DILEMAS MORALES I
1a. La mayoría de nosotros tiende a ser poco rigorista en el cumplimiento de los preceptos morales, siendo frecuente la caída en una especie de laxitud moral que nos hace incumplir normas éticas en según qué ocasiones y circunstancias.
Básicamente, solemos saltarnos dichas normas cuando las consecuencias de determinada acción nos benefician especialmente. En esos momentos, tratamos de convencernos acerca de que apenas ha tenido importancia nuestra ‘inmoralidad’, algo así como si hubiéramos cometido un ‘pecadillo’ sin más importancia.
Sin embargo, en esas ocasiones no queremos darnos cuenta de que nuestros actos han perjudicado a otras personas, las cuales tal vez siempre se hayan comportado moralmente para con nosotros.
En esos instantes, muchas veces acudimos al socorrido "todos hacen lo mismo" o a "si yo no lo hubiera hecho, seguro que otro sí; con lo cual yo quedaría como un tonto y él como un listo". Esas pretendidas justificaciones sobre nuestra laxitud moral tal vez pueden calmar nuestra conciencia (generalmente olvidamos pronto esas transgresiones), pero lo que no posee ninguna duda es que resultan muy difíciles de justificar desde una racionalidad ética.
Por ejemplo, ¿serías capaz de mentir sobre tu cualificación profesional para conseguir un trabajo, aun cuando con esa mentira perjudiques a otros candidatos al puesto de trabajo? Si te encontraras en esa situación: ¿dirías la verdad u optarías por intentar alcanzar ese trabajo a toda costa? En este último caso, ¿cómo justificarías moralmente tu conducta?
2a. Por regla general, ¿qué prefieres tú cuando te encuentras enfrentado/a a un dilema moral? ¿Tener un código de conducta que te diga exactamente qué hacer en cada situación concreta (tal es la intención de la casuística), o tomar la decisión únicamente desde tus criterios personales, aunque éstos no estén excesivamente fundamentados?
Dicho de otro modo, ¿prefieres que te digan lo que debes hacer en materia de moralidad (es decir, aceptas que existen personas más preparadas intelectualmente que tú, las cuales han reflexionado anteriormente sobre ese problema), o deseas tomar tú tus propias decisiones éticas, aunque te equivoques en ellas? Es decir, ¿quieres ser autónomo en materia moral o prefieres hacer caso a las personas que saben y han reflexionado sobre cuestiones similares, aunque las circunstancias personales hagan de tu caso algo único e irrepetible?
3a. Una de las tácticas habituales de los secuestradores (de personas, de aviones con pasajeros, etc.) consiste en plantear determinadas peticiones (dinero, liberación de presos, etc.) a cambio de soltar a los rehenes.
Los poderes públicos se ven abocados entonces a un dilema terrible: o ceden ante los secuestradores y consiguen así la liberación de los rehenes; o no lo hacen y se arriesgan a que mueran. Habitualmente, los poderes públicos no ceden, argumentando que, si lo hicieran, esa claudicación daría pie a otros grupos o personas a utilizar la táctica del secuestro para conseguir sus objetivos.
En el caso de que tú tuvieras que tomar una decisión de este tipo, ¿qué harías? ¿Sería la misma tu decisión si entre los rehenes se encontraran familiares y personas muy queridas por ti?
4a. Aunque casi todos tenemos claras cuáles son las normas éticas que deben guiar nuestras acciones, a veces su cumplimiento nos provoca profundos dilemas, sobre todo en aquellos casos donde cumplimiento del deber choca contra nuestros afectos o nuestras relaciones familiares. De ahí que los legisladores hayan introducido en muchas Constituciones (entre ellas la española) el derecho que nos asiste a no declarar en contra de un familiar, sin que por ello podemos ser considerados como cómplices o encubridores de algún delito cometido por él
Ahora bien, nuestro derecho legal en ocasiones puede ser incompatible con nuestra moralidad, ya que algunas personas entienden que el deber moral debe de estar por encima de cualquier tipo de vinculación personal.
Imagínate que sabes que algún familiar tuyo ha cometido un delito grave que ha lesionado los derechos esenciales de alguna persona. ¿Lo denunciarías o te acogerías al derecho constitucional de no declarar en contra de él, aunque con ello se evite la reparación debida a las personas perjudicadas con la acción de dicho familiar?
Especifica qué harías en un caso como el anterior y por qué actuarías así.
5a. Supónte que estás preparando unas oposiciones y te surge la oportunidad de utilizar un enchufe con uno de los miembros del tribunal. ¿Lo harías o no? En el caso de utilizarlo, ¿cómo justificarías moralmente tu decisión? ¿Argumentarías que eso es una costumbre porque muchas personas utilizan enchufes, y que, por lo tanto, ese hecho es algo natural? ¿O te arriesgarías a no aprobar y a seguir con tu conciencia tranquila por no haber perjudicado a los demás opositores? ¿Qué consideras más importante: tu bienestar económico personal o la satisfacción con respecto a tu conciencia moral?
6a. Es frecuente que las leyes y las normas morales varíen de unas sociedades a otras. En muchas ocasiones esto es debido a que las sociedades poseen diferentes tradiciones históricas, religiosas y culturales.
Un problema que se plantea muchas veces es el que padecen personas que, por diversos motivos, tienen que trasladarse a vivir a un país donde las costumbres sociales y las normas morales que rigen en él son muy diferentes a las de su lugar de procedencia.
Así, muchos inmigrantes musulmanes que vienen a trabajar a España, tienen un conjunto de normas religiosas (de obligatorio cumplimiento para ellos) que chocan con las costumbres occidentales. Por ejemplo, la de rezar determinadas veces al día, siguiendo unos ritos determinados.
Imagínate que tú eres el dueño de una fábrica y tienes contratado a varios musulmanes. ¿Les permitirías parar de trabajar a determinadas horas con el fin de que pudieran cumplir con sus deberes religiosos? ¿O decidirías que la religión es asunto privado suyo, y que no tiene nada que ver con el horario de la fábrica, es decir, les impedirías realizar sus rezos siempre que coincidieran con el horario laboral?
7a. Los prejuicios sociales a veces están tan arraigados y son tan profundos, que resulta prácticamente imposible erradicarlos de algunas personas.
Supón que eres una joven enamorada de un hombre que considera que su mujer no tiene que trabajar fuera del hogar, ya que su función consiste en cuidar de la casa y de los hijos que vengan. Tú tienes un trabajo que te gusta, y tratas de convencerle sobre tu deseo de continuar trabajando en él tras la boda. Pero él insiste en que no...
¿Te casarías, primando así el amor sobre cualquier otra consideración, o decidirías romper la relación porque ésta coarta tu libertad, aunque esa separación te procovara gran dolor afectivo?
