TEXTOS PARA EL SABER FILOSÓFICO

 

CUATRO TIPOS DE TEXTOS: LITERARIOS, CIENTÍFICOS, RELIGIOSOS Y FILOSÓFICOS

 

 AUTORRETRATOS. Manuel Moya Escobar

MANUEL MOYA ESCOBAR, mi hermano

Este soy,
quien ahora se empeña en habitarme,
quien inútilmente me abraza desde el sueño
por calles que dan a mi propia geología,
donde todo finge y todo arde,
tan convicto de mí como yo mismo.
Y es esa mano que me sigue
como un muerto a todas partes,
que a mi lado lucha, que a mi través camina
sin plazos ni objeciones,
sin sumas, sin sombra y sin respuestas,
arrebatada de otro cuerpo, de otra herida,
de otra forma.

Este soy, tan cerca de ese otro
que transcribo con heridas,
que palpo allá en lo oscuro,
como una carne tan dentro y dentro de la mía.
Idéntica piel la que nos goza,
idéntica piel la que nos sufre
nos narra y nos derriba,
tan quietos, tan fundidos,
que basta una sóla voz para alejarnos.

Este soy, testigo inseparable
de ese otro que coincide conmigo en la vigilia,
que me obliga a dudar de eso que afirmo,
ungidos ambos por sombras similares.
el uno vela cuando otro acecha y desconfía,
mientras el uno huye el otro me persigue,
y ya no sé de cierto
si perseguidor o perseguido soy
y no sé quién arroja a un pie sobre otro pie,
un labio sobre el otro y ambos sobre quien..

 

...MU TÓSICO. Manuel Moya Escobar

Papá, que había estado de joven aquí, en París, trabajando de camarero en un hotel, guardaba como recuerdo el frasco de arsénico en una de las altas estanterías del almacén.

¡ cuidado Arsenico, mu ToSico ¡

Eran aquellas letras ruditmentarias e irregulares lo que, sin embargo, conferían un cierto e ineludible prestigio al frasco en el pequeño universo enrarecido y anodino del almacén.

Me gustaba pasar los sábados por la mañana limpiando las polvorientas repisas, imaginando historias inverosímiles en cada uno de los objetos que las poblaban, pero lo que más me gustaba era escuchar la segura prevención de mi padre hacia aquel misterioso frasco que había traído desde París por motivos que no logré arrancarle. Frotaba yo el cristal a conciencia, haciendo resurgir de él las letras escritas con torpeza en el esparadrapo:

¡cuidado, Arsenico, mu Tosico!

La mañana en que mi hermano hizo la primera comunión, papá, al que le había quedado de París un aspecto melancólico y una como desconfianza cerval hacia las palabras, me confesó, instruido por un par de copas de aguardiente, que sólo con aquel bote se podía acabar con todo un rebaño de cabras o, más aún, con un regimiento de caballería.... dios, con todo un pueblo como el nuestro.

No puede ser, me dije, mirando con fijeza un bote cuyo aspecto no podía resultar más inofensivo. Por más que miraba y miiraba en su interior no lograba atisbar el menor signo de su maleficio.

Pero al otro día, cuando ya todo comenzaba a ser igual, el frasco bien agarrado entre las manos, a sabiendas de que ya nada me detendría hasta París, me encaminé con tranquilidad hacia el depósito de agua, y por uno de los orificios fui dejando derramar muy poquito a poco todo su contenido sobre las aguas frías y tranquilas. Después me puse a silbar carretera arriba como El Llanero Solitario, creyendo que París, esta ciudad cuya sola mención hacía suspirar a mi padre, me esperaba en alguna parte.

