2. ANTIGUA GRECIA: SOFISTAS I SÓCRATES I PLATÓN I ARISTÓTELES I HEDONISMO I ESTOICISMO
3. EDAD MEDIA: AQUINO
4. MODERNA: HUME I KANT
5. CONTEMPORÁNEA: UTILITARISMO I MARX I NIETZSCHE I EXISTENCIALISMO I NUEVAS ÉTICAS FORMALES
1.INTRODUCCIÓN
Como leímos en el texto de Kropotkin:
"En general, todos los pueblos primitivos han elaborado unas tradiciones de vida muy complicadas. Cada uno de ellos posee una moralidad, una ética, mantenida por la propia tradición. Y en todas estas codificaciones, no escritas aún, se observan tres categorías fundamentales de reglas o normas de vida.
"Una de ellas se refiere a las normas establecidas para la búsqueda de alimentos, ya sea realizada individualmente o en común. Estas reglas determinan en qué medida se puede usar lo que pertenece a toda la tribu: agua, bosques, árboles frutales, terrenos para la caza, canoas. Hay también reglas severas que se aplican a la caza y a las migraciones, a la conservación del fuego, etc.
Hay, así mismo, normas que determinan los derechos y las relaciones personales: la división de la tribu en secciones, el sistema de las relaciones matrimoniales admisibles, las normas para la educación de la juventud, el tratamiento de los ancianos y de los recién nacidos y, en fin, medidas preventivas contra los conflictos agudos, por ejemplo, contra los actos de violencia dentro del clan o entre varias tribus, y sobre todo reglas especiales para el caso en que del conflicto amenace una guerra.
Finalmente, una tercera categoría de normas estrictamente observadas son las que conciernen a las creencias y ritos religiosos en su relación con las estaciones del año, con la caza, las migraciones, etc." [Kropotkin, P.: Ética, págs. 57-58]
... desde que han existido comunidades humanas, han existido valores y normas de diversos tipos para hacer posible la convivencia, más o menos organizada. Con el paso del tiempo las comunidades fueron estableciendo modos ideales de conducta como modelos a seguir, al tiempo que señalaron los tipos de conducta inadmisibles o rechazables. Así se fueron creando los conceptos del bien y el mal, de lo justo y lo injusto, diferentes de unos pueblos a otros, de unas épocas a otras, pero siempre presentes como justificación de toda conducta.
El ser humano, es algo más que un animal (dicho con el mayor de los respetos y no sabiendo quien lleva la ganancia), no le basta el instinto: ha de recurrir a la cultura (costumbres, aprendizajes...) para sobrevivir. La moral viene a ser, como decía Aristóteles, la “segunda naturaleza” del hombre cuyo fin no es simplemente “sobrevivir”, sino “vivir mejor” “más perfectamente”, siguiendo un ideal de comportamiento.
Al ser nosotros animales gregarios tenemos que responder ante los demás por nuestros actos: si hago una caricatura ofensiva de un profeta venerado por miembros de una religión diferente a la mía y con ese acto, en principio inocente, echo por tierra todo lo que ellos tienen como sagrado y provoco un conflicto, entonces he de responder, debo explicarme, justificarme ante ellos. Ellos también deben justificar ante mí las posibles respuestas.
Las acciones que realizamos dependen de la jerarquía de valores morales que tenemos en el momento de actuar. Sabemos que muchos de esos valores, o todos, nos han sido transmitidos por la sociedad en la que nos hemos desarrollado, y que la autonomía consiste en pensar por nosotros mismos y elegir y realizar nuestra escala de valores según nuestros propios criterios, no sometidos a otro imperativo que nuestra capacidad racional y emocional.
Para elegir bien, es necesario saber primero qué es exacta o aproximadamente lo que se quiere. Algunos quieren lo que otros han elegido para ellos, otros prefieren arriesgarse a elegir por su cuenta: y eso significa que debemos pensar por nosotros mismos, hacernos preguntas, aclarar nuestras dudas, establecer nuestro propio marco de conducta.
Esto es justamente la reflexión ética: preguntarse por cuestiones como:
- ¿Qué debo hacer?
- ¿Qué es el bien?
- ¿Qué es lo justo
- ¿Por qué debo actuar moralmente y no al contrario?
A lo largo de la historia de la filosofía podemos encontrar diversos sistemas morales: conjuntos de valores, normas y criterios que dirigen y guían nuestras acciones. A través de ellos podremos descubrir nuestros propios puntos de vista, comprendernos y comprender a los otros.
Las teorías éticas tratan de ofrecer una justificación de las actitudes morales y del carácter moral, ofreciendo también un modelo ideal de moralidad, de lo que se considera "vida buena", acorde con los valores morales.
Hay quienes prefieren exponer el elenco de teorías éticas clasificando las éticas según las categorías de "materiales" y "formales". En esta ocasión prefiero usar un desarrollo histórico. No obstante, aclaremos ambas distinciones categoriales antes de proceder con el desarrollo.
Las éticas materiales tienen su origen en la antigua Grecia. Tratan de reflexionar sobre qué deberíamos hacer para alcanzar un fin supremo: la felicidad, la vida buena. Los medios que proponen son diversos: la virtud, el placer, la serenidad, la utilidad…
Las éticas formales, o del deber, surgen a finales del siglo XVIII con Kant y muy relacionadas con el protestantismo. Su pregunta fundamental es ¿Qué debo hacer? ¿Cuál es el modo correcto de actuar? Su objetivo fundamental es establecer cómo debería ser una acción para ser considerada universalmente válida.