8a. Muchos de los dilemas morales que se nos plantean en nuestra vida cotidiana tienen que ver con un conflicto provocado por la elección entre dos actos que son buenos en sí mismos, pero que no pueden realizarse simultáneamente, lo cual nos obliga a darle preferencia a uno de ellos a costa del otro.
Veamos un caso:
Le pediste prestado dinero a un amigo para adquirir algo que te resultaba indispensable o que simplemente te gustaba. Después de un gran esfuerzo, consigues ahorrar la cantidad adeudada. Pero en ese momento, descubres que un amigo tuyo necesita dinero urgentemente para una cuestión importante y no tiene medios de conseguirlo. Te pide, como un gran favor, que le prestes el dinero que tú has ahorrado. Te argumenta que el amigo a quien le debes el dinero no tiene problemas económicos y que puede pasar sin él durante un tiempo.
Vas a hablar con la persona que te prestó dinero y le cuentas la situación. Él te dice que no es justo que prestes dinero cuando tú lo debes, por lo que considera que tu obligación moral es pagar antes lo adeudado. Tú le insistes en la necesidad que tiene la otra persona, pero él no se aviene a razones.
¿Qué harías?
9a. A veces el dilema se presenta de manera muy similar al caso anterior, pero a la inversa. En esos casos, lo que se trata es de actuar provocando el menor daño posible, ya que las dos opciones del dilema implican el causar un daño a otra persona.
Supón que, durante mucho tiempo, llevas saliendo como pareja con un chico o una chica. Un día conoces a otra persona y te enamoras de ella (lo que se dice un flechazo, vamos). Sabes que tu novio/a está totalmente enamorado/a de ti, y que romper con vuestra relación puede provocarle graves trastornos, ya que él/ella tiene tendencia a la depresión. Además, se trata de una persona tímida que ha desarrollado una gran dependencia afectiva y social hacia ti, con lo cual tu abandono la colocaría en una situación crítica.
La persona de la que te has enamorado recientemente te ha correspondido, pero ahora te pide que dejes a tu antigua pareja para salir con ella.
Se te plantean simultáneamente varios conflictos:
- ¿Debes hacer caso sólo a tus sentimientos e irte con esa segunda persona, aunque la conozcas poco y no sepas si vuestra relación va a funcionar?
- ¿Debes quedarte con tu antigua pareja para no provocarle daño y seguir manteniendo una relación de afecto y amistad, esperando que el amor vuelva a aparecer, e hiriendo en sus sentimientos a la segunda?
- ¿Debes convencer a esta última de que debéis mantener relaciones secretas antes de comprometeros definitivamente y romper con tu primera pareja?
- ¿Debes decir la verdad a tu primera pareja, aunque eso le provoque una depresión?
- ¿Debes hablar con las dos para comunicarles que estás hecho un lío y que prefieres esperar antes de tomar una decisión al respecto, aunque corras el riesgo de que ambas te abandonen?
10a. El puritano se caracteriza por ser una persona rígida e intransigente que exige a los demás ser tan estrictos como él en la aplicación severa de sus normas morales. En ese sentido, el puritano es excluyente. A su vez, y en gran medida, también es un dogmático, puesto que se cree en posesión de verdades absolutas que no admiten crítica.
En EE UU existen muchos grupos de puritanos que se caracterizan por sus campañas en contra de los movimientos liberales (grupos contraculturales, movimientos en pos de la igualdad de derechos para la mujer, para las razas, etc.), llegando incluso a cometer actos de violencia contra los partidarios del aborto y de otros movimientos sociales progresistas.
El puritanismo se caracteriza allí por la defensa a ultranza de sus ideas, a las que no dudan en defender desprestigiando y atacando a sus contrarios ideológicos. Tienen una enorme influencia en la política, puesto que es normal que financien económicamente las campañas de muchos senadores y, en ocasiones, hasta de candidatos a la presidencia. Tratan así de presionar para que las leyes que se aprueben estén en consonancia con sus ideas morales, a la vez que se persigan o se prohíban acciones que ellos consideran contrarias a su moral.
El dilema que te planteamos es muy habitual en la historia de la ética; su formulación clásica es la siguiente: ¿debemos ser tolerantes incluso con los intolerantes? Aplicando la pregunta al caso del puritanismo: ¿hay que ser demócrata y permitir sus campañas de descalificaciones y acoso contra lo que no les gusta moralmente o, al contrario, hay que utilizar sus mismas armas -campañas agresivas, descalificación de los contrarios, persecución y marginación social, económica y laboral de los contrarios- para combatirlos?
11a. Si tuvieras que seleccionar a un socio para montar un negocio en común, ¿a quién elegirías? ¿A una persona muy moralista, con lo cual sabes que nunca te engañará, aunque también sabes que no te permitirá ocultar ningún dato a Hacienda ni abusar de tus clientes cobrándoles márgenes más altos que lo habitual? ¿O a una persona más relajada en su moralidad que sí te permitiría hacer esa ‘pequeñas trampas’ a Hacienda y a los clientes, pero que tal vez también te pudiera engañar a ti?
12a. Una persona decide ayudar a morir a un amigo que se encuentra irremediablemente enfermo, sin posibilidad alguna de curación y sufriendo grandes dolores, cuando éste -quien no se ve capaz de suicidarse- se lo pide insistentemente.
Si tú te encontraras en ese caso, ¿qué harías? ¿Te considerarías responsable de esa acción o crees que la responsabilidad recae en tu amigo enfermo? ¿Por qué? Desde una perspectiva ética, ¿consideras moral o inmoral esa acción? Trata de justificar racionalmente tu elección.
1b. El problema conocido como ‘voluntad cautiva’ o ‘voluntad esclava’ plantea a menudo debates éticos acerca de la responsabilidad moral del que la sufre. Consiste el fenómeno en que una persona ‘pierde su voluntad’ como consecuencia de un adoctrinamiento sufrido a manos de otra persona, de tal modo que ya no ve por otros ojos que por los de ella.
Estos sujetos son fácilmente manipulables por parte de su mentor (así sucede en las sectas o en los grupos cerrados donde la influencia del líder es asfixiante), y llegan a cumplir órdenes sin reflexionar sobre las consecuencias de su acción, sólo por haber sido dictadas por la persona que tiene dominada su voluntad. Lo que algunos pensadores se preguntan es: ¿cabe considerarlo responsable moral de sus actos si su voluntad nada puede decidir al respecto o habría que considerarlo como un enfermo psíquico y, por tanto, irresponsable?