 

 EL SISTEMA DE COORDENADAS DE GALILEO

Como es sabido, la ley fundamental de la Mecánica de Galileo y Newton, conocida por la ley de inercia, dice: un cuerpo suficientementealejado de otros cuerpos persiste en su estado de reposo o de movimiento rectilíneo uniforme. Este principio se pronuncia no sólo sobre el movimiento de los cuerpos, sino también sobre qué cuerpos e referencia o sistemas de coordenadas son permisibles en la Mecánica y pueden utilizarse en las descripciones mecánicas. Algunos de los cuerpos a los que sin duda cabe aplicar con gran aproximación laley de inercia son las estrellas fijas. Ahora bien, si utilizamos un sistema de coordenadas solidario con la Tierra, cada estrella fija describe, con relación a él y a lo largo de un día (astronómico), una circunferencia de radio enorme, en contradicción con el enunciado de la ley le inercia. Así pues, si uno se atiene a esta ley, entonces los movimientos sólo cabe referirlos a sistemas de coordenadas con relación a las cuales las estrellas fijas no ejecutan movimientos circulares. Un sistema de coordenadas cuyo estado de movimiento es tal que con relación a él es válida la ley de inercia lo llamarnos «sistema de coordlenadas de Galileo». Las leyes de la Mecánica de Galileo-Newton sólo tienen validez para sistemas de coordenadas de Galileo.

 

Albert Einstein y otros. La teoría de la relatividad.

EL PRINCIPIO DE LA IRELATIVIDAD (EN SENTIDO RESTRINGIDO)

"Para conseguir la mayor claridad posible, volvamos al ejemplo del vagón de tren que lleva una marcha uniforme. Su movimiento decimos que es una traslación uniforme («uniforme», porque es de velocidad y dirección constantes; «traslación», porque aunque la posición del vagón varía con respecto a la vía, no ejecuta ningún giro). Supongamos que por los aires vuela un cuervo en línea recta y uniformemente (respecto a la vía). No hay duda de que el movimiento del cuervo es -respecto al vagón en marcha- un movimiento de distinta velocidad y diferente dirección, pero sigue siendo rectilíneo y uniforme. Expresa do de modo abstracto: si una masa m se mueve en línea recta y uniformemente respecto a un sisterna de coordenadas K entonces también se mueve en línea recta y uniformemente respecto a un segundo sistema de coordenadas K', siempre que éste ejecute respecto a K un movimiento de traslación uniforme. Teniendo en cuenta lo dicho en el párrafo anterior, se desprende de aquí lo siguiente:

Si K es un sistema de coordenadas de Galileo, entonces también lo es cualquier otro sistema de coordenadas K' que respecto a K se halle en un estado de traslación uniforme. Las leyes de la Mecánica de Galileo-Newton valen tanto respecto a K' como respecto a K. Demos un paso más en la generalización y enunciemos el siguiente principio: Si K' es un sistema de coordenadas que se mueve uniformemente y sin rotación respecto a K, entonces los fenómenos naturales transcurren con respecto a K' según idénticas leyes generales que con respecto a K. Esta proposición es lo que llamaremos el «principio de relatividad” (en sentido restringido).

Mientras se mantuvo la creencia de que todos los fenómenos naturales se podían representar con ayuda de la Mecánica clásica, no se podía dudar de la validez de este principio de relatividad. Sin embargo, los recientes adelantos de la Electrodiinámica y de la óptica hicieron ver cada vez más claramente que la Mecánica clásica, como base de toda descripción física de la naturaleza, no era suficiente. La cuestión de la validez del principio de relatividad se tornó así perfectamente discutible, sin excluir la posibilidad de que la solución fuese en sentido negativo.

Existen, con todo, dos hechos generales que de entrada hablan muy a favor de la validez del principio de relatividad. En efecto, aunque la mecánica clásica no proporciona una base suficientemente ancha para representar teóricamente todos los fenómenos físicos, tiene que poseer un contenido de verdad muy importante, pues da con admirable precisión los movimientos reales de los cuerpos celestes. De ahí que en el campo de la Mecánica tenga que ser válido con gran exactitud el principio de relatividad. Y que un principio de generalidad tan grande y que es válido, con tanta exactitud, en un determinado campo de fenómenos fracase en otro campo es, a priori, poco probable".

 

EL GÉNESIS I, 1-31

En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas. Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz.
Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad; y llamó Dios a la luz «día», y a la oscuridad la llamó «noche». Y atardeció y amaneció: día primero. Dijo Dios: «Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de otras.»