2. ÉTICA EN LA ANTIGUA GRECIA
"Los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por la admiración; al principio, admirados ante los fenómenos sorprendentes más comunes; luego, avanzando poco a poco, planteándose problemas mayores ... pues esta disciplina comenzó a buscarse cuando ya existían casi todas las cosas necesarias y las relativas al descanso y al ornato de la vida. Es, pues, evidente que no la buscamos por ninguna utilidad, sino que, así como llamamos hombre libre al que es para sí mismo y no para otro, así consideramos a ésta como la única ciencia libre, pues ésta sola es para sí misma" Aristóteles: Metafísica.
Siendo bastante exagerada e imprecisa quizás, las primeras noticias que tenemos sobre "ética", entendida como una reflexión sistemática y filosófica, se remontan a los primeros filósofos griegos. Ellos aportaron a la moral: al conjunto de normas y valores, la reflexión racional, el espíritu crítico.
La filosofía tal como la concebimos hoy surge en Grecia en el último tercio del siglo VII a. C. debido a una serie de circunstancias económicas, políticas y culturales.
En efecto, a partir del siglo VII a. C. la necesidad de conquistar otros territorios, como es el caso de Jonia, hace que el horizonte cultural griego se abra a otras culturas, a nuevos tipos de conocimientos técnicos y geográficos. Poco a poco, gracias al invento lidio de la moneda, la práctica guerrera va dejando paso a la comercial, y al mismo tiempo que se intercambian bienes materiales, se intercambian ideas. De tal modo que el saber tradicional transmitido a través de narraciones o mitos de Homero y Hesíodo. Sin embargo, ese saber tradicional y mítico deja de ser efectivo y se pone en duda al compararlo con los saberes tradicionales de otras culturas. Ante la disparidad de opiniones sobre la misma cuestión surge el escepticismo y la necesidad de encontrar la verdad:
"Los seres humanos se han creado dioses a su propia imagen. Creen que los dioses han nacido y que tienen cuerpo, vestidos e idiomas como nosotros. Los negros piensan que los dioses son negros y chatos, los tracios los imaginan rubios y con ojos azules. ¡Incluso si los bueyes, los caballos y leones hubiesen sabido pintar, habrían representado dioses con aspecto de bueyes, caballos y leones! " Jenófanes. s. VI a. C.
Frente al saber mítico que encuentra las causas de todos los fenómenos en el capricho de los dioses, va surgiendo otro tipo de saber que busca respuestas diferentes a las preguntas que los seres humanos nos hemos hecho desde el principio de los tiempos. Preguntas tales como: ¿cómo surgió el cosmos?, ¿por qué nacemos? ¿por qué morimos?, ¿qué sentido tiene la vida?, ¿por qué el ser y no la nada?, ¿por qué debemos obedecer normas si no nos benefician?, ¿qué es la justicia? ¿existe dios? etc. Para hacerse estas preguntas lo primero que debieron saber los griegos es que no sabían (el reconocimiento de la propia ignorancia es el principio de la sabiduría, tal como quiso decir Sócrates: "Sólo sé que no sé nada") y que las explicaciones míticas no eran convincentes. En esta situación el único camino que les quedaba era dejar a un lado lo que habían aprendido de los mitos, y empezar a pensar por sí mismos. Con la frase "paso del mito al logos" se expresa ese cambio en la manera de tratar de conocer. Como podemos deducir, la explicación mítica es distinta a la explicación racional (o lógica- basada en el logos) la primera apela al capricho de los dioses para explicar los fenómenos de la naturaleza; la segunda trata de buscar las causas que determinan los fenómenos de todo tipo haciendo uso de la razón, y tratando de ir más allá de las apariencias que nos proporcionan los sentidos.
Así pues, en un principio la filosofía intentaba saber sobre la naturaleza y sus fenómenos (filosofía presocrática), pero, alrededor del siglo V a.d.C., en la Atenas democrática el interés filosófico se centró en cuestiones relacionadas con el ser humano. A ese cambio de interés lo conocemos como "giro antropológico". Problemas morales, políticos, lingüísticos, culturales etc., son pensados y debatidos desde diversos puntos de vista. Veamos algunas de las posiciones éticas más sobresalientes.
2.1. SOFISTAS: RELATIVISMO Y ESCEPTICISMO MORAL
En el siglo V a.d.C. Atenas experimenta un florecimiento cultural, económico y político de primera magnitud: se desarrollan la arquitectura, la escultura, el teatro y la filosofía. Es el llamado siglo de Pericles.
El hecho político más importante es un nuevo sistema de gobierno: la democracia. Diferente a la que nosotros conocemos, se trataba de una democracia directa, en la que todos los ciudadanos tenían derecho a intervenir en la Asamblea y discutir sus puntos de vista sobre aquellas decisiones que les afectaban. Sólo eran considerados ciudadanos atenienses los varones mayores de 30 años y propietarios. Las mujeres, los extranjeros y los esclavos no tenían carta de ciudadanía. Atenas tenía aproximadamente 200.000 habitantes, pero tan solo 38.000 podían participar.
A la Atenas del siglo V a.d.C. fueron llegando desde otros puntos de Grecia una serie de pensadores muy polémicos: los llamados sofistas (de sophos= "sabios"), que se preocuparon de dar a los jóvenes una auténtica educación, aunque fueron duramente criticados por cobrar por sus clases.
Los sofistas eran muy cultos; habían viajado y conocido numerosas culturas, de ahí que fueran bastante críticos con todos aquellos que se creían en posesión de la verdad absoluta. Se centraron, especialmente, en los asuntos de la vida política criticando la esclavitud; prestaron gran atención al estudio del lenguaje. Impartían enseñanzas sobre gramática, oratoria, poesía...
