COMTE Y LA TEORÍA POSITIVISTA SOBRE EL SABER

           
          

  BIOGRAFÍA

Tras asistir a la escuela en su ciudad natal, Comte fue admitido en la École Polytechnique de París. La École Polytechnique fue un centro que se adhirió al progreso e ideales republicanos franceses. En 1816, la École cerró para reestructurarse. Los estudiantes iban a poder solicitar su readmisión en una fecha posterior. Así Comte tuvo que salir de la École y continuar sus estudios en la facultad de medicina de Montpellier. Cuando la École reabrió sus puertas, Comte no solicitó la readmisión.

Comte, que a los 14 años había anunciado que no creía ni en Dios ni en el Rey, pronto vio las diferencias infranqueables que le separaban de su familia católica y monárquica. Así que decidió volver a París ganandose la vida gracias a pequeños trabajos. Amante de las Matemáticas y de la Astronomía, fue entonces cuando Comte se convirtió en alumno y secretario de Claude Henri de Rouvroy, Conde de Saint-Simon, quien introdujo a Comte en la sociedad intelectual. En 1824, Comte dejó a Saint-Simon, de nuevo por diferencias infranqueables.

Comte sabía ahora lo que quería hacer: trabajar en el estudio de la filosofía del positivismo. Trabajo que publicó bajo e nombre "Plan de traveaux scientifiques nécessaires pour réorganiser la société" (Plan de trabajos científicos necesarios para reorganizar la sociedad) (1822). Sin embargo fracasó en el intento de mantener una posición académica. Su vida diaria dependió de mecenas y de la ayuda económica de sus amigos.

Se casó con Caroline Massin, pero se divorció en 1842. Comte era conocido como un hombre arrogante, violento e irritable. En 1826 tuvo que ser ingresado en un hospital de salud mental, pero lo abandonó sin haber sido curado -estabilizado por Massin- para poder seguir trabajando en su "Plan". Entre ese momento y su divorcio, publicó los séis volúmenes de su "Cours".

Desde 1844, Comte amó a Clotilde de Vaux, una relación que se mantuvo en estado platónico. Tras su muerte en 1846 este amor devino casi religioso, y Comte se vio a sí mismo como fundador y profeta de una nueva "religión de la humanidad". Publicó cuatro volúmenes de "Système de politique positive" (1851 - 1854).

Murió en París el 5 de septiembre de 1857
 
           

        NOTA PRELIMINAR:

             Como señala Kolakowski, a menudo se asocia el nombre de positivismo con el nombre de un filósofo cuya doctrina abunda, sin embargo, en elementos considerados divergentes e incluso contradictorios respecto a lo que se entiende hoy en día como positivismo. Debido a esto, y a pesar de ser Comte junto a Saint-Simon el creador del término, se le niega tal denominación. Los primeros alumnos y discípulos de la filosofía positivista consideraban que el pensamiento de Comte se divide en dos etapas: una primera positivista y una segunda no positivista, caracterizada por los historiadores como la de la "religión de la humanidad", ya que negaba la primera etapa. Ésta es considerada como una aberración debida a una reincidencia de una enfermedad mental hacia al final de su vida. Otros, sin embargo, consideran que la 2ª etapa es una consecuencia lógica de la 1ª.

 

            1. LA REFORMA SOCIAL Y EL FUNDAMENTO DE CADA ESTADO SOCIAL.

            Es conveniente situar la obra de Comte en el contexto histórico l que corresponde, porque sólo así podemos comprender todas las facetas, tanto de su personalidad (filósofo, reformador, sacerdote) como de su doctrina. Pues bien, ese fondo es el de la Revolución Francesa y sus consecuencias: la ruptura y desaparición de las formas tradicionales de unión comunitaria; la aparición del individuo autónomo, igual y libre y, por tanto, asocial; la disolución del sistema de creencias religiosas, base del orden y la cohesión social; el clima de anarquía y desorden que favorece la tiranía política, etc.

            Del mismo modo, no sólo basta perfilar el contexto histórico, sino también el historiográfico. En este punto seguiremos las indicaciones propuestas por L. Kolakowski . Los presupuestos de la reforma social propuesta por Comte han de ser puestos en relación con el esquema historiosófico cuya idea maestra se debe a los antisimonianos y que organiza la historia de la humanidad en épocas orgánicas y críticas sucesivas. Durante las épocas orgánicas, las sociedades se orientan hacia la conservación del orden heredado, mientras que la división social es considerada como una división natural de las funciones sociales necesarias; la sociedad es considerada entonces como una entidad supra-individual que posee un valor propio y supremo respecto a los individuos. Durante las épocas críticas la sociedad vive una fase destructora en relación al orden dado y es considerada como una suma de individuos que no posee existencia autónoma (la sociedad) ni valores supra-individuales. La sucesión de épocas orgánicas y críticas en la historia sigue una línea ascendente o se encamina al progreso. La vuelta a una época orgánica después de sobrepasar una fase crítica, no consiste en la restauración del antiguo orden, sino en la recuperación por parte de la sociedad de su naturaleza orgánica, según principios superiores de cooperación. El eje del progreso sería el cambio de los modos de pensamiento y el desarrollo intelectual.

