1. LA PERSONALIDAD
1.2. DETERMINANTES INDIVIDUALES Y SITUACIONALES DE LA CONDUCTA
2. TEORÍAS SOBRE LA PERSONALIDAD
2.1. EL PSICOANÁLISIS DE SIGMUND FREUD
2.2. TEORÍAS DE LOS RASGOS Y LOS TIPOS
2.2.1. LA TIPOLOGÍA DE SHELDON
2.2.2. EYSENCK Y LA TEORÍA FACTORIAL DE LA PERSONALIDAD.
2.2.3. MODELO DE LOS CINCO GRANDES O “MODELO OCEAN”
2.3. TEORÍA HUMASNISTA DE LA PERSONALIDAD: ROGERS
3. MÉTODOS PARA EL ESTUDIO DE LA PERSONALIDAD
4. EL DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD EN LA ADOLESCENCIA
5. EL AUTOCONCEPTO Y LA AUTOESTIMA
6. TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
1. LA PERSONALIDAD.
El término personalidad procede del término latino “prosopon”, palabra utilizada para designar a la máscara con la que se cubrían el rostro los actores durante las representaciones teatrales. Personalidad vendría a significar, por tanto, la imagen que se ofrece a los demás. Pero con el tiempo, el término personalidad adquirió mayor complejidad.
Es un concepto psicológico necesario para comprender las conductas humanas.
En principio podemos definir la personalidad como la estructura psíquica de un sujeto relativamente constante que se manifiesta externamente a través de su conducta, y que lo caracteriza como uno y distinto frente a los demás.
La personalidad se define así, por cuatro rasgos:
- Internalidad: la personalidad es un elemento interno de la persona, no observable directamente sino a través de la interpretación de su comportamiento.
- Estabilidad: el sujeto tiene una forma de ser que le identifica porque permanece con el paso del tiempo, aunque existan cambios y fluctuaciones superficiales.
- Consistencia: responder con cierta estabilidad ante situaciones parecidas.
- Individualidad: autopercepción de la propia identidad y las diferencias con las demás personas. Percibirse único y diferente.
Con frecuencia, el término personalidad se confunde con otros términos: el temperamento y el carácter.
El temperamento consiste en nuestra herencia biológica a partir de la cual empezará a formarse nuestra personalidad, es, por tanto, difícil de cambiar.
El carácter es el conjunto de reacciones y hábitos de comportamiento que se han adquirido durante la vida. El carácter se forma desde la infancia en interacción con nuestro entorno.
La personalidad es la conjunción del temperamento y el carácter; consiste en un conjunto de rasgos cognitivos (cómo pensamos), afectivos (cómo sentimos) y conductuales (cómo nos comportamos); esos rasgos son estables, persisten durante largos periodos de tiempo y son resistentes a la extinción.
Es el resultado de la interacción de la herencia genética y del ambiente del individuo, y se va formando a través del aprendizaje social y las experiencias personales en un contexto social y cultural.
1.2. Determinantes individuales y situacionales de la conducta
La conducta humana depende de nuestra personalidad – nuestro modo de ser- y de las circunstancias en las que nos encontramos. (Yo puedo ser alegre, pero estar triste por las circunstacias)
¿Cuál de los dos aspectos es más importante en nuestro comportamiento?
Según el enfoque internalista, nuestras estructuras internas son las responsables de nuestra conducta. El individuo es quien interviene en las situaciones particulares, es activo frente a ellas: la causa última de la mayor parte de la conducta debe explicarse desde él, más que desde la situación.
Hemos de distinguir entre rasgo, que es una característica permanente, y estado, que es un comportamiento circunstancial. Partidarios del enfoque internalista estarían representados por:
- el modelo dinámico de Freud, Adler, Erickson -->Instintos y libido.
- el modelo fenomenológico de Rogers y Maslow --> motivaciones de autorrealización.
- el modelo personalista de Allport --> los rasgos y las motivaciones.
- el modelo biologicista de Paulox y Stralau --> los tipos de sistema nervioso.