En el caso de que tú fueras juez y tuvieras capacidad de interpretar la ley en ese caso, ¿considerarías culpable de una acción a una persona sobre la que no existiesen dudas de que padecía una ‘voluntad cautiva’? ¿Le condenarías, aunque rebajarías la pena con el atenuante de que había actuado inducido por otra persona? ¿O le aplicarías el máximo de la condena por haber sido el ejecutor material del acto y, por tanto, haberse convertido en un peligro social?
Plantéate ahora el mismo tema, pero desde el ámbito de la ética: aunque lo juzgases culpable legal, ¿lo consideras también culpable moral? ¿Por qué?
2b. Te planteamos ahora otro dilema, en este caso directamente relacionado con el anterior. En el asunto del terrorismo, ¿a quién considerarías legalmente más culpable de una muerte: ¿al que la ordenó, aunque no participó en ella, o al ejecutor material del atentado terrorista, quien al fin y al cabo sólo obedecía órdenes?
¿Considerarías también culpable legal al que se muestra partidario de las tesis terroristas, aunque no pertenece a la organización ni participa en ningún acto convocado por ella? ¿O crees que manifestar la opinión personal queda amparado por el derecho a la libertad de expresión? Justifica racionalmente las medidas legales que tú tomarías -en el caso de hacerlo- contra esta última persona.
¿Y moralmente? ¿La considerarías responsable o no?
3b. Decidir si una coacción es legítima desde el punto de vista ético no resulta nada fácil en muchas ocasiones. Para decidirlo, deben analizarse las razones en las que se basa dicha coacción, si los medios que emplea son proporcionados al fin que se quiera alcanzar o no, si existe alguna otra alternativa que no implique el uso de la coacción, etc.
Te proponemos un dilema real. Tras ser el causante de la Guerra del Golfo, Irak, y después de su derrota militar a manos de una coalición de países, fue sancionado con un embargo económico, embargo aprobado por Naciones Unidas. Según dicha norma, quedaba prohibido comerciar internacionalmente con el Estado iraquí, y los países que lo hiciesen podían ser sancionados. El embargo se entendía como una forma de coacción legítima (era legal porque había sido votado en la ONU) para acabar con la dictadura personal de Sadam Hussein y con su política de exterminio con respecto a las minorías étnicas de kurdos y shiítas que habitaban en su país.
Sin embargo, hubo asociaciones, ONG y personas particulares que se opusieron al embargo, argumentando que era la población civil la que sufría los efectos del mismo (falta de alimentos básicos, de medicinas, etc.), mientras que los dirigentes políticos disfrutaban de las ventajas del cargo. Estos grupos entendían que ese método de coacción no era legítimo puesto que se valía de medios inapropiados moralmente (perjudicaban a los pobres) para alcanzar un fin legítimo (acabar con la dictadura y el exterminio).
Sin embargo, la ONU continuó con el embargo, suavizado recientemente con una medida humanitaria: se permite vender petróleo a Irak, pero a cambio de que con el dinero de la venta compre exclusivamente medicamentos y alimentos básicos.
Si tú te hubieras encontrado en el dilema de aprobar o no el embargo, ¿qué hubieses hecho y cómo habrías justificado tu decisión?
4b. En ocasiones, los deberes morales entran en contradicción con algunos deberes profesionales (códigos deontológicos).
Imagínate que eres un abogado al que, por el turno de oficio, corresponde defender a un acusado de asesinato. Como es obvio, el reo tiene derecho a la presunción de inocencia y también a una defensa jurídica de su caso. En tus conversaciones privadas con él, te confiesa que es culpable, aunque tiene una coartada. Te dice que tu misión como abogado será convencer al juez de que la coartada es verídica y obtener así la absolución.
Se te plantea entonces un dilema profundo: si decides defenderlo, deberás hacer todo lo posible para convertir una mentira en algo creíble; si te niegas a hacerlo (¿y si se negasen también todos los demás abogados?), estarás vulnerando el derecho de defensa que asiste al acusado.
¿Qué harías?
5b. Hume sostiene que nuestra percepción de lo bueno y lo malo se produce a través de las emociones de aprobación o de rechazo moral que nos causa contemplar determinadas acciones. Por tanto, para él, los juicios morales no son objeto de la razón, sino del corazón.
Ahora bien, esa concepción plantea algunos problemas. Por ejemplo, para una persona educada en el canibalismo ritual el hecho de comer carne humana suscita en él una reacción de aprobación moral, cosa que por supuesto no sucede en el caso de una persona para quien el canibalismo sea un acto inmoral. Es decir, con la teoría de Hume nos encontramos ante la imposibilidad de llegar a leyes morales de alcance universal, o al menos en ciertos casos particulares.
Eso sucede también con determinados psicópatas. Según afirman los psiquiatras, los actos terribles que comenten (asesinatos, violaciones, etc.) no les provocan ninguna emoción ni sentimiento; es decir, son incapaces de conmoverse; de ahí que puedan cometer actos atroces sin tener ni remordimientos ni sentimientos de culpabilidad.
Si tú fueras un juez y tuvieras que determinar la responsabilidad moral de uno de estos psicópatas, ¿lo condenarías a cadena perpetua -si esa condena existiese en el sistema legislativo- o le eximirías de culpa, aunque ordenarías su ingreso en un centro psiquiátrico hasta su curación, incluso aunque en estos centros las medidas de seguridad son escasas y pudiera escaparse?
6b. La falacia naturalista viene a decir que la moral consiste en sentimientos y no en razonamientos intelectuales. Si tuvieras que decidir acerca de participar o no en una manifestación antiglobalización (tan de actualidad en la hora presente), ¿lo decidirías racional o sentimentalmente? ¿Por qué?
7b. El conflicto entre el deber moral y los sentimientos (sobre todo, los relacionados con el amor familiar o pasional) aparece frecuentemente en nuestras vidas. En muchas ocasiones, tendemos a perdonar ciertos actos inmorales de nuestros seres queridos, justificándolos con razones poco convincentes. Y también puede suceder que, algunas veces, no cumplimos con nuestro deber moral con el fin de no herir o perjudicar a las personas de nuestro alrededor (por ejemplo: cuando decimos mentiras piadosas, o cuando ayudamos a un ser querido perjudicando con nuestra acción a un tercero y vulnerando con esa acción los principios de igualdad o justicia).
Sin embargo, existen personas de una moralidad intachable que no se dejan influir por los sentimientos cuando éstos chocan contra el cumplimiento de un imperativo o deber moral. Sin embargo, en ocasiones entran en conflicto dos deberes, con lo cual incluso las personas de moral rígida pueden tener dudas sobre lo que hacer.