            La época crítica de la Francia postrrevolucionaria estimula la reflexión de Comte en un doble sentido:

a) Qué elementos o estructuras hacían de la sociedad cristiana medieval una comunidad, es decir, una asociación caracterizada por un "alto grado de intimidad personal, profundidad emocional, compromiso moral, cohesión social y continuidad en el tiempo" y
b) Cúales pueden ser los elementos que cumplan esa misma función en una sociedad industrial, basada en la organización científica del trabajo, y que, en su estado actual, presenta todas las características opuestas a una verdadera comunidad.

            La tarea del reformador consistirá en hacer de la sociedad moderna una comunidad al estilo de la medieval cristiano-feudal, aunque para lograrlo haya que sustituir elementos ya caducos (la religión medieval) por nuevas conquistas de la Humanidad (la ciencia y la filosofía positiva). Para salir del caos social se preciso, por tanto, según Comte, establecer un poder unificado, privado de la unidad doctrinaria ( razón por la que se entiende que Comte favoreciera el golpe de Estado de Napoleón III al pensar que una dictadura privada de doctrina puede, con el tiempo, si se la completa con una ideología social adecuada, transformar la sociedad en espíritu orgánico, restaurar la unidad deseada de la vida política y de la fe). La unidad social puede reconstruirse sobre la base de principios científicos que la humanidad adoptará universalmente y permitirán abolir "la metafísica revolucionaria" en favor de una verdadera "física social". Para ello es imprescindible entender las condiciones estables de la vida humana, ya que los utopistas proyectan sociedades ideales en el vacío sin posibilidades reales de realización. Comte desea, por el contrario, elaborar proyectos de acuerdo con las propiedades naturales y constantes de la vida social. La aspiración de Comte de volver al orden orgánico se funda, según Kolakowski, en la suposición de que los pensadores ilustrados (Rousseau, por ejemplo) se equivocaban cuando pensaban la sociedad de modo contractual. Para Comte, al igual que para Aristóteles, la sociedad es de origen natural ya que en el hombre existe un instinto de vida social, independiente del interés y que constituye la condición duradera que hace falta tomar en los proyectos de reforma social.
           
            El progreso no puede alterar los caracteres estructurales constantes de la vida colectiva en tanto que tal. Un ejemplo de esas constantes lo constituye la propiedad privada.

            La sociedad del porvenir (orgánica y racional) debe fundarse sobre la ciencia : por una parte, los principios de su organización serán científicamente elaborados. Por otra, los miembros que constituyan dicha sociedad han de haber superado las fases del desarrollo del conocimiento, es decir, deben haberse "convertido al pensamiento positivo o científico.

            Para Comte el progreso no es más que la realización del orden. Los tres estadios del saber que vamos a glosar a continuación no son sino realizaciones cada vez más perfectas del orden esencial de las sociedades.

 

            2. LOS ESTADOS DEL SABER: LA LEY DE LOS TRES ESTADOS
            Como muy bien señala Kolakowski, Sólo se entiende la doctrina de Comte, en general y su teoría de la ciencia en particular, si se comprenden como los elementos de un proyecto de reforma universal, necesarios, según Comte, para salir de la encrucijada histórica de la época que le tocó vivir. La ley de los tres estados enuncia, en los términos más generales, que la historia del espíritu humano puede ser sistematizada en tres fases sucesivas y manifiestas en todos los campos del trabajo intelectual del hombre. A groso modo, tres son los rasgos que caracterizan la concepción de la historia comteana:

            a) Los hechos históricos están determinados.         
           b) Siguen un orden de sucesión necesario definido por un número fijo de etapas (idea extraída del  Esquisse d'un tableau historique des progrès de l'sprit humain [1794] del girondino Condorcet).
            c) La historia es necesaria y tiene un diseño único (providencialismo cristiano de Bossuet).