- el modelo de rasgos de Eysenk, Cattell y Gray --> los rasgos.
Según el enfoque situacionista, propuesto por Walter Mischel, la personalidad no se corresponde con nada que haya sido observado empíricamente, y la conducta manifiesta es el único indicador observable de la personalidad, y está guiada más por las características de la situación y la historia previa de aprendizajes en situaciones parecidas que por las disposiciones internas de los sujetos. (Ej: nos paramos ante un semáforo en rojo porque así lo hemos aprendido.)
Para el enfoque de interaccionista, como el de Rotter, la personalidad viene definida en parte por las variables internas del sujeto y en parte por las características de la situación, pero lo que mejor explica la causa del comportamiento del individuo es la interacción entre cómo es y en qué situación está. El individuo es activo frente al contexto, él es quien da significado a la situación y a su respuesta. Pero hay que distinguir entre situación real (objetiva) y situación percibida (subjetiva) uniendo ambos conceptos en el estudio del comportamiento humano.
2. TEORÍAS SOBRE LA PERSONALIDAD.
Por la trascendencia histórica y cultural que ha tenido, vamos a profundizar en el psicoanálisis.
2.1. EL PSICOANÁLISIS DE SIGMUND FREUD:
El psicoanálisis de Sigmund Freud es, a la vez, una teoría sobre la personalidad que explica su desarrollo, su estructura y su funcionamiento y una psicoterapia para superar la neurosis.
La teoría de Freud tuvo gran impacto en Occidente, porque rompía con el racionalismo de épocas pasadas al afirmar que los fundamentos de nuestra conducta y personalidad son inconscientes.
Los postulados básicos del psicoanálisis sobre la personalidad son:
• La personalidad es como un iceberg, con una pequeña parte visible encima de la superficie. La parte que sobresale es el consciente, y la sumergida, el inconsciente. El inconsciente ejerce presiones e influencias sobre lo que una persona piensa, siente y hace.
• La personalidad es fruto de la interacción de fuerzas psíquicas llamadas pulsiones, entre las que el impulso sexual (libido) desempeña un papel muy importante.
• La infancia es un periodo muy significativo en el desarrollo de la personalidad. Freud estableció varias etapas del desarrollo psicosexual: oral, anal, fálica y genital, en las que diferentes zonas erógenas son fuente de placer y determinan el desarrollo de la personalidad.
• La terapia psicoanalítica se basa en la interpretación de los sueños y la asociación libre de ideas, que consiste en dejar al paciente que exprese lo primero que acuda a su mente y así pueda recuperar y liberarse de recuerdos y experiencias dolorosas, originados en la infancia. Si expone el drama de su propia vida, el paciente puede terminar aceptando su propio «yo» y superando sus problemas psicológicos.
A. Descubrimiento del inconsciente:
En el curso del tratamiento de sus pacientes, Freud advirtió que algunos fenómenos mentales como recuerdos, experiencias, causas de traumas…etc. permanecen ocultos para su protagonista. Por ello Freud estableció distintos niveles de conciencia:
• El nivel consciente está formado por percepciones, pensamientos y recuerdos de los que somos conscientes en todo momento.
• El preconsciente está constituido por pensamientos, recuerdos y aprendizajes no conscientes, pero a los que podemos acceder con facilidad.
• El inconsciente está compuesto de experiencias desagradables, peligrosas o deseos inconfesables que han sido reprimidos, rara vez acceden a la conciencia y cuando lo hacen es de forma encubierta por ejemplo en los sueños o en los actos fallidos (Ejemplo: decir “enciende el sexo” en lugar de decir “enciende el flexo”)
• Freud situó entre el preconsciente y el inconsciente la censura, que reprime los deseos e impulsos agresivos y sexuales. La censura solo se relaja durante el sueño y los deseos reprimidos se expresan de forma simbólica en los sueños. Por eso, el psicoanálisis concede gran importancia a la interpretación de los sueños.