El dominio de la retórica era imprescindible en aquella sociedad democrática, puesto que todas las decisiones se tomaban en Asamblea. Aquel que mostrara mejor dominio del lenguaje, tenía más posibilidades de convencer al resto de los participantes sobre lo acertado de su punto de vista, obteniendo así el éxito en su propuesta o en la realización de sus intereses.
Respecto a las leyes, los sofistas afirmaban que se debía conocer el conjunto de leyes que rigen una ciudad. Cada ciudad podía tener leyes diferentes y éstas podían cambiar en función de las circunstancias políticas. Así pues, consideraban que las leyes son convencionales, es decir, fruto de acuerdos o costumbres comúnmente admitidas. Las imponen los fuertes para dominar a los débiles, según algunos sofistas como Trasímaco; otros piensan que son los débiles los que inventaron las leyes para frenar a los fuertes, es el caso de Calicles. La idea de que las normas y las leyes de la ciudad provienen de la naturaleza y que, por ello, han de ser universalmente válidas quedaba en entredicho: las leyes son relativas y convencionales.
Los sofistas afirmaban que también las normas morales eran convencionales. Eso significa que determinados valores morales: lo justo, lo bueno, lo valioso... no son absolutos e inmutables, sino que son relativos, que cambian de un pueblo a otro, o incluso, de un grupo a otro dentro de una sociedad. Protágoras de Abdera, uno de los sofistas más conocidos, junto con Gorgias de Leontini, defendió el relativismo afirmando: "El hombre es la medida de todas las cosas", es decir: valora las acciones, las circunstancias, etc. de acuerdo con sus necesidades y circunstancias personales. No podemos hablar de la "verdad", ni siquiera sabemos si tal cosa existe porque nuestro entendimiento es limitado. Esto es justamente el escepticismo: la tesis que sostiene la incapacidad humana para llegar a una verdad absoluta.
El principal representante del escepticismo sofista es Gorgias, quien en su famosa fórmula sostiene que "El ser no existe, si existiera, no podría ser conocido; y si pudiera ser conocido, no podría ser comunicado": Traducido burdamente significa: No sabemos si la realidad existe, sólo podemos afirmar que captamos apariencias o que nos parece que hay cosas; y aunque existiese eso que llamamos realidad, no podríamos conocerla porque nuestra capacidad intelectual es limitada; y aún cuando pudiésemos conocerla, no podríamos llegar a expresar dicho conocimiento mediante nuestro lenguaje porque es igualmente limitado: no podemos decir todo aquello que queremos: nos faltan palabras.
2.2. SÓCRATES: INTELECTUALISMO MORAL
Contemporáneo de los sofistas, Sócrates fue uno de los personajes más curiosos de su época y su fama ha perdurado a lo largo de los siglos. Platón, discípulo suyo, le rindió homenaje en su obra, haciéndolo aparecer como interlocutor principal en gran parte de sus diálogos.
Sócrates se opone al relativismo y escepticismo de sus contemporáneos los sofistas, y considera que es necesario llegar a establecer una moral no relativista, válida para todos. El método para llegar a conocer qué es lo bueno o lo justo es el diálogo, o arte mayéutica, que es el arte de ayudar sacar a la luz la verdad mediante preguntas dirigidas hábilmente. Sócrates era un "artista" en hacer decir a los demás lo que él quería, de ahí que, por esa faceta suya, algo manipuladora, algunos de sus contemporáneos lo tomaran por un sofista, también "artistas" en ese mismo campo: la retórica y la erística. A continuación, video que muestra un ejemplo de diálogo mayeútico:
Además de la mayéutica, Sócrates es conocido por su defensa del intelectualismo moral. Según esta posición el SABER = VIRTUD, o lo que es lo mismo: El obrar mal o injustamente es fruto de la ignorancia: nadie obra mal a sabiendas. Cuando hacemos algo que no es muy ortodoxo, lo hacemos porque creemos que ese es nuestro bien, aunque estemos equivocados. Así, para obrar bien basta saber qué es el bien. El mal es la falta de saber, es ignorancia. Si esto es así, el criminal no es malo, es un ignorante y antes que encarcelarlo, debería ser educado.
2.3. PLATÓN: LA JUSTICIA.
Platón,filósofo ateniense del siglo V a.d.C., fue un escritor prolífico (conservamos alrededor de 24 Diálogos= género literario que cultivó con maestría) y fundó una escuela de filósofos: La Academia.
Siguiendo a su maestro Sócrates, se opone al relativismo ético de los sofistas y afirma que los conceptos morales pueden ser conocidos racionalmente. Además, estos conceptos tienen un carácter absoluto, único para todos los seres humanos y, por tanto, independiente de las diversas opiniones.
Sostiene que el conocimiento de los conceptos morales es necesario para tener un comportamiento moral correcto. Y asegura que aquellos que conocen los verdaderos principios morales, es decir, los filósofos, son los más aptos para dirigir la ciudad y educar a los ciudadanos.
Considera que el ser humano, a diferencia del resto de los animales, posee la facultad superior de la razón. Y ésta debería gobernar las otras dos dimensiones del alma, en la que distingue tres partes. En su obra La República imagina cómo sería una sociedad ideal en la que pudiera realizarse la justicia. En la misma obra establece la relación entre las partes del alma, las clases de ciudadanos y las virtudes que deben fomentar:
La racional, en la que domina la razón. La virtud que debe fomentar es la prudencia o sabiduría. En los filósofos predomina esta parte racional, y al conocer mejor que el resto de los ciudadanos el bien y la justicia, deben dedicarse a las labores de gobierno y educar en la virtud a los ciudadanos.