E hizo Dios el firmamento; y apartó las aguas de por debajo del firmamento, de las aguas de por encima del firmamento. Y así fue. Y llamó Dios al firmamento «cielos». Y atardeció y amaneció: día segundo. Dijo Dios: «Acumúlense las aguas de por debajo del firmamento en un solo conjunto, y déjese ver lo seco»; y así fue.

Y llamó Dios a lo seco «tierra», y al conjunto de las aguas lo llamó «mares»; y vio Dios que estaba bien. Dijo Dios: «Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto, de su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra.» Y así fue.

La tierra produjo vegetación: hierbas que dan semilla, por sus especies, y árboles que dan fruto con la semilla dentro, por sus especies; y vio Dios que estaban bien. Y atardeció y amaneció: día tercero. Dijo Dios: «Haya luceros en el firmamento celeste, para apartar el día de la noche, y valgan de señales para solemnidades, días y años; y valgan de luceros en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra.» Y así fue. Hizo Dios los dos luceros mayores; el lucero grande para el dominio del día, y el lucero pequeño para el dominio de la noche, y las estrellas; y púsolos Dios en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra, y para dominar en el día y en la noche, y para apartar la luz de la oscuridad; y vio Dios que estaba bien. Y atardeció y amaneció: día cuarto. Dijo Dios: «Bullan las aguas de animales vivientes, y aves revoloteen sobre la tierra contra el firmamento celeste.»


Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo animal viviente, los que serpean, de los que bullen las aguas por sus especies, y todas las aves aladas por sus especies; y vio Dios que estaba bien; y bendíjolos Dios diciendo: «sed fecundos y multiplicaos, y henchid las aguas en los mares, y las aves crezcan en la tierra.» Y atardeció y amaneció: día quinto. Dijo Dios: «Produzca la tierra animales vivientes de cada especie: bestias, sierpes y alimañas terrestres de cada especie.» Y así fue.
Hizo Dios las alimañas terrestres de cada especie, y las bestias de cada especie, y toda sierpe del suelo de cada especie: y vio Dios que estaba bien. Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra.

Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó.
Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.»
Dijo Dios: «Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento. Y a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba verde les doy de alimento.» Y así fue.

Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardeció y amaneció: día sexto.

 

DESCARTES: Discurso del Método. Cuarta parte

“Hacía tiempo que había advertido que, en relación con las costumbres, es necesario en ocasiones seguir opiniones muy inciertas tal como si fuesen indudables, según he advertido anteriormente. Pero puesto que deseaba entregarme solamente a la búsqueda de la verdad, opinaba que era preciso que hiciese todo lo contrario y que rechazase como absolutamente falso todo aquello en lo que pudiese imaginar la menor duda, con el fin de comprobar si, después de hacer esto, no quedaría algo en mi creencia que fuese enteramente indudable. Así pues, considerando que nuestros sentidos en algunas ocasiones nos inducen a errores, decidí suponer que no existía cosa alguna que fuese tal como nos la hacen imaginar. Y puesto que existen hombres que se equivocan al razonar en cuestiones relacionadas con las más sencillas materias de la geometría y que incurren en paralogismos, juzgando que yo, como cualquier otro, estaba sujeto a error, rechazaba como falsas todas las razones que hasta entonces había admitido como demostraciones.

Y, finalmente, considerando que hasta los pensamientos que tenemos cuando estamos despiertos pueden asaltamos cuando estamos dormidos, sin que ninguno en tal estado sea verdadero, me resolví a fingir que todas las cosas que hasta entonces habían alcanzado mi espíritu no eran más verdaderas que las ilusiones de mis sueños. Pero, inmediatamente después, advertí que, mientras que deseaba pensar de este modo que todo era falso, era absolutamente necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa. Y dándome cuenta de que esta verdad: pienso, luego soy, era tan firme y segura que todas las más extravagantes suposiciones de los escépticos no eran capaces de hacerla tambalear, juzgué que podía admitirla sin escrúpulo como el primer principio de la filosofía que yo indagaba.