B. Estructura de la personalidad:
Freud consideró que la personalidad humana está integrada por tres estructuras Psicología conflictivas entre sí y que determinan toda la vida psicológica del individuo. Son el «Ello», el «Yo» y el «Superyó». Pero debemos tener en cuenta que no son entidades separadas, con límites definidos, sino que representan una variedad de funciones y dinámicas dentro de la persona.
• El Ello: es la parte más primitiva de la mente humana; está formado por las pulsiones o impulsos inconscientes de supervivencia, sexuales, de reproducción y de agresión. Está regido por el “principio del placer” pues bajo el ello lo único que quiere la persona es satisfacer las pulsiones porque eso proporciona placer.
• El Yo: surge a partir del Ello; es la instancia racional y realista de la personalidad; está formada por elementos conscientes (lo que sabemos de nosotros mismos). Su función es permitir que el individuo se adapte correctamente a su entorno físico y social, por ello está regido por el “principio de realidad” ya que regula los deseos en función de la cultura y renuncia al placer inmediato en favor de un placer futuro.
• El Superyó: surge a partir del Yo en un proceso de interiorización de las normas sociales y culturales. La necesidad de afecto y reconocimiento y el miedo al castigo obligan al niño a aceptar las normas paternas y las normas sociales, en contra de sus íntimos deseos. Estas normas interiorizadas y asimiladas conforman la conciencia moral. Su objetivo es presionar al Yo y señalar cómo debería comportarse, suscitando sentimientos de culpa si no cumple sus exigencias, y, por otra parte, inhibir las pulsiones agresivas y sexuales del Ello.
C. Pulsiones: Eros/ Thanatos
Tradicionalmente, se creía que el ser humano se comportaba de forma racional, movido por deseos y creencias que se proponía de forma consciente y reflexiva. Freud acabó con esta errónea convicción y estableció que nuestros pensamientos, reacciones y decisiones están determinados por las pulsiones o impulsos inconscientes. Freud estableció dos tipos de pulsiones:
• Eros o pulsiones de vida: determinan los comportamientos que tienden a hacer nuestra vida más armónica. Son impulsos de amor y sexuales que inducen a los humanos a buscar la compañía, el reconocimiento y la comprensión de los demás.
• Thanatos o pulsión de muerte: determina los comportamientos que tienden a separar y destruir. Son los impulsos de agresividad y destrucción que enfrentan a los humanos contra sí mismos y contra los demás.
La personalidad Paranoide: Surge por la hipertrofia del Yo y del Principio de realidad. La personalidad paranoica se caracteriza:
- Desde un punto de vista positivo, por una gran capacidad lógico-deductiva y por su comprensión de las reglas y de las expectativas sociales.
- Negativamente, esta personalidad se caracteriza por ser individuos orgullosos, con sentimiento de superioridad, rigidez psicológica (intolerancia, obstinación, racionalidad fría, desprecio del otro), desconfiados (temor exagerado a la agresividad ajena, victimismo, suspicacia -ver malas intenciones-, celos) juicios equivocados (interpretar acontecimientos neutros como si fueran adversos.
El maniaco-obsesivo: surge por la hipertrofia del Súper-yo. La personalidad maniaco obsesiva responde a las siguientes características: exagerada responsabilidad en el trabajo (perfeccionismo, adicción al trabajo), exagerados escrúpulos (limpieza, orden, miedo a contaminarse), reiteraciones con connotaciones mágicas (repetir gestos, muletillas, enumeraciones), exagerada irritabilidad ante las distracciones (ruidos, acontecimientos con los que no se contaban y que rompen con la rutina).
El esquizoide: surge por la hipertrofia del Ello. La personalidad esquizoide responde a las siguientes características: son muy creativos (no han asumido las reglas del principio de realidad), son desordenados, hipercríticos, independientes e intentan pasar desapercibidos.
2.2. TEORÍAS DE LOS RASGOS Y LOS TIPOS
Un rasgo de personalidad es la predisposición para actuar de manera similar, a lo largo del tiempo y en casi todas las situaciones, representa una tendencia estable en la forma de pensar, sentir y actuar de las personas. Ejemplo: de una persona que cada vez que se ve en una situación difícil recurre a la mentira decimos que es una mentirosa; de una persona a la que se le dan bien las relaciones sociales decimos que es extrovertida.