Uno de estos casos es recogido por la tradición histórica española (para algunos historiadores, sin embargo, se trata tan sólo de una leyenda) y es bien conocido. Le sucedió a un personaje llamado Guzmán el Bueno, gobernador de la plaza de Tarifa. Cuenta la tradición que, estando sitiada la ciudad por los musulmanes y viendo éstos que no conseguían rendirla, capturaron como prisionero al hijo del gobernador. Posteriormente le propusieron un trato: si dejaba entrar a las tropas sitiadoras dentro de la ciudad, liberarían al hijo y dejarían marchar a los sitiados; en el caso de no acceder, el hijo sería ejecutado. Cuando Guzmán el Bueno escuchó esta proposición, cuentan que arrojó un cuchillo desde la muralla para que con él degollasen a su propio hijo.
Como ves, nuestro personaje antepuso su deber de militar al de padre. ¿Te parece correcta esta acción? ¿Qué hubieras hecho tú en su lugar, si como cabía suponer la plaza no podría resistir durante mucho tiempo el asedio y finalmente sería tomada?
8b. Es muy frecuente que consideremos algunos imperativos legales (leyes) como injustos (o, por lo menos como discutibles) y que pensemos que no deben ser de acatamiento obligatorio para todos. Por ejemplo, existen muchas personas a favor de la eutanasia, aunque las leyes la prohíban. Argumentan que aprobar una ley que autorizase la eutanasia permitiría que aquellos que deseen morir, en caso de enfermedad dolorosa e incurable, tendrían el derecho a hacerlo, mientras que la aprobación de esa ley no obligaría a los que estén en contra de la eutanasia a que se les practicase la misma. Sin embargo, cuando está prohibida, todos los ciudadanos están obligados a aceptar esa prohibición y en caso de no hacerlo se arriesgan a sufrir pena de prisión.
Si tú estuvieses a favor de un derecho que considerases justo y que estuviese prohibido por ley, ¿te enfrentarías a los poderes públicos aun a costa de sufrir sanciones o, en cambio, te conformarías con la situación, argumentando que tu deber como ciudadano consiste precisamente en cumplir la ley para no tener problemas? Pon un ejemplo concreto.
9b. Aunque muchas veces tengamos claros nuestros propios juicios morales, actuamos en ocasiones ignorándolos o realizando actos que esos mismos juicios nos prohíben. Teóricamente es muy fácil vivir de acuerdo con las normas morales, pero en la práctica todos tenemos la experiencia de saber qué difícil resulta cumplir siempre con nuestros criterios morales.
Por ejemplo, todos sentimos como un deber moral ayudar a los necesitados; sin embargo, muchas veces vemos a un indigente o a un mendigo que nos pide limosna y, en ese momento, decidimos no dársela.
Si tú tuvieras una posición económica desahogada, ¿darías limosna a todo el que te pidiera por la calle? ¿Sólo a los muy necesitados? ¿A unos sí y a otros no (intenta entonces especificar a quién)? ¿A nadie? Razona tu elección.
10b. Siguiendo con la cuestión de las limosnas, ¿se la darías a un mendigo alcohólico, aunque supieras que probablemente se gastara el dinero en vino? ¿Argumentarías que el fin para el que pide dinero -emborracharse- es malo, y por tanto te abstendría de dársela? ¿O pensarías que es un enfermo que no puede evitar emborrarse, y que ese acto no hace mal a nadie salvo a él mismo, y en razón de su adicción incurable, le darías la limosna que te solicita? ¿Consideras inmoral alguna de las dos decisiones anteriores? ¿Por qué?
11b. Te proponemos un dilema del Oeste o de la Ciencia-Ficción, como tú prefieras. Seguramente habrás visto un buen número de películas del Oeste, y también de Ciencia-Ficción (para muchos críticos, bastantes películas de este género reproducen planteamientos casi literales de ciertas películas del Far-West), donde se muestra una ciudad o un territorio sin ley (es decir, un ejemplo de anomia). Por regla general, siempre hay un valiente o un grupo de valientes que se enfrentan a las fuerzas del mal personificadas por bandoleros, extraterrestres o personajes sin moral alguna. Casi todas ellas tienen final feliz, y generalmente el chico se lleva a la chica o viceversa.
Pero ahora vamos a hablar de la vida real, ¿te atreverías tú a ser el valiente en un país o en una ciudad dominada por las mafias, enfrentándote a ellas (independientemente de que al final te lleves al chico o a la chica) con el fin de defender la justicia? ¿O te quedarías en casa viendo películas del Oeste?
12b. Los conflictos entre valores son muy frecuentes en nuestras vidas. De ahí la importancia de poseer una jerarquía de valores que nos ayude a decidir en el caso de tener que elegir entre dos valores. Sin embargo, no siempre resulta fácil, puesto que no existen normas válidas para todas las situaciones. En cada caso, pues, es necesario analizar un conjunto amplio de variables, tales como las peculiaridades de las personas intervinientes, los motivos, los intereses que están en juego, etc.
Veamos un ejemplo. Tanto la amistad como la sinceridad son valores importantes en nuestras vidas; no obstante, en ocasiones debemos elegir uno de ellos en detrimento del otro. Imagínate que un íntimo amigo tuyo suspende muchas asignaturas; él le echa la culpa a los profesores (no finge; cree realmente que le tienen manía y que por eso le suspenden). Tú eres un buen alumno y has tratado de ayudarle a preparar los exámenes y trabajos. En esos días, te has dado cuenta que tu amigo no es demasiado inteligente y que tiene una falta de preparación previa, lo que explica sus malos resultados académicos. Sin embargo, él no acepta esa verdad, y se enfada muchísimo cuando alguien se lo insinúa. Tú le aprecias mucho y no sabes si hablar sinceramente con él, porque temes su enfado.
Un día le sale una oportunidad de trabajar; sin embargo, él no la quiere aceptar pues su deseo es continuar estudiando, aunque es incapaz de aprobar el curso. Tú le hablas de las ventajas de la oferta de trabajo, pero él se niega a escucharte.
¿Qué harías: decirle la verdad sin tapujos, aunque le doliera, o dejar que él haga lo que quiera, aunque tú sepas que va a suspender? En este caso, ¿qué valor antepondrías: la amistad (para no causarle un daño psicológico) o la sinceridad (para evitarle un fracaso seguro)?
13b. Si se te planteara el dilema de tener que elegir entre las teorías relativistas (los valores son relativos: dependen de cada persona o cada cultura) y las teorías objetivistas (los valores son objetivos, puesto que están realmente en las cosas y en las acciones, aunque determinadas personas no los sepan apreciar o se equivoquen al juzgar dichas acciones), ¿por cuál de las dos te inclinarías? ¿Piensas que es posible una actitud intermedia? Justifica detalladamente tu respuesta.