           El diseño único de las etapas históricas es el progreso del espíritu humano. El resorte del movimiento histórico de un estado a otro viene dado por la incoherencia de los modos de pensamiento de cada etapa. A estas alturas conviene aclarar que el saber para Comte es un instrumento que sirve para ejercer las facultades humanas con vistas a dominar las condiciones de la vida natural y social de la especie, y que, por lo tanto, una transformación social es imposible sin una transformación del saber. Comte ve bastante claro que cualquier proyecto de reforma no puede alterar los caracteres estructurales constantes de la vida colectiva en tanto que tal. Por eso es indispensable tener claro el curso de la historia humana. La famosa ley comtiana de los tres estados trata de desentrañar la dinámica histórica, es decir, el desarrollo del saber como instrumento de progreso, desde una
perspectiva sociológica.

           Afirma Comte en su Discurso sobre el espíritu positivo
   
             Según esta doctrina fundamental, todas nuestras especulaciones, cualesquiera, están sujetas inevitablemente, sea en el individuo, sea en la especie, a pasar sucesivamente por tres estados teóricos distintos, que las denominaciones habituales de teológico, metafísico y positivo podrán calificar aquí suficientemente[...] el primer estado debe considerarse siempre, desde ahora, como provisional y transitorio; el segundo, que no constituye en realidad más que una modificación disolvente de aquel,no supone nunca más que un simple destino transitorio, a fin de conducir gradualmente a un tercero [...] el régimen definitivo de la razón humana".

 

           2.1. El estado teológico o ficticio.
           Corresponde al estado más primitivo del conocimiento y de la vida social. Cada ciencia pasa inevitablemente por esta fase embrionaria del saber. A este nivel, la mente humana se interroga sobre la naturaleza de las cosas, indagando las causas de su producción. Para responder a estas cuestiones el hombre construye a su propia imagen divinidades que le explican el mundo. El curso de la naturaleza se muestra como una continuidad de milagros realizados por fuerzas superiores que gobiernan el mundo visible. Pero la astronomía, por ejemplo, no hubiera nacido por el simple amor a la verdad: la astronomía debe su nacimiento a la creencia en la existencia de relaciones ocultas entre los movimientos de los astros y los destinos de los individuos, y en la posibilidad de prever los acontecimientos futuros mediante cálculos astronómicos. Ha sido justamente la superstición la que ha permitido empezar a reunir las primeras informaciones científicas. Desglosaremos a continuación las tres subetapas en las que se desarrolla el estado teológico:
          
           a) Fetichismo: Consiste en atribuir a todos los cuerpos exteriores una vida esencialmente análoga a la nuestra, siendo la adoración de los astros el grado más alto de esta primera fase.

           b) Politeismo: Supone un cambio cualitativo en cuanto que se pasa a una preponderancia especulativa de la imaginación frente a lo meramente instintivo o afectivo de la etapa fetichista. Es el fin del animismo, que es sustituido por la creencia en seres ficticios divinizados.

           c) Monoteismo: El politeismo sufre un rápido descreimiento intelectual como consecuencia de esta simplificación de divinidades. La razón empieza a restringir cada vez más el dominio anterior de la imaginación, dejando desarrollar gradualmente el sentimiento universal de la sujeción necesaria de todos los fenómenos naturales a leyes invariables. A esta subetapa pertenece el tipo de organización social propio de la Edad Media: el sistema militar de defensa.

           2.2 Estado metafísico o abstracto.  
                                                          
           El espíritu humano continua interesado en la naturaleza de las cosas y por el conocimiento de sus causas, pero ya no busca las causas de los acontecimientos fuera de la naturaleza, sino que las encuentra inmanentes a ella como divinidades secularizadas:fuerzas, cualidades, potencias...    Por ejemplo,las plantas crecen gracias a un "alma vegetativa", etc...Al final de este estado se unen todas las fuerzas  en un único concepto general que sería el equivalente profano a Dios: la Naturaleza. Aunque sigue siendo la imaginación lo preponderante, la razón se va insinuando. Lo característico del espíritu metafísico es la especulación, exagerada, según Comte, por su pertinaz tendencia a argumentar en vez  de observar. El papel de la metafísica en el desarrollo del saber  no es más que disolutorio con respecto al estado teológico:

            "La metafísica no es, pues, realmente, en el fondo,más que una especie de teología gradualmente enervada por simplificaciones disolventes, que la privan espontaneamente del poder directo de impedir el despliegue especial de las concepciones positivas[...].Según su carácter contradictorio, el régimen metafísico está siempre situado en la inevitable alternativa de tender a una vana restauración del estado teológico, para satisfacer las condiciones de orden, o bien llegar a una situación puramente negativa, a fin de escapar al opresivo imperio de la teología.[...] Se puede contemplar, finalmente, como una especie de enfermedad crónica inherente por naturaleza a nuestra evolución mental,individual o colectiva, entre la infancia y la virilidad" [26]

           El estadio metafísico ha de ser superado porque, según Comte, puede suponer un obstáculo para el establecimiento final del saber positivo en cuanto que se atribuye el privilegio casi exclusivo de las meditaciones filosóficas.