El tipo se refiere a un conjunto de rasgos asociados que definen un modelo de personalidad. Los tipos son modelos de personalidad, que no existen en realidad en toda su pureza, pero cada persona puede incluirse en uno, aunque no coincida plenamente con él.
Existen diferentes tipologías que clasifican los distintos modos de ser en unas cuantas categorías llamadas tipos. Dentro de este grupo de teorías destacamos:
2.2.1. LA TIPOLOGÍA DE SHELDON
Consideraba que la anatomía y la fisiología determinan la personalidad. Establece tres tipos somáticos que empareja con tres temperamentos:
2.2.2. EYSENCK Y LA TEORÍA FACTORIAL DE LA PERSONALIDAD
De formación conductista, Eysenck se centró de nuevo en el estudio del temperamento recogiendo el legado de los clásicos Hipócrates y Galeno. También la suya es una aproximación factorial sobre un conjunto cerrado de parámetros, en que sin embargo dejaba fuera de su enfoque a la expresión morfosomática de la psique, que consideraba un epifenómeno (contrariamente a Kretschmer y Sheldon, que consideraban el psicotipo un epifenómeno del biotipo).
En los años sesenta, Eysenck postuló dos dimensiones básicas que, por combinatoria, ofrecen los cuatro temperamentos básicos que establecieron los clásicos: extroversión/introversión, estabilidad/neuroticismo.
2.2.3. MODELO DE LOS CINCO GRANDES O “MODELO OCEAN”
(acrónimo) es una de las formas más extendidas de estructurar la personalidad. Las teorías previas a ella han sugerido varios rasgos posibles, incluida la lista de 4000 rasgos de personalidad de Gordon Allport, los 16 factores de personalidad de Raymond Cattell y la teoría de los cuatro factores de Hans Eysenck.
Sin embargo, muchos investigadores creyeron que la teoría de Cattell era demasiado complicada y que la de Eysenck tenía un alcance demasiado limitado. Como consecuencia de lo anterior, surgió la teoría de los cinco factores para describir los rasgos esenciales que sirven como componentes básicos de la personalidad. Describe la personalidad en base a cincos rasgos o factores que y su combinación:
Actualmente el cuestionario más utilizado para conocer la personalidad es el Inventario Multifásico Minnesota de la Personalidad (MMP II)
2.3. TEORÍA HUMASNISTA DE LA PERSONALIDAD: ROGERS
Para Rogers, la personalidad de un individuo está condicionada por su constitución biológica, la sociedad, sus experiencias, el inconsciente…, pero el yo del sujeto siempre es libre y responsable de lo que quiere hacer con su vida.
La tarea fundamental del yo es alcanzar su autorrealización, es decir, llegar a ser uno mismo.
El “sí mismo” es el conjunto de percepciones conscientes, valores e ideales que constituyen la imagen personal del sujeto.
Pero existe una discrepancia entre el sí mismo real y el ideal del yoque querríamos ser.
La persona que consigue la autorrealización personal será respetuosa, tolerante y abierta a nuevas experiencias (personalidad “sana”), mientras que la persona desadaptada es cerrada, rígida y auto-despreciativa.
Para los psicólogos humanistas, por tanto, la imagen de uno mismo es determinante en el desarrollo de nuestra personalidad.
La personalidad puede sufrir una serie de trastornos, dando lugar a once tipos de personalidad patológica: antisocial, narcisista, dependiente, histriónica, pasiva-agresiva, obsesivo-compulsiva, evitacional, esquizoide, esquizotípica, límite y paranoide.
3. MÉTODOS PARA EL ESTUDIO DE LA PERSONALIDAD.
Observación: Si entendemos por personalidad, el conjunto de conductas, intereses, sentimientos, más o menos constantes de un sujeto, una forma de conocer a un individuo sería la “observación”.