1c.La teoría ética del emotivismo puede conducir a muchos dilemas morales, ya que basa la valoración ética de una acción en los sentimientos morales que nos provoca la contemplación o el pensamiento de ese acto.
Imaginemos el siguiente caso: tú percibes la decisión de abortar como algo correcto moralmente, ya que antepones el derecho de la madre sobre su propio cuerpo; en cambio, tu pareja lo percibe como algo inmoral, ya que para ella es prioritario el derecho a la vida del feto. Desde una perspectiva emotivista, el mismo hecho (decidir si abortar o no) es percibido emocionalmente de dos formas diferentes.
¿Qué criterio seguirías tú entonces para tratar de convencer a tu pareja acerca de la conveniencia o no de abortar?
2c. Los estoicos argumentaron que el sabio, si quería ser feliz, debía evitar las pasiones y concentrarse en el deber que le dictaba la naturaleza, puesto que para ellos ceder a las pasiones significaba un desequilibrio psicológico que, a la larga, nos provocaba infelicidad.
Seguramente, en muchas ocasiones te habrás encontrado con un dilema de tintes estoicos y habrás dudado entre seguir tus inclinaciones pasionales o no hacerlo por respeto al deber moral. Nosotros te vamos a plantear uno de estos posibles dilemas.
Supongamos que estudias el último curso del bachillerato y tienes un examen importantísimo para el lunes, en una materia que te resulta difícil y cuyas notas a lo largo del curso te dan una media de 4. Sabes que la única oportunidad de aprobar la asignatura y poder ir a Selectividad es sacar una buena nota en ese último examen.
Casualmente el sábado toca tu grupo de música favorito en una ciudad cercana. Un grupo de fans (al que tu perteneces) organiza un viaje para ver el concierto. Se trata de un grupo extranjero que nunca antes ha venido a España y que se caracteriza por dar muy pocas galas en directo. Sabes que si te pierdes esa oportunidad, tardarás bastantes años en poder tener otra semejante.
Tu duda es difícil de resolver: ¿debes mentir a tus padres diciéndoles que no tienes ningún examen el lunes para que te dejen ir a ver el concierto? ¿O debes renunciar a él a causa de tus obligaciones escolares?
En el caso de que cedieras a tus deseos y fueras al concierto ¿tendrías luego sentimientos de culpa en caso de suspender la asignatura? ¿Qué te produciría más placer: ver a tus ídolos y pasarte todo el verano estudiando la asignatura, o aprobar, aunque te perdieras el concierto?
3c. Exponemos a continuación el conocido dilema que un joven presentó a Sartre, pidiéndole consejo sobre lo que hacer, y que el filósofo siempre puso como ejemplo para indicar que cada dilema moral implica unas circunstancias tan personales (donde intervienen la personalidad del sujeto, las peripecias vitales, las ideas personales, etc.) que es imposible establecer normas generales que sean válidas para situaciones parecidas.
El dilema es el siguiente:
Un joven se pregunta qué hacer: si alistarse voluntario al ejército porque la patria ha sido invadida por un enemigo exterior, o renunciar a luchar por su país y quedarse en cada cuidando a su madre enferma.
Cuando el joven le planteó el dilema, Sartre le dijo simplemente que él no podía ayudarle, puesto que esa decisión era totalmente personal y, por tanto, debía decidirla él. En lo único que le podía servir de ayuda era en entender la angustia que le provocaba ese dilema.
¿Qué harías tú en un caso semejante?
4c. Para Sartre, llevar una existencia inauténtica consiste en buscar cobijo bajo determinadas ideologías para saber qué es lo que hay que hacer (pueden ser ideologías religiosas, política, morales, culturales, de tribus urbanas, etc.). Por contra, una existencia auténtica significa asumir que no existe nada más que esta vida, y que en ella somos sujetos esencialmente libres, cuya esencia consiste precisamente en tomar decisiones acerca de lo que deseamos para el futuro. Pero asumir esa libertad, nos provoca congoja, angustia, incertidumbre...
Te pedimos que resuelvas el siguiente dilema: ¿qué prefieres tú?: ¿una existencia confortablemente instalado en una creencia religiosa, política, etc., que te diga siempre lo que tienes que hacer y así no vivir en la incertidumbre, o asumir totalmente que en este mundo no puede esperarse nada salvo tu libertad interior, lo que te conducirá inevitablemente a la duda y a la angustia de equivocarte al tener que elegir a cada momento?
5c. Te proponemos una variante sobre la conocida película Yo confieso, de A. Hitchcock. En ella un sacerdote católico recibe bajo el sacramento de confesión a un individuo que se declara culpable de haber cometido un asesinato. Como sabrás, en la religión católica existe el llamado secreto de confesión, por el cual un sacerdote no puede revelar nunca y bajo ninguna circunstancia cualquier dato que le haya sido comunicado durante el sacramento de la confesión.
En la película, se acusa del asesinato a un inocente, al que se considera sospechoso por indicios y porque no puede aportar ninguna coartada que lo libere de la sospecha. El sacerdote sabe que es inocente, pero no puede ir al juicio a declarar a su favor, porque su religión le prohíbe tajantemente hacer públicos los secretos de confesión.
Imagínate que tú te encuentras en la situación de ese sacerdote. Decides que no puedes decir quién es el culpable, pero que, en cambio, puedes ayudar al inocente que se sienta en el banquillo de los acusados, eso sí, diciendo una mentira de acuerdo con él: que a la hora del crimen el acusado estaba en tu iglesia confesándote contigo.
Sabes que mentir es un acto inmoral y que tu religión lo condena en todas las circunstancias, pero piensas que en este caso puede salvar a un inocente. Se te plantea entonces un dilema: ¿debes cometer una inmoralidad para conseguir un fin justo que es salvar a un inocente de una condena segura? ¿Qué harías tú? Y ya de paso, ¿qué haría Kant en esa situación?
6c. El hecho de copiar en un examen con el fin de aprobarlo, a veces puede perjudicar a los demás compañeros, como, por ejemplo, cuando se trata de una oposición a un puesto de trabajo, o cuando la nota media influye en el examen de selectividad y por tanto en la elección de plazas restringidas para una carrera o universidad.
Sin embargo, y en otras ocasiones, ese hecho no tiene influencia directa o material en los demás, como sucede, por ejemplo, en la ESO, ya que las notas medias no tienen repercusiones académicas significativas.
Supón que tuvieras la oportunidad de copiar impunemente en un examen:
¿Lo harías si se tratase de una oposición?
¿Lo harías si tu acto no repercutiera en los demás?
¿Serías kantiano y no copiarías nunca, incluso aunque tuvieses oportunidad?