           2.3.El estado positivo o real

           Es el estadio más evolucionado, coincidente con la época en la que vive Comte, aunque él mismo reconoce que aún no está totalmente afianzado debido al lastre metafísico que aún se arrastra y paraliza el progreso de algunos ámbitos. De cualquier modo, el espíritu positivo se caracteriza por el abandono de las especulaciones metafísicas al considerarlas vanas e ineficaces al mismo tiempo que sustituye la pregunta por las causas, por la mera investigación de leyes según las cuales los fenómenos observables se desarrollan y se suceden. La lógica especulativa había consistido hasta entonces, a juicio de Comte, en razonar, con más o menos sutileza, valiéndose para ello de "principios confusos que no ofreciendo prueba alguna suficiente, suscitaban siempre disputas sin salidas". Desde ahora "toda proposición que no pueda reducirse estrictamente al mero enunciado de un hecho, particular o general, no puede ofrecer ningún sentido real e inteligible". Sólo los fenómenos determinados por leyes interesan. En este sentido Comte baraja una interpretación de la ciencia fenomenalista y determinista.

           Como vemos, lo observacional se constituye en canon del conocimiento (posteriormente, esta proposición, típica del positivismo, se resquebrajará al haberselas con una materia paradójica) El método positivo coincide con el  empleado por las ciencias y como ellas está basado en la observación, experimentación y la formulación de leyes. Según Comte, este método, universal, ha de ser extrapolado a todos los dominios del saber, ya sea a la física como a la sociología. Sin embargo, Comte advierte que el estudio de los fenómenos no puede llegar a ser absoluto, sino que debe permanecer relativo a nuestra organización y situación; por otra parte el destino de las leyes positivas es la previsión racional:
          
            " Así, el verdadero espíritu positivo consiste, ante todo, en ver para prever, en estudiar lo que es, a fin de concluir de ello lo que será,según el dogma general de la invariabilidad de las leyes naturales" [32]

           El resorte del movimiento histórico de un estado a otro viene dado por la incoherencia de los modos de pensamiento de cada etapa. Esto significa que ha habido ciencias que han adquirido el estado positivo en períodos diferentes de la historia, conviviendo con formas del pensamiento teológico o metafísicos aún vigente en otras áreas. Este desajuste entre los modos de pensamiento heterogéneos y a la vez coexistentes   es el motor de progreso histórico.

           Hemos visto que la concepción de la historia comteana es unilineal: la historia es universal y una. Sin embargo, es evidente que muchos pueblos no parecen haber seguido el paradigma de los tres estados. Comte responde a este problema diciendo que esos pueblos han debido estancarse en alguna de las etapas primeras de la evolución del espíritu humano, de las que saldrán con la ayuda de los pueblos que estén ya en el estado positivo ( ¿ Habremos de reiterar junto al de Köningsberg que todo altruismo, ilustrado, es sospechoso?). Comte anticipa las coordenadas de las teorías evolucionistas  antropológicas y sociológicas de Spencer, Tylor, Morgan, etc.

 

           3. EL SABER POSITIVO                 

           Como ya hemos dicho anteriormente, el saber positivo se basa en el método ideal de las ciencias consistente en la observación, experimentación y formulación de leyes sobre fenómenos. Éste eso "realista" porque se atiene a los hechos (no a entidades ideales o abstractas como ocurría en el estadio metafísico) y porque tiene en cuenta los requerimientos de la vida práctica, y no las fantasías de absoluto que alentaban en la metafísica. Concibe la ciencia, al igual que lo hicieran Bacon y Descartes, como dirigida a establecer el dominio del hombre sobre la naturaleza. Advierte Comte, muy oportunamente, que no se debe abusar del principal componente de la ciencia, a saber: de la observación, ya que eso conduciría a la degeneración de la "ciencia real", la cual pasaría a ser una "especie de estéril acumulación de hechos incoherentes" [31]. En efecto, tal como hoy entendemos, un conjunto de observaciones sin una teoría que las respalde, a parte de ser imposible, no pasaría de ser un simple collage sin mucho sentido. Por otra parte, la especulación sin el recurso a la observación es un constructo inerte, carente de valor explicativo real. Siguiendo con el criterio de Comte, la ciencia gravita más bien en torno a las leyes, de las que los hechos son simplemente peones que aportan materiales indispensables para la formulación de generalizaciones, que, a su vez, permitan a la ciencia cumplir su destino: la previsión racional de acontecimientos en base a tales leyes. Su función predictiva permite no confundir a la ciencia con "esa vana erudición que acumula hechos maquinalmente sin aspirar a deducirlos unos de otros"[32]