Posteriormente, examinando con atención lo que yo era, y viendo que podía fingir que carecía de cuerpo así como que no había mundo o lugar alguno en el que me encontrase, pero que, por ello, no podía fingir que yo no era, sino que por el contrario, sólo a partir de que pensaba dudar acerca de la verdad de las otras cosas, se seguía muy evidente y ciertamente que yo era, mientras que, con sólo que hubiese cesado de pensar, aunque el resto de lo que había imaginado hubiese sido verdadero, no tenía razón alguna para creer que yo hubiese sido, llegué a conocer a partir de todo ello que era una sustancia cuya esencia o naturaleza no reside sino en pensar y que tal sustancia, para existir, no tiene necesidad de lugar alguno ni depende de cosa alguna material de suerte que este yo, es decir, el alma, en virtud de la cual yo soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo, más fácil de conocer que éste y, aunque el cuerpo no fuese, no dejaría de ser todo lo que es.”

 

Aristóteles: Metafísica I, 2, 982b

Que no se trata de una ciencia productiva, es evidente ya por los primeros que filosofaron. Pues los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por la admiración; al principio admirados ante los fenómenos sorprendentes más comunes; luego avanzando poco a poco y planteándose problemas mayores, como las cambios de la luna y los relativos a sol y a las estrellas, y la generación del universo. Pero el que se plantea un problema o se admira, reconoce su ignorancia. (Por eso también el que ama los mitos es en cierto modo filósofo; pues el mito se compone de elementos maravillosos). De suerte que, si filosofaron para huir de la ignorancia, es claro que buscaban el saber en vista del conocimiento, y no por alguna utilidad. Y así lo atestigua lo ocurrido. Pues esta disciplina comenzó a buscarse cuando ya existían casi todas las cosas necesarias y las relativas al descanso y al ornato de la vida. Es, pues, evidente que no la buscamos por ninguna otra utilidad, sino que, así como llamamos hombre libre al que es para sí mismo y no para otro, así consideramos a ésta como la única ciencia libre, pues ésta sola es para sí misma.

 

Jenófanes. s. VI a. C.

"Los seres humanos se han creado dioses a su propia imagen. Creen que los dioses han nacido y que tienen cuerpo, vestidos e idiomas como nosotros. Los negros piensan que los dioses son negros y chatos, los tracios los imaginan rubios y con ojos azules. ¡Incluso si los bueyes, los caballos y leones hubiesen sabido pintar, habrían representado dioses con aspecto de bueyes, caballos y leones!"

 

 

Cicerón : Tusculanias. V.3, 8-10

“Tras quedar admirado León del talento y elocuencia de Pitágoras, le preguntó en qué arte confiaba más, a lo que éste le replicó que no conocía arte alguna, sino que era filósofo. Asombrado León por la novedad de la denominación, le preguntó quiénes eran los filósofos y en qué se diferenciaban de los demás. Pitágoras le respondió que la vida de los hombres se parece a un festival celebrado con los mejores juegos de toda Grecia, para el cual algunos ejercitaban sus cuerpos para aspirar a la gloria y a la distinción de una corona, y otros eran atraídos por el provecho y lucro en comprar o vender, mientras otros, no buscaban el aplauso ni el lucro, sino que acudían para ver y observar cuidadosamente qué se hacía y de qué modo. Así también nosotros, como si hubiéramos llegado a un festival célebre desde otra ciudad, venimos a esta vida y naturaleza; algunos para servir a la gloria, otros a las riquezas; pocos son los que, teniendo a todas las demás cosas en nada, examinan cuidadosamente la naturaleza de las cosas. Y estos se llamaron amantes de la sabiduría, o sea filósofos, y así como los más nobles van (a los juegos) a mirar sin adquirir nada para sí, así en la vida la contemplación y el conocimiento de las cosas sobrepasa en mucho a todo lo demás”

 

Karl R. Popper: Como veo la filosofía, Pág. 64

"Todos los hombres y todas las mujeres son filósofos; o, permitirnos decir, si ellos no son conscientes de tener problemas filosóficos, tienen, en cualquier caso, prejuicios filosóficos. La mayor parte de estos prejuicios son teorías que inconscientemente dan por sentadas, o que han absorbido de su ambiente intelectual o de la tradición.

