constituyen la mente de modo que no tenemos ni la noción más remota del lugar en que se representan esas escenas, ni tampoco de los materiales de que están compuestas”.(HUME. Tratado de la naturaleza humana. Libro primero. Parte Cuarta. Sección VI, 253).

 

C. “Así, en resumen, parece que cada clase de opinión o juicio que no llegue al grado de conocimiento se deriva íntegramente de la fuerza y la vivacidad de la percepción, y que estas cualidades constituyen en la mente lo que llamamos CREENCIA en la existencia de un objeto. Esta fuerza y vivacidad es más evidente en la memoria, y es por ello por lo que nuestra confianza en la veracidad de esa facultad es la mayor imaginable, igualando en muchos aspectos a la certeza de una demostración. El grado siguiente de estas cualidades es el derivado de la relación de causa y efecto, y es también muy grande, especialmente cuando se ve por experiencia que la conjunción es perfectamente constante, así como cuando el objeto presente es exactamente semejante a otros de los que hemos tenido experiencia. Pero por debajo de este grado de evidencia hay muchos otros que tienen influencia sobre las pasiones y la imaginación, proporcionada al grado de fuerza y vivacidad que comunican a las ideas. Por medio del hábito es como realizamos la transición de causa a efecto; y es de alguna impresión presente de donde tomamos esa vivacidad que difundimos por la idea correlativa. Pero cuando no hemos tenido en cuenta un número de casos suficiente para producir un hábito fuerte, o cuando esos casos se oponen mutuamente, cuando la semejanza no exacta o la impresión presente es débil y oscura, la experiencia se ha borrado en alguna medida de la memoria, la conexión depende de una larga cadena de objetos, o la inferencia se deriva de reglas generales pero no resulta conforme a ellas: en todos estos casos disminuye la evidencia, en virtud de la disminución de la fuerza e intensidad de la idea. Esta es, pues, la naturaleza del juicio y la probabilidad”.
(HUME. Tratado de la naturaleza humana. Libro primero. Parte Tercera. Sección XIII, 153-154).

D. “Todas las percepciones de la mente humana se reducen a dos clases distintas, que denominaré IMPRESIONES e IDEAS. La diferencia entre ambas consiste en los grados de fuerza y vivacidad con que inciden sobre la mente y se abren camino en nuestro pensamiento o conciencia. A las percepciones que entran con mayor fuerza y violencia las podemos denominar impresiones; e incluso bajo este nombre todas nuestras sensaciones, pasiones y emociones tal como hacen su primera aparición en el alma. Por ideas entiendo las imágenes débiles de las impresiones, cuando pensamos y razonamos”.(HUME. Tratado de la naturaleza humana. Libro primero. Parte Primera. Sección I, 1).

E. “Si procediéramos a revisar las bibliotecas convencidos de estos principios, ¡qué estragos no haríamos! Si cogemos cualquier volumen de Teología o metafísica escolástica, por ejemplo, preguntemos: ¿Contiene algún razonamiento abstracto sobre la cantidad y el número? No. ¿Contiene algún razonamiento experimental acerca de cuestiones de hecho o existencia? No. Tírese entonces a las llamas, pues no puede contener más que sofistería e ilusión.” (Hume, Investigación sobre el conocimiento humano)

 

CONDORCET

 

G. "En fin, la especie humana debe mejorarse, sea por los nuevos descubrimientos en las ciencias y en las artes y por una consecuencia necesaria en los medios de bienestar particular y de prosperidad común, sea por los progresos en los principios de conducta y en la moral práctica, sea, en fin, por el perfeccionamiento real de las facultades intelectuales, morales y físicas [...] Llegará entonces el momento en que el Sol no iluminará sobre la tierra sino sobre hombres libres, que no reconozcan otro dueño que su razón; en que los tiranos y los sacerdotes y sus estúpidos e hipócritas instrumentos no existirán más que en la Historia o en el teatro; en que no ocuparán su atención sino para compadecer a sus víctimas y a aquellos a quienes engañaron" ( Condorcet, cuadro histórico del progreso humano, décima época)

 

KANT

A. "No hay duda alguna de que todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia. Pues ¿cómo podría ser despertada a actuar la facultad de conocer sino mediante objetos que afectan a nuestros sentidos y que ora producen por sí mismos representaciones, ora ponen en movimiento la capacidad del entendimiento para comparar estas representaciones, para enlazarlas o separarlas y para elaborar de este modo la materia bruta de las impresiones sensibles con vistas a un conocimiento de los objetos denominado experiencia?Por consiguiente, en el orden temporal, ningún conocimiento precede a la experiencia, y todo conocimiento comienza por ella.