Por regla general, nuestra personalidad se muestra en los actos. Pero la observación no siempre es fiable: a veces, determinados rasgos aparecen ocultos, bien porque se reprimen inconscientemente, o bien porque la conducta del individuo trata de disimular ciertas características de las que es claramente consciente. Por ejemplo, una persona muy posesiva y controladora que “aparentemente” se muestra muy amable y siempre dispuesta a ayudar a los demás, aconsejando, organizando actividades, etc. Además, muchos individuos en sus relaciones sociales tratan de adecuarse a las expectativas que los demás esperan de ellos y de puertas afuera actúan de forma distinta a como realmente son. La conducta externa, que es al que puede observarse, a veces no se corresponde con la verdadera personalidad que permanece oculta.
Entrevista personal: A menudo los psicólogos utilizan la entrevista personal como forma de acceder a los rasgos de la personalidad. Mediante ella, se busca información de un individuo. Para que sea efectiva, la confianza debe estar presente entre el individuo y el psicólogo, y no siempre sucede así. De manera general, se suelen distinguir dos tipos de entrevistas:
- abiertas en las que el individuo relata sus experiencias sin que el psicólogo apenas intervenga
- dirigidas en las que el psicólogo plantea una serie de preguntas que el individuo debe responder.
- Test: Son a menudo utilizados por los psicólogos como forma de obtener información sobre la personalidad de un sujeto. Algunos test para el estudio de la personalidad reciben el nombre de “proyectivos”. Están inspirados en nociones del psicoanálisis, y se basan en la idea de que el sujeto “proyecta” a través de las respuestas, rasgos de la personalidad que permanecen ocultos o inconscientes. Casi todos ellos utilizan la técnica de ofrecer al sujeto estímulos ambientales poco estructurados, con el fin de que éste termine de recomponerlos.
Algunos de estos Test son:
- Test de Rorschach: Se componer de diez láminas con manchas negras simétricas. Sin embargo, las tres últimas están coloreadas. También en la segunda y en la tercera aparece ligeramente el color rojo. Se le pide al sujeto que describa lo que ve en cada lámina. Según sea su personalidad, será proclive a identificar las manchas con determinadas situaciones o sentimientos. Por ejemplo, individuos muy agresivos tienden a evocar sangre o situaciones violentas. En cambio, personas depresivas las identifican con situaciones angustiosas.
- Test de dibujos: Se le pide al individuo que dibuje una determinada escena con el fin de observar los rasgos que le caracterizan. Se pide que refleje lo primero que le viene a la cabeza, aunque pueda parecer poco apropiado. A este tipo de test corresponden el de la figura humana, el del árbol o el dibujo de la familia.
Tienen a favor la creatividad que desarrolla el sujeto, pero se les acusa de poco fiables y muy ligados a la interpretación subjetiva del Psicólogo.
Cuestionarios de personalidad: Constan de una serie de preguntas que buscan estimular el autoanálisis y las reacciones emocionales del sujeto. Las respuestas son comparadas posteriormente con unas tablas estadísticas. Sus ventajas son la fácil cuantificación de las respuestas, aunque se les crítica la falta de creatividad personal.
Técnicas Fisiológicas: En las últimas décadas, están cobrando importancia algunas técnicas que intentan establecer las relaciones entre zonas cerebrales y funciones psíquicas, por ejemplo, mediante tomografías que muestran como en los esquizofrénicos poseen ventrículos laterales del cerebro que son más grandes que en las personas no afectadas por este trastorno. También se investiga sobre la identificación de neurotransmisores capaces de provocar reacciones específicas en ciertas áreas cerebrales. Por ejemplo, el estudio del incremento de la dopamina en las terminaciones nerviosas que muestran ciertos tipos de psicosis.
4. EL DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD EN LA ADOLESCENCIA.
La búsqueda de la identidad
Quizás la tarea más importante de la adolescencia consiste en la búsqueda o la construcción de la propia identidad.