Puesto que pocas de estas teorías son conscientemente sostenidas, constituyen prejuicios en el sentido de que son sostenidas sin examen crítico, incluso a pesar de que puedan ser de gran importancia para las acciones prácticas de la gente y para su vida entera.

Una justificación de la existencia de la filosofía profesional reside en el hecho de que los hombres necesitan que haya quien examine críticamente estas extendidas e influyentes teorías.

Este es el inseguro punto de partida de toda ciencia y toda filosofía. Toda filosofía debe partir de las dudosas y a menudo perniciosas concepciones del sentido común acrítico. Su objetivo es el sentido crítico e ilustrado: una concepción más próxima a la verdad y con una influencia menos perniciosa sobre la vida humana.

[…] Todos los seres humanos son filósofos porque, de una manera u otra, todos adoptan una actitud ante la vida y la muerte"

 

Ortega y Gasset. ¿Qué es filosofía?

"Entrevimos que la verdad científica, la verdad física, posee la admirable calidad de ser exacta, pero es incompleta y penúltima. No se basta a sí misma. Su objeto es parcial, es sólo un trozo del mundo y además parte de muchos supuestos que da sin más por buenos; por tanto no se apoya en sí misma, no tiene en sí misma su fundamento y raíz, no es una verdad radical. Por ello postula, exige integrarse en otras verdades no físicas ni científicas que sean completas y verdaderamente últimas. Donde acaba la física no acaba el problema; el hombre que hay detrás del científico necesita una verdad integral, y, quiera o no, por la constitución misma de su vida, se forma una concepción enteriza del Universo.

Vemos aquí en clara contraposición dos tipos de verdad; la científica y la filosófica. Aquella es exacta pero insuficiente; ésta es suficiente pero inexacta. Y resulta que ésta, la inexacta, es una verdad más radical que aquella –por tanto y sin duda, una verdad de más alto rango- no sólo porque su tema sea más amplio, sino aun como modo de conocimiento; en suma que la verdad inexacta filosófica es una verdad más verdadera".

 

Mosterin. Ciencia viva. Reflexiones sobre la aventura intelectual de nuestro tiempo. Madrid: Espasa, 2001. (Pags 38-39)

“No hay ninguna oposición ni separación tajante entre ciencia y filosofía. La contraposición se da, más bien, entre la frivolidad, la superstición y la ignorancia, por un lado, y la tendencia al saber, el empeño esforzado y racional por comprender la realidad, por otro. Este esfuerzo se plasma en la curiosidad universal, el rigor, la claridad conceptual y la contrastación empírica* de nuestras representaciones. En, la medida en que estos ideales se realizan parcial y localmente, hablamos de ciencia. En la medida en que solo se dan como aspiración todavía no realizada, hablamos de filosofía. Pero solo en su conjunción alcanza la aventura intelectual humana su más jugosa plenitud.”

 

Kant: Crítica de la Razón Pura

“El que quiera ser filósofo debe ejercitarse en el ejercicio libre de su razón y no en un ejercicio imitativo y, por así decirlo mecánico [...] Todo pensador construye, por así decirlo, su propia obra sobre las ruinas de otro; pero nunca sucede que una obra llegue a estar terminada en todas sus partes. Por ello, y fundamentalmente, nadie puede aprender filosofía, porque ésta nunca está dada... Quien desee aprender a filosofar debe considerar todos los sistemas de filosofía únicamente como historia del uso de la razón y como objeto de ejercicio de su propio talento. El verdadero filósofo, como pensador autónomo, debe hacer un uso libre y personal de su razón, no un uso esclavo e imitativo”

 

SOBRE HISTORIA DE LA FILOSOFÍA

Aristóteles: Metafísica

“Aunque hemos tratado suficientemente de las causas en la Física, recordemos, sin embargo, a los que se dedicaron antes que nosotros al estudio de los entes y filosofaron sobre la verdad. Pues es evidente que también ellos hablan de ciertos principios y causas. Esta revisión será útil para nuestra actual indagación; pues, o bien descubriremos algún otro género de causa, o tendremos más fe en las que acabamos de enunciar.