 

B. "Pero aunque todo nuestro conocimiento empiece por la experiencia, no por eso procede todo él de la experiencia. En efecto, podría ocurrir que nuestro conocimiento empírico fuera una composición de lo que recibimos mediante las impresiones, y de lo que nuestra facultad de conocer produce (simplemente motivada por las impresiones) a partir de sí misma. En tal caso no distinguiríamos esta adición, respecto a dicha materia fundamental, hasta que un prolongado ejercicio no nos hubiera ayudado a fijarnos en ella y no nos hubiera adiestrado para separarla”[...] [ Kant: Crítica de la razón pura]

 

C. “ Pensar un objeto y conocer un objeto no son exactamente la misma cosa. En efecto, el conocimiento supone dos elementos. Primero, el concepto por el cual es pensado un objeto en general (la categoría); segundo, la intuición por medio de la cual dicho objeto es dado” [Idem]

 

JONATHAN SWIIFT: Los viajes de Gulliver, III, 5.

“El otro proyecto era un plan para abolir por completo todas las palabras, cualesquiera que fuesen; y se defendía como una gran ventaja, tanto respecto de la salud como de la brevedad. Es evidente que cada palabra que hablamos supone, en cierto grado, una disminución de nuestros pulmones por corrosión, y, por lo tanto, contribuye a acortarnos la vida; en consecuencia, se ideó que, siendo las palabras simplemente los nombres de las cosas, sería más conveniente que cada persona llevase consigo todas aquellas cosas de que fuese necesario hablar en el asunto especial sobre que había de discurrir. Y este invento se hubiese implantado, ciertamente, con gran comodidad y ahorro de salud para los individuos, de no haber las mujeres, en consorcio con el vulgo y los ignorantes, amenazado con alzarse en rebelión si no se les dejaba en libertad de hablar con la lengua, al modo de sus antepasados; que a tales extremos llegó siempre el vulgo en su enemiga por la ciencia. Sin embargo, muchos de los más sabios y eruditos se adhirieron al nuevo método de expresarse por medio de cosas: lo que presenta como único inconveniente el de que cuando un hombre se ocupa en grandes y diversos asuntos se ve obligado, en proporción, a llevar a espaldas un gran talego de cosas, a menos que pueda pagar uno o dos robustos criados que le asistan. Yo he visto muchas veces a dos de estos sabios, casi abrumados por el peso de sus fardos, como van nuestros buhoneros, encontrarse en la calle, echar la carga a tierra, abrir los talegos y conversar durante una hora; y luego, meter los utensilios, ayudarse mutuamente a reasumir la carga y despedirse”.

 

MARX: Tesis sobre Feuerbach

“El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica es un pensamiento puramente escolástico” [Marx: ]

 

 

NIETZSCHE. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Parte primera).

A. "¿Qué es pues la verdad? Una legión de metáforas y de antropomorfismos en movimiento; en definitiva una suma de relaciones humanas que han sido elevadas, trasladadas y adornadas con los medios de la poesía y la retórica y que, luego de un largo uso, le parecen a un pueblo firmemente canónicas y obligatorias. Las verdades son ilusiones que se han olvidado que son tales.(...) ¿De dónde proviene el afán de verdad? (...) Del compromiso a mentir de acuerdo con una convención establecida; a mentir en rebaño según un estilo obligatorio para todos. Eso sí, el hombre olvida, desde luego que es esto lo que ocurre. Miente, pues, tal como digo, inconscientemente y por hábito centenario. Y precisamente gracias a esta inconsistencia, gracias a este olvido, es como llega al sentimiento de la verdad".

 

B.. Nietzsche: El crepúsculo de los ídolos

“-¡Y qué sutiles instrumentos de observación tenemos en nuestros sentidos! Esa nariz, por ejemplo, de la que ningún filósofo ha hablado todavía con veneración y gratitud, es hasta este momento incluso el más delicado de los instrumentos que están a nuestra disposición: es capaz de registrar incluso diferencias mínimas de movimiento que ni siquiera el espectroscopio registra. Hoy nosotros poseemos ciencia exactamente en la medida en que nos hemos decidido a aceptar el testimonio de los sentidos, -en que hemos aprendido a seguir aguzándolos, armándolos, pensándolos hasta el final. El resto es un aborto y todavía-no-ciencia: quiero decir metafísica, teología, psicología, teoría del conocimiento. O ciencia formal, teoría de los signos: como la lógica, y esa lógica aplicada, la matemática. En ellas la realidad no llega a aparecer, ni siquiera como problema; y tampoco como la cuestión de qué valor tiene en general ese convencionalismo de signos que es la lógica”

 

http://ciencia.msfc.nasa.gov/headlines/y2001/ast23feb_2.htm

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El Gran Engaño

del Aterrizaje en la Luna

Las rocas lunares y el sentido común demuestran que los astronautas del Apolo realmente visitaron la Luna.