La irascible, dominada por los afectos o sentimientos: cólera, ímpetu, arrebatos... es la parte que domina en los guerreros, quienes tienen que practicar la virtud que les es propia: el valor y la fortaleza. Han de dedicarse a labores defensivas frente a enemigos externos o internos.
La apetitiva, en la que prevalecen los apetitos del cuerpo: hambre, sed., es la parte que domina en la clase de los productores (agricultores, ganaderos, artesanos...) La virtud que deben practicar es la templanza o moderación de los "bajos instintos". Su función en la polis es la de proveer de lo necesario para el sustento de la ciudadanía.
En el equilibrio de estas tres virtudes: prudencia, fortaleza y templanza, reside la armonía, que debe gobernar al individuo; de la misma manera, en la polis, la justicia consiste es el equilibrio de los distintos grupos sociales, y cada clase de ciudadano ha de dedicarse a las funciones que les son propias.
Ética y política son para Platón dos ámbitos correlativos, y no puede entenderse una ética sin política (no vivimos aislados, sino en una comunidad política) ni una política sin ética porque un sistema de gobierno debe perseguir el ideal de la justicia y el bien de toda la comunidad, y no el bien privado de los gobernantes o una clase privilegiada.
"-Te olvidas nuevamente, amigo mío, que nuestra ley no tiende a que una sola clase lo pase excepcionalmente bien en el Estado, sino que se las compone para que esto suceda en todo el Estado, armonizándose los ciudadanos por la persuasión o por la fuerza, haciendo que unos a otros se presten los beneficios que cada uno sea capaz de prestar a la comunidad. Porque si se forja a tales hombres en el Estado, no es para permitir que cada uno se vuelva hacia donde le da la gana, sino para utilizarlos para la consolidación del Estado." Platón: La República, Libro VII.
"- Así, pues, las demás virtudes, las llamadas virtudes del alma, es muy posible que sean bastante semejantes a las del cuerpo, ya que, aun careciendo en un principio de ellas, pueden ser producidas más tarde por el hábito y el ejercicio. La virtud del conocimiento, por el contrario, pare ce depender de algo más divino que jamás pierde su poder y que, según a donde se vuelva, resulta útil y provechoso o, por el contrario, inútil y nocivo. ¿O no has observado, respecto de aquellos de los que se dice que son malvados pero inteligentes, con qué penetración percibe su alma miserable y con qué agudeza distingue aquello hacia lo cual se vuelve, porque no tiene mala vista, sino que está obligada a ponerla al servicio de la maldad, de manera que cuanto mayor sea la agudeza de su mirada, tanto mayores serán los males que cometa?" Platón: La República, Libro VII.
2.4. ARISTÓTELES: LA FELICIDAD (EUDAIMONÍA)
Fue discípulo de Platón, maestro de Alejandro Magno. Habiendo nacido en Estagira (Macedonia) se trasladó a Atenas (s. III-IV a.d.C.) en donde tras abandonar la Academia, fundó una nueva escuela filosófica: El Liceo. Es uno de los filósofos más importantes de la historia. A él le debemos las primeras obras sistemáticas sobre ética, política, metafísica, física, lógica... Destacamos en este caso su Ética a Nicómaco como obra de referencia.
Según Aristóteles, la finalidad del hombre es conseguir la felicidad. Dado que éste se distingue justamente por poseer la facultad de la razón, la felicidad humana consistirá en perfeccionar al máximo esta facultad. Vivir bien equivale, pues, a vivir conforme a la razón, que es el rasgo superior de lo humano. Sin embargo, no siempre actuamos conforme a los dictados de nuestra razón, a menudo nos dejamos llevar por nuestro lado pasional, la parte apetitiva (los sentimientos, los deseos, las pasiones), y no siempre obtenemos la felicidad actuando de este modo, sino que, por el contrario, nos creamos problemas de difícil solución (si mi vecin@ me fastidia, puedo tener el deseo de quitármel@ del medio de cualquier modo, sin embargo, eso supondría estar en cárcel unos cuantos años, y más cosas). Es por ello que hay que ser racional y ejercitar las virtudes y, en especial, corregir los excesos.
La felicidad es "la actividad del hombre conforme a la virtud". A través de las virtudes el ser humano domina su parte irracional.
Las virtudes éticas son adquiridas a través de la costumbre o el hábito y consisten, fundamentalmente, en el dominio de la parte irracional del alma (sensitiva) y regular las relaciones entre los hombres. Las virtudes éticas más importantes son: la fortaleza, la templanza, la justicia.
Las virtudes dianoéticas se corresponden con la parte racional del ser humano, siendo, por ello, propias del intelecto. Su origen no es innato, sino que deben ser aprendidas a través de la educación o la enseñanza. Las principales virtudes dianoéticas son la inteligencia (sabiduría) y la prudencia.
La virtud es un hábito de carácter racional, y según Aristóteles consiste en el justo medio. Respecto a la valentía, el justo medio está entre la cobardía y la osadía. Pero, además, somos cada uno de nosotros los que hemos de determinar dónde está nuestro justo medio. Ser generoso, por ejemplo, no es lo mismo para una persona rica que para una persona pobre.
Por último, al igual que para su maestro, el ser humano es social por naturaleza, y llega a definirlo como: "...el hombre es por naturaleza un animal político". Por ello, no debe haber ética sin política ni viceversa.