Pues bien, la mayoría de los filósofos primitivos creyeron que los únicos principios de todas las cosas eran los de índole material (...) Pero en cuanto al número y la especie de tal principio, no todos dicen lo mismo. Sino que Tales, iniciador de tal filosofía, afirma que es el Agua(...) El metapontino Hípaso y el efesio heráclito dicen que es el fuego; y Empédocles, los cuatro, añadiendo además de los mencionados, en cuarto lugar la Tierra. (...) Pero Anaxágoras de Clazómenas, que es anterior a éste por la edad y posterior por las obras, afirma que los principios son infinitos(...)”

 

Hegel: Enciclopedia de las ciencias filosóficas

"“13. En la forma peculiar de historia externa se expone de ordinario el origen y el desarrollo de la filosofía. Esta forma da a los grados de la evolución de la Idea la apariencia de una sucesión contingente, en la que se enuncian simplemente los diferentes principios y sus desarrollos en las filosofías respectivas. Pero el autor de esta obra milenaria es el espíritu vivo, único, que, en virtud de su naturaleza pensante, debe hacerse consciente de lo que es, y habiéndose constituido a su vez esta conciencia en objeto, debe elevarse por encima y llegar en si a un grado superior. Así pues, la historia de la filosofía, en las filosofías en apariencia diversas, no muestra más que una sola filosofía, en los diversos grados de su desarrollo, y por otra parte los principios particulares, cada uno de los cuales sirve de base a un sistema, son simplemente las ramificaciones de una sola y misma totalidad. La última filosofía, en cuanto al tiempo, es el resultado de todas las precedentes y debe contener por tanto los principios de todas ellas. Si realmente es una filosofía debe ser la más desarrollada, la más rica y la más concreta.

Observación. En las filosofías en apariencia diversas, debe distinguirse lo universal y lo particular, según su determinación propia. Lo universal, considerado formalmente y puesto al lado de lo particular, llega a ser a su vez algo particular. Si se tratase de objetos de la vida corriente, esta posición llamada la atención por torpe e inadecuada; por ejemplo, como si alguien pidiera fruta y rechazase las cerezas, las peras, las uvas, etc., por ser cerezas, peras, uvas, y no fruta. Sin embargo, respecto de la filosofía se permite justificar el desprecio que de ella se tiene por la razón de que existen tantas filosofías diversas, siendo cada una de ellas sólo una filosofía y no la filosofía, como si las cerezas no fuesen fruta. Incluso se da el caso de que se sitúe una filosofía cuyo principio es universal al lado de otra cuyo principio es particular, y aun al lado de doctrinas que afirman que no hay filosofía, pretendiendo que en ellas sólo hay diferentes concepciones de la filosofía, corno si, por ejemplo, la luz y la obscuridad se considerasen como dos clases distintas de luz.

14. El desarrollo del pensamiento que se presenta en la historia de la filosofía, se presenta también en la filosofía, pero liberado de la exteriorización histórica, en toda pureza en el filo del pensamiento. El pensamiento libre y verdadero es en si concreto, y así es idea; pero en toda su universalidad, es la Idea o lo Absoluto. La ciencia de lo Absoluto es esencialmente un sistema, porque lo verdadero concreto existe solamente desarrollándose en si mismo, concentrándose y manteniéndose como unidad, es decir, como totalidad, y sólo por la distinción y la determinación de sus diferencias puede constituir la necesidad de éstas así como la libertad del todo.

 

Descartes: Carta a Beeckman, en Amsterdam a 17 de octubre de 1630]

“Qué es lo que se puede enseñar? Sin duda las lenguas, la historia, las experiencias y también las demostraciones ciertas y evidentes, que convencen al espíritu, como las de losgeómetras; Pero los pensamientos y las opiniones de los filósofos no constituyen una enseñanza por el hecho de que se expongan. Platón dice una cosa, Aristóteles otra, Epicuro otra más; Telesio, Campanella, bruno; Basson, Vanini, todos los innovadores dicen cada uno una cosa distinta de los otros. ¿Cuál de ellos alguna vez enseña algo, no digo a mí, sino a cualquiera que busca el saber?