 

23 de febrero, 2001 -- La semana pasada timbró el teléfono. Era mi madre... y estaba molesta.

"¡Tony!" exclamó, "Acabo de regresar del café del pueblo y un hombre [adjetivo omitido] dijo que la NASA nunca aterrizó en la Luna. Todo el mundo hablaba de eso....¡No supe qué decir"!

Me costó mucho tragarme esto último. Mi mamá siempre sabe qué decir.

Pero la polémica que ronda en el café de su pueblo y en lugares similares a lo largo y ancho del país es todavía más increíble. Después de una larga ausencia, el "engaño del aterrizaje en la luna" ha regresado.

Arriba: El astronauta Buzz Aldrin en la superficie de la Luna en 1969. [más información]

Todos los rumores sobre el aterrizaje en la Luna se desataron el 15 de febrero, cuando el canal Fox de televisión transmitió un programa llamado Teoría de la conspiración: ¿Aterrizamos en la Luna? Los invitados al programa sostenían que la tecnología de la NASA en los sesentas no estaba lo suficientemente desarrollada como para realizar un alunizaje. Por el contrario, ansiosa por ganar la carrera del espacio de cualquier manera, la NASA montó en el programa Apolo estudios de cine. Las históricas pisadas de Neil Armstrong en otro mundo, los animados paseos en coche lunar, hasta el golpe de golf de Al Shepard sobre Fra Mauro-- ¡eran mentira!

Afortunadamente, los soviéticos no pensaron en la farsa primero. Podrían haber filmando falsos alunizajes y realmente haber desconcertado al resto del mundo.

Programas como Teoría de la conspiración deben mirarse con la misma ironía con que se presentan. Desgraciadamente, había suficiente seriedad en el programa de Fox como para preguntarse si los productores del programa no habrían caído en su propia trampa.

Según el programa, la NASA era una mala productora de películas hace treinta años. Por ejemplo, las autoridades en Teoría de la conspiración señalaron una supuesta discrepancia en las imágenes del Apolo: las fotografías de los astronautas transmitidas desde la Luna no incluyen a las estrellas en el oscuro cielo lunar --¡un obvio error de producción! ¿Qué pasó? ¿ Se olvidaron los cineastas de la NASA de prender las constelaciones?

La mayoría de los fotógrafos saben la respuesta: capturar algo muy brillante y algo muy pálido a la vez es muy difícil --las emulsiones típicas no tienen suficiente "rango dinámico". Los astronautas saltando en el brillante suelo lunar con sus trajes espaciales iluminados por el Sol, literalmente, deslumbraban. Ajustar la cámara a la exposición apropiada para capturar un deslumbrante traje espacial hace que las estrellas en el fondo sean demasiado débiles para verse.

He aquí otro fallo: en las fotografías de los astronautas del Apolo plantando una bandera estadounidense en la Luna se ve la bandera doblándose y ondeando. ¿Cómo puede ser? Después de todo, no hay brisa en la Luna...

see captionsNo todas las banderas ondeantes necesitan viento -- al menos, no en el espacio. Al plantar la bandera, los astronautas la giraban para penetrar mejor el suelo lunar (cualquier persona que haya plantado una tienda de campaña sabe como funciona esto). ¡Por eso ondeaba la bandera! Desplegar un pedazo de tela con gran ímpetu terminará probablemente en ondas y dobleces -- ¡sin necesidad de brisa!

Izquierda: Neil Armstrong y Buzz Aldrin despliegan una bandera estadounidense en la Luna en 1969. [más]

El documental de la Fox continuó con muchos otros puntos engañosos. Usted puede encontrar refutaciones detalladas de cada uno de ellos en las páginas de internet BadAstronomy.com y Moon Hoax. (Estos son sitios independientes, que no cuentan con el patrocinio de la NASA.)

Sin embargo, el sentido común es suficiente para rebatir las alegaciones del "Engaño sobre el aterrizaje en la Luna". La evidencia de que el programa Apolo realmente ocurrió es apremiante: una docena de astronautas (cargados de cámaras) caminó sobre la Luna entre 1969 y 1973. Nueve de ellos están vivos y pueden testificar sobre su experiencia. Tampoco regresaron de la Luna con las manos vacías. Así como Colón regresó con unos cientos de indígenas a España como evidencia de su viaje al Nuevo Mundo, los astronautas del Apolo regresaron con 382 kilogramos de rocas lunares a la Tierra.