"Mas en nuestro concepto, el bien, que debe buscarse sólo por sí mismo, es más definitivo que el que se busca en vista de otro bien; y el bien que no debe buscarse nunca en vista de otro bien, es más definitivo que estos bienes que se buscan a la vez por sí mismos y a causa de este bien superior; en una palabra, lo perfecto, lo definitivo, lo completo, es lo que es eternamente apetecible en sí, y que no lo es jamás en vista de un objeto distinto que él. He aquí precisamente el carácter que parece tener la felicidad; la buscamos siempre por ella y sólo por ella, y nunca con la mira de otra cosa. Por lo contrario, cuando buscamos los honores, el placer, la ciencia, la virtud, bajo cualquier forma que sea, deseamos sin duda todas estas ventajas por sí mismas; puesto que, independientemente de toda otra consecuencia, desearíamos realmente cada una de ellas; sin embargo, nosotros las deseamos también con la mira de la felicidad, porque creemos que todas estas diversas ventajas nos la pueden asegurar; mientras que nadie puede desear la felicidad, ni con la mira de estas ventajas, ni de una manera general en vista de algo, sea lo que sea, distinto de la felicidad misma." Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro I, IV
"Por lo tanto, la virtud es un hábito, una cualidad que depende de nuestra voluntad, consistiendo en este medio que hace relación a nosotros, y que está regulado por la razón en la forma que lo regularía el hombre verdaderamente sabio. La virtud es un medio entre dos vicios, que pecan, uno por exceso, otro por defecto; y como los vicios consisten en que los unos traspasan la medida que es preciso guardar, y los otros permanecen por bajo de esta medida, ya respecto de nuestras acciones, ya respecto de nuestros sentimientos, la virtud consiste, por lo contrario, en encontrar el medio para los unos y para los otros, y mantenerse en él dándole la preferencia.
He aquí por qué la virtud, tomada en su esencia y bajo el punto de vista de la definición que expresa lo que ella es, debe mirársela como un medio. Pero con relación a la perfección y al bien, la virtud es un extremo y una cúspide." Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libro II, VI.
2.5. HEDONISMO: EPICURO
Epicuro (s. III-IV a.C.) fundó también una escuela de carácter filosófico llamada El Jardín, en la ciudad de Atenas. En ella se refugió, aislándose de la vida política y de la sociedad, practicando la amistad, el gusto por lo bello y por el conocimiento. El objetivo de la filosofía debe ser práctico: fomentar una vida buena y feliz.
La tesis básica de la doctrina de Epicuro es que la finalidad de la vida humana consiste en buscar el placer y huir del dolor. Esto representa un alejamiento de la línea de pensamiento seguida por Sócrates, Platón y Aristóteles. Sin embargo, es necesario matizar que el concepto de placer que tiene Epicuro no es simplemente un ¡Viva la Virgen!
Para los epicúreos, la felicidad se consigue con el placer. Pero no con cualquier placer, debe ser un placer que conlleve un estado en el cual se supere el dolor físico (aponía) y la preocupación (ataraxia, que viene a ser como la liberación de la angustia). Para evitar el dolor físico, Epicuro propone un ideal de vida sobrio y frugal, limitado a la satisfacción de las necesidades naturales, y siempre con medida. Así que hay que llegar a la aponía y la ataraxía.
Hay tres tipos de placeres:
- Naturales y necesarios. Son imprescindibles para la supervivencia y conservación de los seres humanos: comer, beber, descansar.
- Naturales y no necesarios. Son los mismos que los anteriores, pero en un alto grado de refinamiento. Por ejemplo: el sibaritismo, la exquisitez.
- No naturales y no necesarios. Provienen de la vanidad: riquezas, poderes, honores...
Según Epicuro, sólo hay que satisfacer los placeres naturales y necesarios, los demás estropean el cuerpo y perturban el alma. Por lo tanto, el buen método y el verdadero placer consiste en saber limitar los propios deseos.
Para evitar la preocupación y el dolor, Epicuro propone un ideal de vida apartado de la vida pública de la ciudad. La vida privada tranquila, sin excesos, sin participar en la agitación de la vida pública, dará las mejores condiciones para alcanzar la felicidad, la ausencia de perturbación, en una palabra: la ataraxia. Así, la vida moral es fundamentalmente individual y la única relación que se debe apreciar entre los individuos es la de la amistad, una relación libre y natural.
Epicuro afirma que la filosofía tiene que cumplir un doble objetivo: liberarnos de los prejuicios o falsas ideas que fomentan el temor y el sufrimiento y hacernos capaces de adaptarnos de buen grado a las circunstancias. Inducidos por nuestra ignorancia tememos: al dolor, a la muerte, a los dioses y al destino. Para evitar estos temores Epicuro propone el cuádruple remedio, el tetrafarmakon.
- • No hay que temer a la muerte: "el más terrible de los males, la muerte, no es nada para nosotros, pues cuando nosotros existimos, la muerte no existe, y cuando la muerte existe, nosotros no existimos".
- • No hay que temer al dolor corporal: cuando es intenso y insoportable dura poco y cuando dura más tiempo es menos fuerte y más soportable; nos acostumbrándonos al dolor moderado; el dolor intenso nos mata y es el fin de todo dolor.
- • No hemos de temer a los dioses, pues caso de que existan, cosa que duda Epicuro, estos no se ocupan de nuestros asuntos pues sería contrario a su majestad descender a tan nimios problemas.
- • No debemos temer el futuro: nuestro destino no está "escrito", y si lo estuviera, no podríamos saber qué sucederá.