 

Leibniz: Discurso de metafísica

“Ya sé que enuncio una gran paradoja al pretender rehabilitar de alguna manera la antigua filosofía y recordar postliminio las formas sustanciales, casi desvanecidas; pero quizá no se me condene a la ligera cuando se sepa que he meditado bastante sobre la filosofía moderna, que he consagrado mucho tiempo a las experiencias de la física y a las demostraciones de la geometría y que he estado mucho tiempo persuadido de la vanidad de estos seres, que por fin me vi. obligado a aceptarlos nuevamente a pesar mío y como a la fuerza, tras haber hecho yo mismo investigaciones que me llevaron a conocer que nosotros los modernos no hacemos bastante justicia a Santo Tomás ni a otros grandes hombres de aquella época y que hay en las opiniones de los filósofos y teólogos escolásticos mucha más consistencia de la que se cree, con tal de servirse de ellas oportunamente y en su lugar. Incluso estoy persuadido de que, si algún espíritu exacto y meditador se tomara la molestia de esclarecer y elaborar su pensamiento al modo de los geómetras analíticos, encontraría allí un tesoro de multitud de verdades importantísimas y enteramente demostrativas."

 

Kant: Crítica de la Razón Pura

“Este titulo figura aquí únicamente para designar un lugar que queda en el sistema y que tendrá que ser llenado en el futuro: me limito a pensar, desde un punto de vista trascendental, esto es, partiendo de la naturaleza de la razón pura, una breve revista a la totalidad de las elaboraciones producidas hasta ahora, totalidad que, evidentemente, se presenta a mis ojos como un edificio en ruinas.

“No pretendo distinguir ahora las épocas en que se produjo este o aquel cambio de la metafísica, sino ofrecer simplemente un breve bosquejo de las diferentes ideas que han dado lugar a las principales revoluciones. Tres aspectos encuentro en los que se han basado los cambios más notables ocurridos sobre este conflictivo escenario (...).

1. Con respecto al objeto de todos nuestros conocimientos de razón, algunos filósofos han sido meramente sensualistas; otros, meramente intelectualistas. Podemos llamar a Epicuro el más destacado filósofo de la sensibilidad y a Platón,el más destacado del intelectualismo. Esta diferencia de escuelas. por muy sutil que fuera, había empezado ya en los primeros tiempos y se conservó sin interrupción durante siglos. Los del primer grupo sostenían que sólo en los objetos de los sentidos hay realidad y que todo lo demás era producto de la imaginación; los del segundo grupo afirmaban, por el contrario, que en los sentidos no hay más que ilusión y que sólo el entendimiento conoce lo verdadero. Ello no significa que los primeros negaran realidad a los conceptos del entendimiento, sino que tal realidad era puramente lógica para ellos, mientras que era mística para los segundos. Los sensualistas aceptaban los conceptos intelectuales, pero sólo admitían objetos sensibles. Los intelectualistas exigían que los verdaderos objetos fueran sólo inteligibles y defendían una intuición mediante el entendimiento puro sin intervención de los sentidos, los cuales, en su opinión, no hacían más que confundir ese mismo entendimiento.

2. Con respecto al origen de los conocimientos puros de la razón, se trata de saber si derivan de la experiencia o proceden de la razón con independencia de aquélla. Aristóteles puede ser considerado como el principal representante de los empiristas; Platón , el de los noologistas. A pesar de que Locke ha seguido en los tiempos modernos al primero y Leibniz al segundo (aunque alejándose considerablemente de su sistema místico), no han logrado llegar a una solución del problema. Por su parte, Epicuro procedió al menos con bastante más consecuencia con su sistema sensualista (ya que sus inferencias nunca traspasaron los límites de la experiencia) que Aristóteles y Locke. Especialmente, con bastante más consecuencia que éste último, el cual, tras haber derivado de la experiencia todos los conceptos y principios, afirma, en lo que se refiere al uso de los mismos, que es posible demostrar la existencia de Dios y la inmortalidad del alma (a pesar de que ambos objetos se hallan fuera de los límites de la experiencia) con la misma evidencia que cualquier teorema matemático.”