7c. No se sabe muy bien por qué, pero desde hace muchas décadas los humoristas acuden con demasiada frecuencia a una imagen bien conocida por todos: la de un grupo de indígenas que colocan una cuba al fuego, mientras se relamen de gusto al ver llegar a la aldea a un despistado explorador, el cual ignora -y en eso debe radicar la gracia del chiste- que va a servir de cena en la mesa de los huéspedes que van a recibirlo.
Durante muchos siglos el canibalismo ha sido una práctica social (cuyos orígenes pueden ser religiosos según algunos antropólogos, o simplemente una adaptación evolutiva por motivos de supervivencia, según otros) muy extendida entre determinadas tribus americanas, africanas o polinesias.
Si valoramos ese hecho desde el punto de vista moral, podemos encontrarnos con diversas interpretaciones según sea la escuela ética que las efectúe. Para un relativista, por ejemplo, no cabe hablar de práctica inmoral (cuanto menos desde la responsabilidad moral de las tribus que practican canibalismo), ya que se trata de una costumbre ancestral en la que han sido educados todos los miembros de la tribu, cuyas normas morales no contemplan dicha costumbre como algo malo, sino al contrario. Para un relativista, por tanto, no podemos juzgar moralmente ese hecho desde nuestras ideas éticas; a lo más que podemos aspirar es a intentar convencer a los miembros de esa tribu de los efectos nocivos que posee dicha práctica con el fin de que la abandonen por su propio convencimiento.
En cambio, para los defensores del intuicionismo moral, de alguna manera los indígenas deben intuir que esa costumbre no se ajusta a las normas morales innatas de los seres humanos. Si esa tribu la práctica es por costumbre y tradición, es decir, por algunos motivos culturales que la justifican, a la vez que aportan razones para ‘convencer’ a los miembros de esa sociedad de que dicha práctica debe seguir realizándose, bien sea por motivos religiosos, de culto, o de cualquier otra índole.
Si tú tuvieras que juzgar moralmente esa conducta, optando por una de las dos interpretaciones anteriores, ¿por cuál te decantarías y por qué?
8c. En una votación en el Parlamento sobre si instaurar o no la pena de muerte en las leyes del Estado, debes decidir si votas a favor o en contra de ella. Como tienes dudas de conciencia, la noche anterior relees algunos libros de ética, concretamente las teorías de diversas escuelas que defienden algún tipo de intuicionismo moral.
Después de reflexionar largamente sobre lo que puedes percibir intuitivamente acerca de la moralidad o inmoralidad de la pena de muerte. ¿Qué votarías?
9c. En España, el caso más famoso y más polémico sobre la Razón de Estado fue el caso GAL. Como sabrás seguramente, el Ministerio del Interior (así lo entendieron los jueces, ya que condenaron por ello al ministro y al subsecretario de Estado) creó y financió un grupo parapolicial que se dedicó a cometer atentados contra miembros y simpatizantes de ETA en el sur de Francia. Las consecuencias fueron varios etarras asesinados, aunque también murieron algunos inocentes a causa de errores cometidos por el GAL. Como es lógico, este grupo contó con la complicidad de la policía y los poderes públicos españoles, quienes invocaron en secreto la Razón de Estado para tratar de justificar estos actos.
La opinión pública española quedó dividida en este tema. Hubo quienes apoyaron abiertamente al GAL (justificando que su fin era bueno: acabar con el terrorismo de ETA); quienes rechazaron radicalmente tales métodos al considerarlos inequívocamente inmorales, y quienes llegaron a decir que ellos estaban a favor de las acciones del GAL, pero que las hubieran hecho con mucha mayor profesionalidad (con el fin de haber evitado la muerte de inocentes y que al final se descubriera quiénes habían participado en el GAL).
Si tú te tuvieras que manifestar al respecto, ¿a qué opinión de la tres anteriores te sumarías y por qué razones?
10c. Existe un tipo de relativismo moral, muy extendido entre todos nosotros, que no se cuestiona teóricamente los fundamentos de la moralidad, sino que se limita a aplicarse en casos concretos, según sea la finalidad que mueve nuestros actos. Inspirándonos en él, tendemos a ‘relativizar’ el supuesto valor universal de las normas morales, es decir, a establecer excepciones a la regla siempre que pensamos que esas excepciones pueden beneficiarnos.
Por supuesto que, habitualmente, no aceptamos esas excepciones sin más, sino que solemos justificarlas en ‘ciertas’ razones mediante las que buscamos -por decirlo de alguna manera- una ‘coartada’ para nuestros actos.
Pongamos dos ejemplos concretos de situaciones que probablemente se te hayan presentado alguna vez en tu vida cotidiana:
a) Es probable que habrás oído a algún compañero tuyo -o tal vez tú mismo lo hayas pensado- que emborrarse un poco está bien, si con ello se vence la timidez y uno se puede divertir a lo grande e incluso ligar gracias a esa desinhibición. De esa manera (siempre que los fines sean buenos para uno mismo), se justifica la embriaguez, lo que no sucedería en otros casos; por ejemplo, emborrarse para tener valor antes de cometer ciertos actos violentos gratuitos.
b) Muchas personas ‘piratean’ discos o programas informáticos, aun a sabiendas de que esa práctica está prohibida y que moralmente es reprobable (atenta contra los derechos intelectuales de sus creadores y contra los derechos económicos de las empresas). Sin embargo, tendemos a justificar nuestros actos diciéndonos que esas empresas ya ganan suficiente dinero, o convenciéndonos de que nosotros no tenemos recursos económicos y que, por tanto, sólo así podemos acceder a esos productos (es decir, justificamos nuestra acción ‘por motivos de necesidad’), a los que consideramos productos culturales, cuyo acceso debería ser libre para todos.
Frente a esas dos actitudes ‘relativistas’ (admitir excepciones sólo porque nos benefician), los rigoristas morales defenderían las siguientes actitudes:
- Emborrarse es malo siempre, porque se pierde la voluntad y nuestra libertad queda disminuida. Por tanto, no debemos hacerlo nunca, ni aunque con ello ganásemos algo placentero o simplemente útil para nosotros.
- ‘Piratear’ es robar, puesto que nos apropiamos de derechos de otros. Si no tengo recursos económicos suficientes para acceder a esos productos, debo conformarme con mi situación y no tratar de justificar con ese argumento la ejecución de un acto inmoral.
Frente a esas dos formas de entender la moral, ¿con cuál te identificas y en qué razones basas tu elección?
11c. El historiador griego Heródoto refiere un hecho sucedido en la corte del emperador persa Darío. Al parecer, éste preguntó a unos griegos si estaban dispuestos a comerse el cadáver de su padre en el caso de que les ofreciese por dicho acto una suma elevada. Los griegos respondieron, indignados, que ni todo el oro del mundo sería suficiente para que ellos hiciesen tal acto.