El niño logra su identidad mediante un proceso de identificación con los demás, haciendo suyos los valores e ideas de otros. Los adolescentes, en cambio, han de formar su propia identidad y ser ellos mismos. Uno de los aspectos más importantes de esta búsqueda de identidad consiste en decidir que profesión o carrera desean tener. La confusión de la identidad típica de la adolescencia, los lleva a agruparse entre ellos y a no tolerar bien las diferencias, como mecanismos de defensa ante dicha confusión. A veces también muestran su confusión actuando de maneras más infantiles e irresponsables para evitar resolver conflictos o actuando de manera impulsiva y sin sentido.
La crisis de identidad
Los adolescentes pueden entrar en una etapa de crisis de identidad. Durante esta etapa analizan sus opciones y buscan llegar a comprometerse con algo en lo que puedan tener fe. Así, un adolescente puede optar por entrar en una ONG, ir a la universidad, dar clases de baile, etc. Con frecuencia, estos compromisos de carácter ideológico o personal ayudan a formar la identidad y moldean la vida en los años siguientes. El nivel de confianza que los adolescentes tengan en sus compromisos influye en su capacidad para resolver sus crisis de identidad.
De la crisis de identidad surge la fidelidad a algo, la lealtad, la constancia o la fe y un sentido de pertenencia. No es raro que la crisis de la identidad pueda durar hasta cerca de los 30 años.
Durante la adolescencia es importante confiar en uno mismo. También transfieren su confianza de los padres a otras personas, como amigos íntimos o parejas. El amor es parte del camino hacia la identidad. Al compartir sus pensamientos y sentimientos con otra persona en quien confía, el adolescente está explorando su identidad posible, y viéndola reflejada en la otra persona, a través de la cual puede aclarar mejor quien es. No obstante, la intimidad madura, que implica compromiso, sacrificio y entrega, no se alcanza hasta haber logrado una identidad estable.
Niveles de identidad
El psicólogo James E. Marcia clasificó a las personas en cuatro niveles de identidad:
1. Exclusión. En este nivel existe un compromiso, pero no ha habido crisis. En él, la persona no ha dedicado tiempo a dudar y considerar las alternativas (no ha estado en crisis) sino que se compromete con los planes de otra persona para su vida.
Suele tratarse de personas con altos niveles de autoritarismo y pensamiento estereotipado, obedecen la autoridad, se rigen por un control externo, son dependientes y presentan bajos niveles de ansiedad. Pueden sentirse felices y seguros, tienen vínculos familiares estrechos, creen en la ley y el orden y se vuelven dogmáticos cuando alguien cuestiona sus opiniones. Los padres de estos adolescentes suelen involucrarse demasiado con los hijos, evitan expresar las diferencias y usan la negación y la represión para evitar manejar cosas que no les agradan.
2. Moratoria (crisis sin compromiso). Es el adolescente en crisis; considera diversas alternativas, lucha por tomar una decisión y parece dirigirse hacia un compromiso. Probablemente logrará la identidad. Estas personas suelen tener altos niveles de desarrollo del yo, razonamiento moral y autoestima. Se muestran más ansiosos y temerosos del éxito. A menudo mantienen una lucha ambivalente con la autoridad paterna.
3. Logro de identidad (crisis que lleva al compromiso). En este nivel, el adolescente se ha comprometido con algo después de un periodo de crisis, después de un tiempo dedicado a pensar y sopesar alternativas. Son personas con altos niveles de desarrollo del yo y razonamiento moral. Se rigen por un control interno, tienen seguridad en sí mismas, alta autoestima y funcionan bien en condiciones de estrés y cercanía emocional. Los padres de estos adolescentes estimulan la autonomía y la relación con los profesores; las diferencias se analizan de un modo colaborador.
4. Confusión de la identidad (sin compromiso, crisis incierta). En este nivel puede o no haberse considerado las opciones, pero se evita el compromiso. Son adolescentes superficiales e infelices, a menudo solitarios. Tienen un bajo nivel de desarrollo del yo, razonamiento moral y seguridad en sí mismos; presentan habilidades deficientes para cooperar con los demás. Los padres de estos adolescentes no intervienen en su crianza, los rechazan, los ignoran o no tienen tiempo para ellos.