           En definitiva: las leyes son lo más fundamental de la ciencia y lo más fundamental de las leyes naturales que determinan los fenómenos es su invariabilidad. Este principio es fruto de una lenta inducción gradual, a la vez individual y colectiva. Si, como se dice, es cierto que desde siempre los hombres han presentido en algunos ordenes de fenómenos, sencillos y familiares, cierta regularidad, el principio de invariabilidad de las leyes es fruto de la extensión, por analogía, de las regularidades observadas en fenómenos simples, a fenómenos complejos: leyes de gravitación universal, por ej. Sin embargo, Comte no se muestra suficientemente satisfecho con la extensión de este principio que considera fundamental. Pone el ejemplo del cálculo de probabilidades, que a su entender, traiciona este principio, ya que supone implícitamente la ausencia de toda ley real acerca de algunos sucesos.

           Dos son los géneros de relaciones que contribuyen a explicar los fenómenos y que conducen de la misma manera a preverlos: leyes de armonía que nos suministran una explicación de cómo son los fenómenos; y leyes de sucesión que nos permiten hacer previsiones. Las primeras pertenecen a una apreciación estática (de los fenómenos), las segundas a una dinámica. Pero en ambos casos, se trate de explicar o de prever, la función de las leyes se reduce a establecer conexiones entre fenómenos. Lo que no resulta posible es el referir todos los fenómenos a una sola ley. Ello es debido a las limitaciones de la inteligencia humana frente a un universo complejo. Aunque esta imposibilidad no impide a la ciencia lograr, en otro aspecto, una suficiente unidad filosófica traducida en (una cierta) unidad de su método:

            "Ya no se debe concebir entonces, en el fondo, más que una sola ciencia, la ciencia humana, o más exactamente , la social" [40] 

           Es necesario matizar lo que anteriormente hemos dicho sobre la "unidad de método" del conjunto de las ciencias. Para ello seguiremos las reflexiones de Cassirer , para quien Comte es un monista del conocimiento, en cuanto que existen para él principios universales que tienen un valor determinante para el conocimiento y en cuanto que todos los conocimientos tienen como referencia insoslayable al hombre mismo como el ser que conoce; pero es, al mismo tiempo  un decidido pluralista de la metodología. Por ejemplo, cuando escalamos la última fase del conocimiento científico-natural, es decir, cuando pasamos de la física y la química a la biología nos encontramos con dos rasgos nuevos: el recurso al método comparado y el concepto de evolución como principio fundamental que rige todo el conocimiento de la vida orgánica. Cuando pasamos de la biología a la teoría del hombre sigue imperando el concepto de evolución, pero al llegar a la sociología, el pináculo del saber, el método que encontramos como característico es el método histórico, no deducible de los anteriores, aunque capaz de recogerlos  como partes integrantes del desarrollo del espíritu humano.

  Comte  Protesta incansablemente contra la atomización   y desintegración del saber humano, propiciada por un equivocado sistema de enseñanza y por la rutina académica. Se mantiene fiel a los ideales clásico-renacentistas. La filosofía es para él, como para Descartes, la unidad del saber humano. Debe luchar contra el espíritu de "especialización", tanto en el terreno teórico como en el práctico. Por muy beneficiosa que pueda ser la división intelectual del trabajo y por muy indispensable que pueda parecer para el desarrollo de las ciencias, la filosofía ha de tener, seguimos a Comte, como misión específica el contrarrestar la dispersión.

           Comte insiste en afirmar que nuestros conocimientos reales no son absolutos tal como pretendería el espíritu teológico-metafísico. Son relativos, al ambiente y al organismo. Es imposible determinar en qué grado  influye cada uno de estos factores en nuestro pensamiento. En virtud de este relativismo se debe admitir la evolución intelectual de la humanidad, con lo cual queda admitida la transformación de las facultades humanas intelectivas. La razón última de la evolución intelectual es:
           
                       "la ley general del movimiento fundamental de la Humanidad consiste, en este respecto, en que nuestras teorías tiendan cada vez más a representar exactamente los objetos externos de nuestras constantes investigaciones, sin que, sin embargo, la verdadera constitución de cada uno de ellos pueda ser plenamente apreciada, ya que la perfección científica debe limitarse a aproximarse a aquel límite ideal tanto como lo exijan nuestras diversas necesidades reales" [30]