"Las rocas lunares son absolutamente únicas", dice el Dr. David McKay, Jefe Científico de Ciencia Planetaria y Exploración en el Centro Espacial Johnson de la NASA. McKay es miembro del grupo que supervisa el Laboratorio de Muestras Lunares en el Centro Espacial Johnson donde se almacenan la mayoría de las rocas lunares. "Difieren de las rocas terrestres en muchos aspectos", añade.

"Por ejemplo", explica el Dr. Marc Norman, geólogo lunar de la Universidad de Tasmania, "las muestras lunares casi no tienen agua atrapada en su estructura de cristal y las substancias comunes como minerales arcillosos omnipresentes en la Tierra están totalmente ausentes en la rocas lunares".

"Hemos encontrado partículas de vidrio fresco en las rocas de la Luna producto de explosiones de origen volcánico y de impactos de meteorito de hace más de tres mil millones de años", añade Norman. "La presencia de agua en la Tierra rápidamente rompe el vidrio volcánico en unos cuantos millones de años. ¡Estas rocas han venido de la Luna!"

Afortunadamente, no se necesita un título en química o geología para entender toda la evidencia. Cualquier persona que sostenga en su mano una roca lunar puede darse cuenta de que el espécimen viene de otro mundo.

"Las rocas lunares del programa Apolo están perforadas con diminutos cráteres producto de impactos con meteoroides", explica McKay. Esto puede suceder solamente con rocas de un planeta con poca o ninguna atmósfera... como la Luna.

Los meteoroides son partículas de polvo de cometa casi micróscopicas que vuelan en el espacio a velocidades a menudo de más de 50,000 millas por hora -- diez veces más rápido que una bala. Tienen una fuerza considerable pero también son extremadamente frágiles. Los meteoroides que golpean la atmósfera de la Tierra se desintegran en el aire enrarecido encima de nuestra estratosfera. (De vez en cuando, en una noche oscura, se puede ver uno -- se llaman meteoros). Pero la Luna no tiene una atmósfera que la proteja. Las diminutas balas espaciales pueden atravesar directamente las rocas lunares, formando inconfundibles cráteres miniatura. 

"Existen muchos museos, incluyendo el Smithsonian y otros, donde los visitantes pueden tocar y examinar las rocas de la Luna", dice McKay. "Usted mismo puede ver los pequeños cráteres metereoides".

Al igual que los meteroides, los rayos cósmicos también dejan sus huellas en la Luna: los isótopos. "Lon isótopos en rocas lunares son creados por reacciones nucleares a los rayos cósmicos de alta energía. Normalmente no encontramos isótopos en la Tierra", dice McKay. La Tierra está libre de esa radiación gracias a la protección de la atmósfera y la megatosfera.

Aunque los científicos quisieran fabricar una roca lunar, bombardeando una roca de la Tierra con alta energía atómico nucleíca, por ejemplo, no podrían lograrlo. Los aceleradores de partículas más potentes de la Tierra no pueden dar energía a partículas equivalentes a los más potentes rayos cósmicos, que son acelerados en explosiones de supernova y en los violentos núcleos de las galaxias.

De hecho, dice McKay, falsificar una roca lunar lo suficientemente bien como para engañar a un ejército internacional de científicos puede ser más dificil que el Proyecto Manhattan. "Sería mucho más fácil ir a la Luna y traer una," agregó con sarcasmo.

He ahí una idea original: ¿fue la NASA a la Luna para recolectar los accesorios para representar un alunizaje? Los productores de televisión podrían considerarlo para el próximo episodio de "El engaño sobre el aterrizaje en la Luna".

"Aquí en mi oficina tengo una pila de 10 pies de libros científicos llenos de artículos sobre las rocas lunares del Apolo", añade McKay. "Investigadores en miles de laboratorios han examinado las muestras del Apolo -- ¡ni un solo artículo cuestiona su origen! Y estos no son empleados de la NASA. Hemos prestado muestras a científicos en docenas de países [que no tienen ninguna razón para colaborar con ninguna farsa]".

Incluso el Dr. Robert Park, director de la Sociedad Americana de Física en Washington y crítico eminente del programa humano espacial de la NASA, está de acuerdo con la agencia espacial en este asunto. "La cantidad de evidencia física de que los humanos caminaron en la Luna es simplemente abrumadora".

"Fox debería seguir haciendo fábulas", agrega Marc Norman. "Yo soy un gran seguidor de ¡Los Simpsons"!