A su vez, y delante de los mismos griegos, preguntó a unos habitantes de la India -cuyas costumbres especificaban que a la muerte de sus progenitores debían celebrar un banquete con su carne- que cuánto oro tendría que pagarles para que accediesen a quemar el cadáver del difunto (costumbre griega para honrar a los antepasados), a lo que gritaron enardecidos que jamás harían tal cosa.
Como ves, se trata de un caso de relativismo cultural: lo que es correcto para los griegos, a los indios les parece una monstruosidad, y viceversa. El filósofo francés Montaigne cita este caso para señalar que la ética no puede fundamentarse en las costumbres sin más, ya que muchas de éstas son absurdas y no se encuentran fundadas en ningún tipo de racionalidad moral.
Muchos autores han señalado que el relativismo ético es irracional, porque no podemos decir, sin más, que todas las costumbres sociales (que son las que determinan lo que es bueno y malo en muchas sociedades) son semejantes desde un punto de vista moral y que, por tanto, debemos abstenernos de juzgarlas moralmente cuando se trata de costumbres diferentes a las nuestras.
Volvamos al experimento de Darío. ¿Hubieras aceptado una fortuna en oro por comerte el cadáver de tu padre en el caso de haber sido griego? ¿Y a quemarlo habiendo sido indio? Desde un punto de vista racional, ¿te parecen ambas costumbres arbitrarias o crees que una de ellas es más ‘lógica’ que la otra?
En el caso de que pienses esto último ¿crees que existe para ello otra razón que la puramente cultural y educacional, es decir, existe alguna razón natural que haga preferir un hecho al otro? ¿Cuál y por qué? Si piensas que ambas costumbres son arbitrarias, ¿por qué no aceptarías -en el caso de que esa haya sido tu respuesta anterior- comerte el cadáver de tu padre?
12c. Se ha dicho muchas veces que el utilitarismo clásico no es más que un hedonismo social, puesto que busca la felicidad en la obtención de placer (beneficios, satisfacción de necesidades superfluas, etc.) para una mayoría social.
Sin embargo, a veces lo que es útil para la mayoría y provoca felicidad social puede ser malo para minorías, que se ven perjudicadas puesto que las líneas de actuación de los gobiernos buscan, por regla general, satisfacer al máximo número de ciudadanos con el objetivo de obtener votos electores en el futuro, votos que no garantizan, como es lógico, las minorías.
Imagínate que un Estado la mayoría de ciudadanos pagan altos impuestos; con ellos el gobierno lleva a cabo políticas sociales que ayudan a las minorías que se encuentran en desigualdad económica o social a alcanzar una mayor igualdad. Sin embargo, un día el gobierno, ante las malas expectativas de voto en unas elecciones próximas, decide contentar a la mayoría y para ello baja significativamente los impuestos, con lo cual se sentirán felices muchos ciudadanos. Como es lógico, simultáneamente decide rebajar la ayuda a los programas de lucha contra la desigualdad, ya que no posee recursos suficientes para seguir financiándolos.
Si tú fueras uno de los ciudadanos más beneficiado con la bajada de impuestos propuesta por el gobierno, ¿decidirías votar por él? ¿O votarías por otras opciones políticas que favoreciesen la ayuda social, aunque tú salieras perjudicado económicamente?
13c. Es muy conocida la frase de Stuart Mill, a propósito de defenderse de las críticas de su teoría utilitarista: "Es mejor ser un hombre insatisfecho que un cerdo satisfecho, es mejor ser Sócrates insatisfecho que un loco satisfecho".
Lo que está intentando decir Stuart Mill es que el utilitarismo no puede ser tan ciego que base en la cantidad de placer únicamente el criterio de la felicidad social y de la bondad o maldad de nuestras acciones. De ahí que él -a diferencia de Bentham- particularmente insistiera en la existencia de placeres objetivamente superiores (como los que hacen referencia al bienestar social, a la sabiduría, etc.) a otros placeres corporales y de satisfacción individual (como el placer sexual).
En la frase que arriba hemos citado, los términos de la comparación son tan extremos (hombre y cerdo, por un lado; Sócrates y loco, por otro) que no cabe duda acerca de lo que elegiríamos nosotros. Sin embargo, y siguiendo un criterio utilitarista personal, habría muchas elecciones dudosas, ya que no sabríamos muy bien cuál de los dos términos elegir.
Por ejemplo, si tú te vieras en el dilema de preferir una u otra opción de las dos siguientes, por cuál te decantarías y por qué:
No sé si es mejor ser una persona que se esfuerza toda la vida en alcanzar conocimientos y que vive con limitados medios económicos, o una persona que se dedica a los negocios y cuya vida está llena de lujos y bienes.
1d. El concepto de Estado de Derecho implica, entre otras cuestiones, la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y la labor de vigilancia y respeto que deben mostrar los poderes públicos con respecto al llamado imperio de la ley. Sin embargo, en muchas ocasiones, los poderes del Estados hacen "la vista gorda" ante funcionarios que incumplen la ley, cuando no son esos mismos poderes quienes financian o llevan a cabo acciones contra la ley –de manera secreta, por supuesto –de, con el fin de conseguir algún beneficio para el conjunto de los ciudadanos. En tales casos, esas intervenciones se justifican mediante la conocida como Razón de Estado (ver término).
Uno de los casos más conocidos en España a ese respecto es la creación del GAL (Grupo Antiterrorista de Liberación) por algunos miembros de los cuerpos de seguridad españoles, cuya misión era atentar contra miembros de ETA que se encontraban en Francia. Como sabrás, fueron descubiertos, juzgados y condenados algunos de los responsables del GAL (policías, guardias civiles y políticos entre ellos). Sin embargo, se acusó hasta el mismo Presidente de Gobierno español de conocer su existencia y de no hacer nada para terminar con el GAL.
Imagínate que tú eres un alto cargo público con responsabilidad política y capacidad de decisión para plantear misiones a los Servicios Secretos.
- ¿Hubieras permitido la creación del GAL o no?
- En el caso de que, aunque no lo hubieses autorizado tú, otras personas subordinadas tuyas sí lo hubieran hecho, y tú conocieras a los integrantes del grupo, ¿qué harías: callarte y dejar que siguieran actuando puesto que tú no eres responsable directo de sus acciones, o denunciarlos?
- ¿Adoptarías la posición de ordenar la finalización de las actividades del GAL, pero silenciarías los nombres de las personas que intervinieron, intentando dar ‘carpetazo’ al asunto y evitando que fueran juzgados los responsables?
Justifica moralmente, en todos los casos, tus respuestas.