           El desarrollo por los tres estados, de los que nos hemos ocupado anteriormente, aunque parecido en todos los campos, no se produce paralelamente en todas las ciencias. Precisamente, en función de su evolución, las ciencias se ordenan según un principio natural de clasificación (que se verifica a través del análisis histórico). Existen dos principios de división que actúan conjuntamente y son idénticos en sus resultados: el grado decreciente de generalización y el grado creciente de complejidad. Las ciencias así ordenadas componen el siguiente esquema: las ciencias menos complejas en contenido y más generales en extensión son las matemáticas, le sigue la astronomía, la química, la biología y, finalmente,la sociología.
           Este orden de las ciencias tiene un triple sentido, según Kolakowski:

           a) lógico: se manifiesta en la aplicación de dos criterios, siempre conformes: generalización y  complejidad);                             

            b) histórico: se descubre siguiendo el paso progresivo de  las distintas disciplinas del saber al estado positivo        

c) pedagógico: han de enseñarse en este mismo orden, de manera que se ordenen en la mente del alumno en un  sistema coherente.
          
           La astronomía y la física, la química y la biología se refieren, en última instancia, al conocimiento del hombre y tratan de allanarnos el camino hacia él: la humanidad es el único concepto verdaderamente universal, hacia el que, en fin, tiende nuestro saber y en el que ha de desembocar.[125]

           El control práctico del saber es histórico y social, ya que dada la interpretación  comteana utilitarista de la ciencia, es necesario en ésta lo que es necesario en la sociedad, permitiendo así prever los acontecimientos y ejercer sobre ellos una acción práctica. 

          
           4. LA FILOSOFÍA POSITIVA Y LA SOCIOLOGÍA   

           La meta fundamental de la filosofía positiva consiste en construir la ciencia sociológica. Comte mismo se atribuye el papel del "Galileo de las ciencias sociales".

           Dada la extraordinaria complejidad de los hechos sociales, su conocimiento científico ha nacido cronológicamente el último en la historia de la emancipación de la razón. Por otra parte, la sociología depende lógicamente de las otras ciencias, dado que los hechos sociales se producen en una realidad biológicamente determinada. Sin embargo, gracias a ella se podrán descubrir las relatividades sociales de todas las otras disciplinas del saber consideradas, a su vez, como hechos sociales. En definitiva, sólo la sociología puede dar un sentido al saber humano en su conjunto.

           La sociología de Comte se divide en dos partes: la estática y la  dinámica. El objetivo último de la estática es la investigación de los órganos fundamentales de la sociedad y de los principios que hacen del conjunto de los individuos o familias una colectividad y de la pluralidad de las instituciones una unidad.

           La dinámica, por su parte, es la descripción de las etapas sucesivas y necesarias del espíritu humano, tal como ha hecho Comte en su ley de los tres estados. La relación entre estática y dinámica viene a expresar que sólo comprendemos lo que es la historia (la dinámica) cuando la referimos al orden social.

           La sociología científica disipa, en primer lugar, las teorías contractualistas sobre el origen de la sociedad, según las cuales la sociedad es el resultado de un contrato entre individuos  con vistas a asegurar la integridad personal y la de las respectivas propiedades, tal como sostenían Hobbes y Rousseau. Comte sostiene que estas teorías son producto de un prejuicio individualista que adjudicaba realidad a los individuos, mientras que se la negaba a la colectividad considerándola simplemente una abstracción o bien un mecanismo arbitrariamente construido para la comodidad.

           Para la sociología positiva los individuos son construcciones intelectuales, mientras que la sociedad es una realidad. La sociedad, tal como mantenía Aristóteles, es tan natural como las funciones orgánicas humanas. La humanidad, considerada como una entidad viva, tiene su infancia, su juventud y su edad adulta. Al igual que los organismos posee su propia constitución y propiedades estructurales que permanecen inmutables en su progreso. La división de las funciones sociales indispensables a la vida es fijada en órganos duraderos: castas o clases; familia; propiedad; religión; lenguaje; autoridad profana y autoridad religiosa.  Pasaremos a desglosar brevemente algunas de estas instituciones sociales desarrolladas por Comte en su Sistema de política positiva:

           Familia: (la familia nuclear monogámica occidental) lo que interesa son las relaciones que se dan en ella, ya que pueden ser consideradas como paradigmas de las que se deben dar en la sociedad: relación filial de obediencia y respeto a la autoridad; relación fraternal de simpatía, igualdad y solidaridad; relación conyugal, de mando y obediencia entre el hombre y la mujer (sin comentarios,!eh, chicas¡).

           Lenguaje y propiedad: Aseguran la continuidad de la sociedad y la historia, y enlazan a los vivos con los muertos, cuyas creaciones heredan.      
                               
