Mi segunda fue la de ser lo más y resuelto que pudiese en mis y seguir con tanta constancia en las opiniones más dudosas, una vez resuelto a ello, como si fueran muy . (...) Y como muchas veces las acciones de la vida no admiten , es una verdad muy cierta que, cuando no está en nuestro poder discernir las opiniones más verdaderas, debemos seguir las más ; y, aunque no hallemos mayor probabilidad en unas que en otras, debemos, sin embargo, por algunas y considerarlas después, en cuanto referidas a la práctica, no como dudosas, sino como muy y ciertas, ya que lo es la razón que nos ha determinado a seguirlas. Y esto fue bastante para librarme, desde entonces, de todos los arrepentimientos y remordimientos que suelen agitar las conciencias de esos espíritus débiles y vacilantes que con tanta practican como buenas cosas que después consideran.
malas.

Mi máxima fue procurar siempre a mí mismo antes que a la y alterar mis ante que el orden del ; y acostumbrarme a creer que sólo nuestros están enteramente en nuestro , de manera que, después de haber obrado lo mejor que hemos podido, en lo tocante a las cosas exteriores, lo que no es absolutamente imposible para nosotros (...).

En fin, como conclusión de esta , tuve la idea de pasar revista a las diversas que los hombres tienen en esta vida para tratar de elegir la ; y sin que por esto quiera decir nada de las demás, pensé que nada mejor podía hacer que continuar en la que tenía, es decir, aplicar mi vida entera al cultivo de mi y adelantar todo lo posible en el conocimiento de la según el que me había prescrito" DESCARTES; Discurso del método, III