"Y hay que calcular que, de los deseos, unos son naturales y otros vanos. Y de los naturales, unos son necesarios, otros sólo naturales. Y de los necesarios, unos son necesarios para la felicidad, otros para el bienestar del cuerpo, otros para la vida misma. Una recta visión de estos deseos sabe, pues, referir a la salud del cuerpo y a la imperturbabilidad de alma toda elección o rechazo, pues ésta es la consumación de la vida feliz. [...] También consideramos un gran bien a la autosuficiencia, no para que en toda ocasión usemos de pocas cosas, sino a fin de que, si no tenemos mucho, nos contentemos con poco, sincera- mente convencidos de que disfrutan más agradablemente de la abundancia quienes menos necesidad tienen de ella, y de que todo lo natural es muy fácil de conseguir, y lo vano muy difícil de alcanzar. [...] El acostumbrarse a las comidas sencillas y frugales es saludable y hace al hombre resuelto en las ocupaciones necesarias de la vida, nos dispone mejor cuando ocasionalmente acudimos a una comida lujosa y nos hace intrépidos ante el azar. Así, cuando decimos que el placer es el fin, no hablamos de los placeres de los corruptos y de los que se encuentran en el goce, como piensan algunos que no nos conocen y no piensan igual, o nos interpretan mal, sino de no sufrir en el cuerpo ni de ser perturbados en el alma." Epicuro: Carta a Meneceo.
2.6. ESTOICISMO: LA IMPERTURBABILIDAD
Fundado por Zenón de Kitión (Chipre, 336- 264 a .C.) quien abrió en 306 su escuela en Atenas, en un lugar llamado Stóa poikilé (Pórtico pintado, de ahí el nombre de estoicismo). La doctrina estoica fue sistematizada por Crisipo (280-210), uno de sus discípulos. El estoicismo se extiende desde la época helenística hasta casi a finales del imperio romano. en Atenas. En ella se estudiaba física, lógica y moral.
Una misma ley lo rige todo. Los estoicos aportaron a la filosofía el concepto de "ley natural" y de "providencia". Para quien acepta este concepto no tiene sentido hablar del mal en el mundo: nada de lo que sucede puede ser un «mal», aunque lo parezca. Puede que para considerarlo un bien haya que contemplarlo con más perspectiva, pero, con la suficiente distancia histórica, incluso lo que ahora parece mal, veremos que apunta hacia un bien. Los neoplatónicos, Agustín de Hipona, los escolásticos (Tomás de aquino), Leibniz e incluso Hegel, como ya veremos, volverán sobre este asunto afirmando algo parecido.
Para los seguidores de esta escuela, el universo está regido por leyes fijas e inflexibles y el ser humano, si quiere ser razonable, debe adaptarse a ellas. Cada individuo tiene un destino inexorable y sólo es feliz quien lo acepta y no intenta modificarlo. Sólo quien sea capaz de comprender la estrecha relación entre la naturaleza y el ser humano podrá ser feliz. Desde esta perspectiva, la vida buena se convierte en un esfuerzo para llegar a esa comprensión definitiva: que hay que cambiar la actitud ante la vida antes que a la vida misma porque todo ocurre de modo necesario: tiene que ocurrir, y de nada vale oponerse al destino.
Para los estoicos el sabio ha de mostrarse imperturbable, es decir, ha de llegar a la ataraxia y ser independiente de los azares del destino: autarquía. Sólo desde la sabiduría logra comprender la ley de la naturaleza y se adapta a ella, acata racionalmente la ley universal y acepta su destino, intentando cambiar él mismo antes que cambiar el mundo Los estoicos se consideraban cosmopolitas: proclamaban la fraternidad universal, creían en la igualdad de los seres humanos y en la ausencia de fronteras entre los países.
Como escuela de moral tuvo mucha influencia y pertenecieron a ella filósofos como Cicerón (106-43 a.d.C.), Séneca (4 a.d.C. – 65 d. C.), Epícteto (50-125 d.C.) y el emperador romano Marco Aurelio (121-180 d. C.)
"La vida feliz es, por tanto, la que está conforme con su naturaleza, lo cual no puede suceder más que si, primero, el alma está sana y en constante posesión de su salud; en segundo lugar, si es enérgica y ardiente, magnánima y paciente, adaptable a las circunstancias, cuidadosa sin angustia de su cuerpo y de lo que le pertenece, atenta a las demás cosas que sirven para la vida, sin admirarse de ninguna; si usa de los dones de la fortuna, sin ser esclava de ellos. Comprendes, aunque no lo añadiera, que de ello nace una constante tranquilidad y libertad, una vez alejadas las cosas que nos irritan o nos aterran; pues en lugar de los placeres y de esos goces mezquinos y frágiles, dañosos aún en el mismo desorden, nos viene una gran alegría inquebrantable y constante, y al mismo tiempo la paz y la armonía del alma, y la magnanimidad con la dulzura, pues toda ferocidad procede de debilidad." Séneca: De la felicidad, cap. III.
3. TOMÁS DE AQUINO
Tomás de Aquino, filósofo del siglo XIII, es el máximo representante de la filosofía escolástica.
De Aristóteles incorpora a su ética las siguientes tesis:
a. La felicidad es el fin último del ser humano.
b. El conocimiento de la naturaleza humana nos proporciona un conjunto de normas morales que constituyen la ley natural.
Se trata, por lo tanto, de una ética eudaimonista y teleológica.
Siguiendo la concepción teleológica de Aristóteles y el concepto de "ley natural" de los estoicos, Aquino afirma que el ser humano, igual que los demás animales, experimenta ciertas tendencias enraizadas en su naturaleza. La tendencia hacia fines es común a hombres y animales. Pero el ser humano tiene una racionalidad propia y diferente a la del resto de los animales. Sólo él puede conocer sus propias tendencias y deducir de ellas ciertas normas de conducta que lo aproximen cada vez más al fin perseguido.
Existen, según Aquino, tres tipos de tendencias o leyes naturales propias del ser humano que fundamentan la moral:
- a) En tanto que sustancia, el ser humano tiende a conservar su propia existencia. La conservación del individuo y de la especie es un deber moral.