           Religión: Es necesaria para el individuo porque realiza la unión y satisface las aspiraciones de las tres partes de la naturaleza humana . Es necesaria para la sociedad, porque toda sociedad implica acuerdo entre las partes que la componen y es precisamente la religión la que suministra esta unidad necesaria. La religión tiene tres aspectos: el dogma (aspecto intelectivo), el amor (afectivo), expresado en el culto, y régimen u organización de actividades. Es necesario dirigirse al afecto y a la actividad del hombre, para ello es insuficiente la filosofía positiva, según Comte, hay, entonces  que recurrir a una religión fundada en el sentimiento y la ordenación ritual de las actividades: "la religión es para el alma un consenso normal exactamente comparable al de la salud para el cuerpo" [ Sistema de política positiva, t.II, p. 12].

           Autoridad espiritual y profana: Si en el pasado se repartía el poder entre el Papa y el Emperador, en el estadio positivo serán los sabios y los industriales los que recojan el relevo. Según Comte el hecho de que todavía no se hubiese implantado un gobierno racional de la sociedad se debe a las insuficiencias de la Ilustración y a la ausencia de un conocimiento científico de la sociedad.
                      
           La sociología necesita de la filosofía (la naturaleza humana) para establecer un orden inmutable en la sociedad y la filosofía necesita de la sociología para saber a qué instituciones debe considerar como inmutables o naturales.

           La doctrina de la naturaleza humana (filosofía positiva) y la de la sociedad (sociología) se articulan con la triple tarea que se asigna Comte: reformar la sociedad, realizar la síntesis filosófica de las ciencias y ser el gran sacerdote de la Religión de la Humanidad. Veamosló brevemente:

           La reforma que propone de la sociedad es global y ha de consistir en el cambio de pensamiento de los hombres, sustituyendo sus nociones teológico-metafísicas por el pensamiento positivo, el único capaz de proporcionar una organización justa y racional a la sociedad. El sistema de creencias positivo ha de imponerse a los individuos como una entidad superindividual y autónoma que posibilite una sociedad orgánica inmunizada contra el peligro de disolución individualista, en la que proliferen la pluralidad de opiniones caóticas tal como sucede en las etapas críticas.   (p.1 de este trabajo,!Miralá pronto porque se autodestruirá!)

           La segunda tarea que se propone Comte es la de realizar una síntesis de los conocimientos científicos, muy relacionada con su tarea de reformador: si la única posibilidad de reforma social consiste en la aceptación del sistema de la filosofía positiva por todos los miembros de la sociedad, la síntesis filosófica de las ciencias en que consiste la filosofía positiva es urgente. La ciencia que permite dicha síntesis es la sociología. Primero, porque, siendo la más elevada en la jerarquía natural u objetiva de las ciencias, incluye, de algún modo todas las ciencias inferiores. Segundo, porque siendo las ciencias un repertorio de conocimientos y como tales, un fenómeno histórico y social, sólo pueden ser comprendidas en su unidad y en sus relaciones históricas por aquella ciencia que tiene por objeto el estudio de las producciones históricas y sociales de la humanidad y de las leyes necesarias que rigen su evolución: la sociología.

           La tercera tarea que se proponía Comte era la fundamentación de la Religión de la Humanidad, de la que se consideraba gran sacerdote. Como expusimos anteriormente, la religión cumple un papel aglutinante en la sociedad y es considerada como necesaria por el de Montpellier, dada esa parte sentimental humana que impulsa a amar a lo que la supera, y también porque la sociedad necesita un poder espiritual, fundado en la jerarquía de los Méritos, que mantenga el orden intelectual y afectivo esencial a la sociedad con el fin de preservarla de la disolución. Se requiere una religión depurada de supersticiones y anclada en la razón. El Dios será "El Gran Ser": que simboliza las mejores cualidades de la Humanidad. Es a éste ideal al que se adora. La religión es la Humanidad. Comte llegó a fijar rigurosos rituales, sacramentos y hasta un calendario. La moral que de esta religión se sigue o de la cual se sigue la religión ( esta es una cuestión ideológica no muy pertinente aquí) es el altruismo: Vivir para los demás.

 

           5. BALANCE DE LA OBRA DE COMTE


   Los san-simonianos fueron sus primeros críticos. Le reprochaban su concepción del progreso y su materialismo,preconizando ellos mismos el retorno a la religión auténtica con un Dios y sacerdotes de verdad.

   La sociología de Comte se mostró fecunda en cuanto a la formulación precisa de principios metodológicos que muchos sociólogos proseguirán más tarde: los hechos sociales considerados como hechos propiamente e independientes de su sustancia psíquica; la superación de la teoría del contrato social; la consideración de todas las producciones culturales como hechos cuyo verdadero sujeto es la colectividad.