Diferencias de género en el desarrollo de la personalidad
Ambos sexos difieren en su lucha para definir la identidad. Las mujeres se juzgan según sus responsabilidades y su capacidad para cuidar de sí mismas y de otros. Ellas tienden a alcanzar su identidad más a través de la cooperación que de la competencia.
Las niñas adolescentes parecen madurar más deprisa que los varones. Estas diferencias surgen hacia el final de la niñez, aumentan alrededor de los 13 años y son bastante amplias durante la adolescencia. Cuando los chicos son aún egocéntricos, las chicas han pasado hacia la conformidad social; y cuando los chicos comienzan a ser conformistas, ellas se vuelven más autoconscientes.
Estas diferencias parecen estar relacionadas con las diferentes experiencias sociales de chicos y chicas, como las diferencias en su forma de jugar o relacionarse entre ellos. En el juego, las chicas utilizan una estructura más flexible, menos apegada a reglas rígidas que el juego de los varones; esto puede favorecer el desarrollo del razonamiento moral. Las chicas suelen formar grupos de interacción pequeños, que ofrecen más oportunidades para conversar e imitar las relaciones de los adultos que los grupos grandes de juego que suelen formar los chicos. Los chicos suelen ser también más competitivos, lo cual puede estimular la impulsividad.
En la edad adulta, estas diferencias desaparecen.
La autoestima en los adolescentes
En un análisis de 99 entrevistas con niñas de diferentes edades se vio que la confianza de las niñas en ellas mismas y su percepción del mundo es bastante elevada hasta los 11 o 12 años. Hasta esa edad, tienden a ser más perceptivas respecto a los temas de relaciones y con mentalidad abierta acerca de los sentimientos. Sin embargo, al llegar a la adolescencia, muchas aceptan los estereotipos de cómo se supone que deberían ser y reprimen sus verdaderos sentimientos. Al darse cuenta de que están perdiendo parte de sí mismas y de que esto les impide tener relaciones auténticas, su confianza se resquebraja.
Por el contrario, aquellas que siguen siendo honestas consigo mismas y con los demás al reconocer sus verdaderos sentimientos y expresarlos de manera apropiada, pueden mantener una relación saludable con ellas mismas y los demás. Estas chicas tienen una autoestima alta, se consideran competentes y es más probable que no se dediquen a profesiones tradicionales.
En los chicos, la autoestima también desciende en la adolescencia, pero no tanto como en las chicas.
5. EL AUTOCONCEPTO Y LA AUTOESTIMA.
El autoconcepto es la visión que cada persona tiene de sí misma.
La influencia del autoconcepto en la conducta es decisiva, pues la manera de actuar de cada uno estará en parte condicionada por lo que considera que es capaz de hacer, más que por la existencia objetiva de la capacidad en cuestión. Lo que cada uno piensa que es condiciona lo que de hecho sea, pues nos comportamos como creemos que somos.
La autoestima es la valoración (más o menos positiva) que hacemos de nosotros mismos, y es importante poseer un autoconcepto positivo para desenvolverse en las distintas situaciones vitales. Los factores influyen en la creación del autoconcepto son los siguientes:
- La opinión y expectativas que los demás tienen acerca del sujeto. La conciencia de uno mismo nace del reconocimiento de los otros. Desde pequeños nos vemos en los demás como en un espejo y nos acomodamos a lo que otras personas esperan de nosotros y así vamos conformando el autoconcepto. “La experiencia de sentirse objeto de consideración positiva por parte de los demás tiene que preceder a la experiencia de la consideración positiva de sí mismo”, dice Rogers.
- Las vivencias de éxito o fracaso que vaya teniendo el sujeto.
- La importancia relevante de la opinión de ciertas personas que tienen unos vínculos especiales con el sujeto para la formación de una autoimagen positiva o negativa (padres, amigos, mitos de la adolescencia, etc.)
La formación del autoconcepto se inicia en los primeros años y se va consolidando en los años posteriores, tanto en sentido positivo como negativo, tomando una estabilidad difícil de cambiar con el paso del tiempo.