 

Gadamer: Verdad y Método

“En cualquier caso la comprensión en las ciencias del espíritu comparte con la pervivencia de las tradiciones un presupuesto fundamental, el de sentirse interpelado por la tradición misma. ¿Pues no es cierto que sólo así resultan comprensibles en su significado los objetos de su investigación, igual que los contenidos de la tradición? Por muy mediado que esté este significado, por mucho que su origen se sitúe en un interés histórico que no parezca contener la menor relación con el presente, aún en el caso extremo de la investigación histórica «objetiva», el determinar de nuevo el significado de lo investigado es y sigue siendo la única realización auténtica de la tarea histórica. Sin embargo, el significado se encuentra no sólo al final de tal investigación sino también en su comienzo: como elección del tema de investigación, como estímulo del interés investigador, como obtención de un nuevo planteamiento.

En el comienzo de toda hermenéutica histórica debe hallarse por lo tanto la resolución de la oposición abstracta entre tradición e investigación histórica, entre historias conocimiento de la misma. Por tanto, el efecto de la tradición que pervive y el efecto de la investigación histórica forman una unidad efectual cuyo análisis sólo podría hallar un entramado de efectos recíprocos . En este sentido haremos bien en no entender la conciencia histórica -como podría sugerirse a primera vista como algo radicalmente nuevo sino más bien como un momento nuevo dentro de lo que siempre ha sido la relación humana con el pasado. En otras palabras, hay que reconocer el momento de la tradición en el comportamiento histórico y elucidar su propia productividad hermenéutica.

El que en las ciencias del espíritu sea operante un momento de tradición que incluso constituye su verdadera esencia y su característica, a despecho de toda la metodología inherente a su procedimiento, es algo que se hace tanto más patente si se atiende a la historia de la investigación y a la diferencia entre la historia de la ciencia dentro de las ciencias del espíritu y en el ámbito de las ciencias de la naturaleza.

 

Rorty: La filosofía y el espejo de la naturaleza

“Pero, ocurra lo que ocurra, no hay peligro de que la filosofía «llegue a su fin». La religión no llegó a su fin con la Ilustración, ni la pintura con el Impresionismo. Aunque el periodo que va de Platón a Nietzsche quede aislado y «distanciado» tal como sugiere Heidegger, y aun cuando la filosofía del siglo XX llegue a parecer una etapa transitoria de apoyo y, relleno (como nos lo parece ahora la filosofía del siglo XVI), habrá algo llamado «filosofía» al otro lado de la transición. Efectivamente, aunque los problemas sobre la representación les parezcan a nuestros descendientes tan desfasados como nos parecen a nosotros los problemas del hilemorfismo, la gente seguirá leyendo a Platón, Aristóteles, Descartes, Kant, Hegel, Wittgenstein y Heidegger. No sabemos qué papel ocuparán estos hombres en la conversación de nuestros descendientes. Tampoco sabemos si se mantendrá la distinción entre filosofía sistemática y filosofía edificante. Quizá la filosofía llegue a ser sólo edificante, con lo que la auto-identificación de cada uno en cuanto filósofo se realizará únicamente en términos de los libros que lea y discuta, y no en términos de los problemas que desee resolver. Quizá se encuentre una nueva forma de filosofía sistemática que no tenga absolutamente nada que ver con la epistemología, pero que, sin embargo, haga posible investigación filosófica normal.Estas especulaciones carecen de fundamento, y nada de lo que he dicho anteriormente hace que una resulte más plausible que otra.Lo único en que yo quisiera insistir es en que el interés moral del filósofo ha de ser que se mantenga la conversación del Occidente, más que el exigir un lugar, dentro de esa conversación, para los problemas tradicionales de la filosofía moderna.”