   Según Kolakowski, la ley de los tres estados es, en principio, correcta en relación con la historia de la ciencia. Ya que Comte habría formulado las tendencias características del saber científico moderno, tal como se desarrolla normalmente. La actitud fenomenalista frente al mundo, es decir: el interés por los fenómenos y su traducción a leyes, descartando todo esncialismo y conocimiento absoluto, parece ser en Comte la mera descripción del comportamiento real del investigador en los distintos campos del saber.

   Su construcción historiosófica global culmina en una utopía de tipo mesiánico que participa de ciertas utopías totalitarias de la Ilustración: su concepción orgánica de la sociedad; su antiindividualismo; su creencia en el papel transformador de la ciencia; sus ideales pedagógicos...

   Se le ha criticado su obsesión por las ideas de orden y jerarquía; que los rasgos esenciales de la sociedad que él describe son los descubiertos en la sociedad industrial y extrapolados etnocéntricamente a toda sociedad concebible en virtud del postulado de la "naturaleza humana" universal.

   Tomás Pollán señala la interna contradicción que supone el hecho de que Comte asuma para sí el papel de reformador social (siendo un individuo) y que por otra parte afirme que la reforma es una necesidad histórica, cosa que parece negar sentido a la actividad reformadora individual. Si el orden positivo se tiene que imponer necesariamente, haya o no reformadores, como afirma la doctrina ¿ Qué sentido tiene el reformador individual ? . Por otra parte, en lo referente a la Religión de la humanidad, Pollán indica su carácter fanático y la extravagancia del culto.

   El positivismo de Comte en su forma más difusa se extendió ampliamente por Francia e Inglaterra. El núcleo de ese positivismo son algunas ideas fundamentales: rechazo de la metafísica; afirmación de que sólo el conocimiento de los hechos es fecundo; importancia de la experiencia; nociones de progreso y evolución; moral basada en la solidaridad humana; subordinación del individuo a la sociedad; creación de la sociología; la consideración de la filosofía en relación a las ciencias y concepción de las ciencias como catálogo de hechos.

   Por otra parte, la transformación de la filosofía positiva en religión provoca una escisión en el grupo positivista. Littré, principal vulgarizador de la filosofía positiva, rechaza incluir la religión. Aún así, como iglesia profana el comtismo se ha mantenido hasta hoy día, pero nunca ha tenido un papel importante en la vida intelectual.

   El cientifismo (sólo la ciencia es conocimiento válido) asociado al positivismo en la versión de Littré tiene varios representantes: Renan, Taine y con importantes correcciones en Claude Bernard, cuya filosofía natural se resume en la fórmula: " conocer las leyes de los fenómenos para preverlos y dirigirlos.

   Por su parte el evolucionismo de Spencer supone un intento de definición y profundización en la idea de progreso de Comte, apoyándose en la elaboración teórica de la sociología y el análisis empírico de diversas sociedades.

se mantiene fiel a los ideales clásico-renacentistas. La filosofía es para él, como para Descartes, la unidad del saber humano.        


 

           ALGUNAS OBRAS DE COMTE

           Curso de filosofía positiva 1830-1842
           Tratado elemental de geometría analítica  1842
           Tratado filosófico sobre la astronomía popular 1844
           Ensayo sobre el espíritu positivo 1844
           Sistema de política positiva 1851-1854
           Catecismo positivista 1854
           La síntesis subjetiva o el sistema universal de las ideas  relativas al estado normal de la humanidad 1856
          

           
           BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
           

           Discurso sobre el espíritu positivo, Augusto Comte.
           La filosofía positiva, Leszeck Kolakowski.
           El problema del conocimiento, t. IV, Ernst Cassirer.
           Historia de la filosofía, F. Savater y otros.
           Historia del pensamiento, t. V, Abagnano.

 

       La obra a la que nos referimos es La filosofía positivista de L. Kolakowski.

        Todas las citas directas pertenecen al Discurso sobre el espíritu positivo, de A. Comte, y publicado en 1844. La edición de la que nos servimos en el presente trabajo es la de Alianza Editorial, Madrid, 1980. En adelante sólo pondremos el número de página al que pertenece entre corchetes.   

     Cassirer, Ernst : El problema del conocimiento, Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1974. T. II, pág. 297-299.   

      El hombre es, según Comte: sentimiento, actividad e inteligencia.Está hecho para actuar y no para debatirse en medio de la esterilidad de la duda. El papel de la inteligencia es el de dirigir y controlar la acción promovida por el sentimiento, que es el motor de la acción de la Humanidad.