Los investigadores señalan los beneficios de la autoestima positiva y los riesgos de una autoestima negativa. Las personas que tienen una buena opinión de sí mismas padecen menos úlceras, menos insomnio, tienen mayor tolerancia a la frustración y en general son más felices. En cambio, las personas que sienten un bajo aprecio de sí mismas están expuestas a la depresión. Las que tienen una imagen de sí mismas que no se ajusta a lo que quisieran ser suelen sufrir ansiedad. Las personas que tienen una actitud negativa frente a ellas mismas tienden a mostrarse muy críticas con los otros, es como si su inseguridad les llevase a intentar impresionar a los demás y por eso los menosprecian.
6. TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
Podemos señalar tres criterios para diferenciar el funcionamiento de la persona con un trastorno de personalidad:
• Presenta poca estabilidad emocional, incapacidad de adaptación en condiciones de estrés; provoca situaciones críticas y percibe la realidad social de forma distorsionada.
• Es inflexible desde el punto de vista adaptativo. La persona normal es flexible respecto al papel que desempeña y sabe modificarlo de acuerdo a cuál sea el entorno.
• Las conductas patológicas que dominan su vida se repiten como círculos viciosos, provocando nuevos problemas y perdiendo oportunidades de mejorar.
Las alteraciones de personalidad surgen en todas las culturas y grupos sociales. Son pautas de conducta limitadas y rígidas, que impiden nuevos aprendizajes y causan fragilidad emocional en situaciones estresantes (la persona pierde el control).
Algunos de los trastornos más comunes de la personalidad son:
• Personalidad antisocial (psicópata). Se trata de un individuo frío, duro, insensible, ambicioso y agresivo, con baja tolerancia a la frustración. Le da igual el peligro o el castigo. Descuida los derechos y el bienestar de los demás. Es rígido e inflexible, evita las emociones tiernas por considerarlas signos de debilidad.
• Personalidad narcisista. Es presuntuoso, esnob, mimado y explotador. Sobrevalora su importancia personal. Dirige sus afectos hacia sí mismo más que hacia otros. Espera que los demás reconozcan su valor único y personal. Quiere ser el centro de atención y se comporta de forma exhibicionista.
• Personalidad dependiente. Se caracteriza por la docilidad. Necesita que le ayuden y apoyen constantemente. Tiene baja autoestima y sentimientos de inferioridad; prefiere renunciar a la propia responsabilidad y dejar que los demás le controlen y decidan por él.
• Personalidad evitativa. Es un patrón de inhibición social, sentimientos de inadecuación e hipersensibilidad a la evaluación negativa.
• Personalidad histriónica. Es superficial, frívolo, caprichoso y sin empatía. Su conducta es excesivamente dramática, exagerada y afectivamente frágil, y sus relaciones interpersonales se caracterizan por la inmadurez, la seducción y la manipulación.
• Personalidad pasiva-agresiva. Personalidad negativista. Tendencia a decir siempre que no, no complacer a los demás, malhumorado, pesimista y quejica. Suele estar descontento y desmoralizar a los demás.
• Personalidad obsesivo-compulsiva. Tiene tendencia a construir su mundo en términos de reglas y normas, esquemas y jerarquías. Se relaciona con los demás según su rango y estatus. Los valores convencionales son las reglas con las que vive. Es afectivamente reprimido, solemne y serio. No expresa su afecto por miedo a experimentar emociones incontrolables.
• Personalidad esquizoide. Consiste en la incapacidad para percibir el humor o las necesidades de los demás. La persona esquizoide es insensible y poco comunicativa. Es impreciso sobre sus metas, indeciso en sus acciones, permanece absorto en sí mismo y está aislado socialmente. Trabaja calladamente y rara vez atrae la atención de quienes están en contacto con él.
• Personalidad paranoide. Es la tendencia a estar siempre en guardia y a desconfiar de los demás; rechaza las relaciones personales íntimas, en las que exista una pérdida de poder, de independencia y autocontrol. La persona se vuelve suspicaz, resentida y hostil.