2d. Se convocan elecciones a las que se presentan únicamente dos partidos: uno defiende el modelo de Estado de bienestar, y otro, en cambio, se muestra contrario a dicho modelo.
El primero propone acciones que tiendan a la igualdad social, aunque para ello se deban cobrar más impuestos y ralentizar la marcha de la economía, creando menos riqueza para el país y menos puestos de trabajo, aunque se producirá un incremento en las prestaciones sociales para los más desfavorecidos de la sociedad.
El otro partido pretende un modelo económico liberal: menos impuestos a las empresas con el fin de que éstas creen riqueza y puestos de trabajo, aunque con esa política el Estado ingrese menos dinero en Hacienda, y tenga que disminuir sus inversiones en servicios sociales como la sanidad o la educación. A la larga eso fomenta las desigualdades sociales, aunque crecen el empleo y las rentas de una parte de la población, y se incrementa la riqueza de la nación.
¿A quién votarías tú y por qué?
3d. Pide a tu profesor que explique brevemente en clase el problema entre Israel y la Autoridad Palestina en los territorios de Gaza y Cisjordania.
Después, reflexiona sobre la actitud frecuente del gobierno israelita de apelar a la Razón de Estado para perpetrar el asesinato de dirigentes palestinos, justificando dichos actos tanto por represalias contra los ataques palestinos como por motivos de seguridad nacional.
Existen muchos países que desean imponer sanciones internacionales a Israel para acabar con estas prácticas, pero siempre lo impide EE.UU. (tradicional aliado de Israel) con su derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Si estuviera en tu mano, ¿impondrías duras sanciones a Israel por esos asesinatos? O al contrario, ¿los justificarías como una forma de autodefensa frente a los ataques terroristas palestinos? Según tu opinión, ¿está justificada la Razón de Estado en este caso o no? Explica detalladamente tus razones en uno u otro sentido.
4d. Por desgracia, el caso que te planteamos ha sucedido realmente en muchas ocasiones. Tiene que ver con el concepto de ‘obediencia debida’, la cual obliga a cualquier militar a acatar las órdenes de un superior jerárquico. En caso de no hacerlo, puede recibir duras sanciones.
Sin embargo, y así ha sucedido muchas veces, en ocasiones las órdenes dictadas por un superior son manifiestamente injustas. El Código Militar, no obstante, permite a un inferior a negarse a cumplir las órdenes cuando éstas sean manifiestamente inconstitucionales o puedan afectar a la dignidad de las personas.
Imagínate que tú eres un capitán del ejército al que su general da la orden de ocupar el Congreso de los Diputados para secuestrar a los representantes del pueblo (tal y como sucedió en nuestro país hace pocos años, durante el fallido golpe de estado del 23-F).
¿Qué harías? ¿Obedecer sin preguntar, porque así lo dice la ley militar y amparándote en la obediencia debida, a la vez que te dices a ti mismo que tú no eres responsable moral de tus actos porque te encuentras obligado y sin libertad de decisión? ¿O desobedecer la orden, aunque ese acto te cueste una sanción y, tal vez tu propia carrera militar, ya que por ello te pueden expulsar del ejército (en numerosas ocasiones, militares que se negaron a obedecer órdenes así –algunos militares republicanos, durante los inicios de la Guerra Civil española, por ejemplo– fueron juzgados sumarísimamente y fusilados en pocas horas)?
5d. Un profesor abusa de su poder en clase. Los alumnos habéis protestado ante el director del centro, pero éste no hace caso de vuestras quejas, ya que prefiere creer lo que le cuenta el profesor antes que a vosotros. El profesor amenaza con suspender en su asignatura al próximo alumno que vaya a quejarse ante el Director.
¿Qué harías tú? ¿Seguir los criterios de la justicia moral y volver a denunciarle, aunque eso te pudiera costar el suspenso si el director no toma cartas en el asunto y continúa protegiendo al profesor? ¿O dejar las cosas como están, porque sabes que ese profesor aprueba siempre a los alumnos que no son problemáticos, diciéndote a ti mismo que ya habéis hecho todo lo que estaba en vuestras manos con la primera denuncia?
6d. Uno de los más frecuentes debates sociales que se dan en las democracias modernas es el que versa sobre la conveniencia o no de que los delincuentes cumplan íntegras las penas de prisión a las que han sido castigados, es decir, la llamada reinserción social del delincuente (conmutarle penas carcelarias cuando se tenga la certeza de que ya no representa un ‘peligro social’ y de que puede integrarse socialmente).
Según los partidarios de esta última, Rousseau tenía razón al afirmar que el ser humano es bueno por naturaleza y que son las condiciones sociales en las que ha crecido y el tipo de educación recibida los que provocan que algunas personas se conviertan en delincuentes. Por tanto, se entiende que la función esencial de la cárcel no consiste únicamente en castigar el delito, sino básicamente en conseguir una ‘reeducación’ de esa persona para hacerle comprender la inmoralidad de sus acciones pasadas y conseguir que sea capaz de reinsertarse en la sociedad arrepintiéndose de sus actos delictivos.
Sin embargo, los detractores de la reinserción social se encuentran más cerca de las tesis de Hobbes acerca de que el hombre es egoísta por naturaleza, y de que sólo el miedo al castigo hace que se comporte socialmente sin seguir sus inclinaciones hacia el egoísmo innato. Por tanto, proponen que los delincuentes cumplan íntegras sus penas, puesto que de esa manera se dará ejemplo público y se evitará que muchas personas sientan la tentación de delinquir.
En la actualidad, en España está reconocido como derecho de los presos la reinserción social. Ahora bien, imagínate que se abre un debate en el Parlamento sobre esta cuestión para decidir si mantenerla o abolirla (aprobando a la vez el cumplimiento íntegro de las penas). Si tú fueras diputado, ¿qué votarías y por qué?
7d. La idea del Contrato social se basa en que debemos ceder parte de nuestros derechos (de los que tendríamos en el caso de vivir solos y sin relación con los demás) si deseamos convivir en sociedad, ya que, como es sabido y según refiere la sentencia popular, "mis derechos acaban allí donde comienzan los de los demás".
Basándose en esa idea, el filósofo John Rawls propuso que si queremos alcanzar la justicia social debemos ceder parte de nuestros derechos (sobre todo los que afectan a nuestras condiciones de bienestar social) a los más necesitados con el fin de alcanzar una verdadera igualdad social.
Pues bien, ¿qué estarías tú dispuesto a ceder para conseguir acabar con la pobreza, con la discriminación social, con la desigualdad económica, etc.? ¿O piensas que esa labor no te corresponde a ti como persona individual sino tan sólo al Estado y a las organizaciones internacionales?