- b) En tanto que animal, el ser humano tiende a procrear. De aquí pueden derivarse algunas normas de conducta relacionadas con el cuidado y protección de los hijos.
- c) En cuanto racional, el ser humano tiende a conocer la verdad y a vivir en sociedad. Puesto que la vida en sociedad supone organizar la convivencia de manera que nos permita a cada uno alcanzar nuestros fines, las exigencias de verdad y justicia deben respetarse siempre, para que el grupo humano no degenere en manada, rebaño u horda.
Las leyes naturales así expuestas tienen un carácter demasiado general y abstracto. Es preciso un esfuerzo de concreción ulterior, para que los principios generales se transformen en normas concretas realizables en la práctica. Por ejemplo: Si la ley natural exige respetar la vida ajena, ¿qué hacer en caso de guerra o ataque personal? ¿hay circunstancias donde las exigencias naturales pierden su valor? Si una familiar no puede garantizar comida, educación y acogida a un nuevo hijo, ¿es lícito interrumpir el embarazo?
Sin embargo, además de lo dicho hay que señalar que la verdadera finalidad de la vida humana no se limita a la conservación y a la reproducción. Su fin más alto es el conocimiento de la verdad, que es lo mismo que decir: conocer a Dios.
Si para Aristóteles la finalidad de la vida humana era la felicidad e identifica ésta con la vida contemplativa, es decir, con la actividad filosófica (y esta consiste en el ejercicio de la virtud perfecta, es decir, en la contemplación del Motor Inmóvil), para Aquino la felicidad humana se identifica con la visión beatífica de Dios, con la contemplación mística del ser por excelencia: Dios. En efecto, si Dios es el bien del que dependen todas las cosas la felicidad perfecta es la contemplación de Dios, que es verdad y vida.
"Por otra parte, como el bien tiene razón de fin, y el mal, de lo contrario, síguese que todo aquello a lo que el hombre se siente naturalmente inclinado lo aprehende la razón como bueno y, por ende, como algo que debe ser procurado, mientras que su contrario lo aprehende como mal y como vitando. De aquí que el orden de los preceptos de la ley natural sea correlativo al orden de las inclinaciones naturales. Y así encontramos, ante todo, en el hombre una inclinación que le es común con todas las sustancias, consistente en que toda sustancia tiende por naturaleza a conservar su propio ser. Y de acuerdo con esta inclinación pertenece a la ley natural todo aquello que ayuda a la conservación de la vida humana e impide su destrucción. En segundo lugar, encontramos en el hombre una inclinación hacia bienes más determinados, según la naturaleza que tiene en común con los demás animales. Y a tenor de esta inclinación se consideran de ley natural las cosas que la naturaleza ha enseñado a todos los animales, tales como la conjunción de los sexos, la educación de los hijos y otras cosas semejantes. En tercer lugar, hay en el hombre una inclinación al bien correspondiente a la naturaleza racional, que es la suya propia, como es, por ejemplo, la inclinación natural a buscar la verdad acerca de Dios y a vivir en sociedad. Y, según esto, pertenece a la ley natural todo lo que atañe a esta inclinación, como evitar la ignorancia, respetar a los conciudadanos y todo lo demás relacionado con esto." Tomás de Aquino: Suma Teológica I-II, cuestión 94, artículo 2.
4. HUME: EMOTIVISMO
Si en el plano teórico puede caracterizarse a Hume como un escéptico empirista y psicologista, en el plano práctico: ético, político y religioso, podemos además adjetivarlo de emotivista y utilitarista porque rechaza la posibilidad de fundar lo práctico en la razón, tal como pretendieron hacerlo los racionalistas anteriormente y posteriormente Kant y los idealistas alemanes. Hume, por el contrario, desplaza toda su atención al análisis psicológico, encontrando en la emoción y el sentimiento el fundamento de la ética. En efecto, la razón por sí misma, según Hume, no puede mover en el hombre el impulso a actuar, sólo la pasión o el sentimiento son capaces de motivarlo. El único papel que le asigna a la razón en el comportamiento consiste en darnos información sobre los fines que podemos perseguir y los medios más idóneos para conseguirlos, lo cual no implica que elijamos siempre fines razonables. Dirá Hume, no es contrario a la razón preferir la destrucción del mundo antes que sufrir el más ligero rasguño en nuestro dedo. Tampoco es contradictorio preferir un fin menor, antes que uno mayor.
El hecho de valorar una acción como virtuosa o viciosa, buena o mala, no se basa en criterios objetivos, sino en subjetivos, ya que la aprobamos o desaprobamos en función de un sentimiento de simpatía o antipatía. Lo que despierta ese sentimiento es la utilidad que la acción comporta para la comunidad, o lo que es lo mismo que decir: una acción merecerá nuestra aprobación si resulta útil para la colectividad, y nuestra desaprobación si sucede lo contrario. He aquí el incipiente utilitarismo de Hume.
"No es contrario a la razón el preferir la destrucción del mundo entero a tener un rasguño en mi dedo. No es contrario a la razón que yo prefiera mi ruina total con tal de evitar el menor sufrimiento a un 'indio' o a cualquier persona totalmente desconocida. Tampoco es contrario a la razón el preferir un bien pequeño, aunque lo reconozca menor, a otro mayor, y tener una afección más ardiente por el primero que por el segundo." Hume: Tratado de la naturaleza humana
"Si comparamos todas estas circunstancias no dudaremos de que la simpatía es la fuente capital de las distinciones morales, especialmente si consideramos que ninguna objeción puede elevarse contra esta hipótesis en un caso que no se refiera a todos los casos que comprende. La justicia se estima ciertamente tan sólo porque posee una tendencia hacia el bien público, y el bien público nos es indiferente a no ser que la simpatía nos interese en él. Podemos suponer lo mismo con respecto a todas las demás virtudes que poseen una tendencia igual hacia el bien público. Deben derivar todo su mérito de nuestra simpatía con los que logran alguna ventaja de ellas, del mismo modo que las virtudes que poseen una tendencia hacia el bien de la persona que las posee derivan su mérito de nuestra simpatía con ésta.
Muchos concederán fácilmente que las cualidades útiles del espíritu son virtuosas porque son útiles. Este modo de pensar es tan natural y se presenta en tantas ocasiones que pocos se harán un escrúpulo para admítirle. Ahora bien: una vez esto admitido, debe ser reconocida necesariamente la fuerza de la simpatía. La virtud se considera como medio para un fin. Los medios para un fin se estiman en tanto que el fin se estima; pero la felicidad de los que nos son extraños nos afecta por simpatía tan sólo. A este principio debemos adscribir, por consiguiente, el sentimiento de aprobación que surge de la consideración de todas las virtudes que son útiles a la sociedad o a la persona que las posee. Estas constituyen la parte más considerable de la moralidad" Hume: Tratado de la naturaleza humana.
5. LA REVOLUCIÓN ÉTICA KANTIANA
Kant, nacido en la Prusia del siglo XVIII, es uno de los filósofos ilustrados de mayor repercusión en la historia de la filosofía. Su obra más destacada dedicada a la ética es la Crítica de la razón pura práctica. (a la que me referiré por las siglas CRPP)
El objetivo de Kant en su CRPP es fundamentar la moral desde unas bases universalmente válidas. Empezará su labor criticando todas las éticas anteriores por considerarlas materiales, y no formales.
Una ética es material cuando tiene un contenido: indica cual es el fin que todo hombre debe perseguir: la felicidad, la perfección, el placer, el dinero, lo útil. A parte de fines, también propone los medios que son más adecuados para conseguir el fin propuesto. Ej.: "Si quieres ser feliz (fin), busca el placer(medio)"; "Si quieres tener mucho dinero, busca un buen trabajo".
Por el contrario, lo que busca Kant es una ética formal, vacía de contenidos. No pretende decirnos qué es lo que debemos perseguir, ni la forma de conseguirlo. Lo único que se propone es averiguar qué características formales debe cumplir un hecho para ser considerado moral. Le interesa la forma, no el contenido. Un hecho moral formalmente válido debe ser universal y necesario. Ya volveremos sobre ello cuando estudiemos los tipos de acciones.
Kant CRITICA los siguientes aspectos de estas ÉTICAS MATERIALES:
a) Son empíricas o a posteriori: Los preceptos o normas y el contenido se basan en la experiencia. Ej.: "los epicúreos dicen que el placer es el fin del hombre porque la experiencia nos dice que desde niños buscamos el placer". Y la experiencia nos demuestra que la política produce disgustos ("si quieres ser feliz, apártate de la política")
Pero Kant pretende una ética cuyos principios sean universales, a priori, válidos para todos en cualquier tiempo y lugar y esto no puede provenir de la experiencia que siempre es particular tal como lo demuestra el hecho de que los hombres no se pongan de acuerdo sobre los fines que hay que perseguir en la vida, y mucho menos aún, en los medios que han de emplearse.
b) Son hipotéticas: Los preceptos (normas) de la ética material son hipotéticos (y no categóricos) porque son condicionales ("si x.… entonces y"). Dicen qué medios hay que poner en juego para conseguir un fin determinado: Si quieres aprobar, tienes que estudiar. Pero qué pasa si uno no tiene el menor interés en aprobar, sencillamente que este precepto no es válido para él, por lo tanto, no es universal.
Por el contrario, Kant no está interesado en proponer condiciones que hagan posible la obtención de un pretendido bien particular, sino que busca imperativos de tipo categórico: válidos universalmente y necesarios (Necesario significa en la filosofía kantiana "sin contradicción " o "lo que es así y no puede ser de otro modo") y no hipotéticos.
c) Son heterónomas: El sujeto no se da a sí mismo sus propias normas de conducta siguiendo su propia razón, sino que su voluntad viene determinada desde fuera, siguiendo las costumbres o usos sociales, o bien desde dentro, siguiendo sus inclinaciones o deseos y no su razón.
Contrariamente a lo anteriormente dicho, Kant defiende la autonomía: la autodeterminación de la voluntad del sujeto desde la razón, y no desde otra fuente.
La ética kantiana es formal, vacía de contenido. Es a priori, no empírica, porque debe ser universal y necesaria para todos los hombres. Es categórica, no hipotética, porque sus juicios deben ser absolutos, o lo que es lo mismo, las acciones que cada uno realice deben poder ser universalizables y convertirse es ley para todos. Y, por último, es autónoma, no heterónoma, porque es el sujeto el que debe determinarse a obrar, a darse a sí mismo su ley con la sola determinación de su razón.
EL DEBER
La ética kantiana es "deontológica" porque se basa en el deber (Deber se dice en griego δέον, -οντος --> déon, -ontos "lo que es necesario", "deber") Por deber entendemos la obligatoriedad de realizar una acción cuando se sabe racionalmente que es conforme a la ley que la voluntad se da a sí misma de manera autónoma. El deber no debemos entenderlo, por el contrario, como una imposición exterior, sino más bien como un sentimiento de auto obligación que conduce a realizar aquello que consideramos correcto no porque nos convenga o nos guste, simplemente porque es lo correcto.
Respecto al deber, Kant distingue tres tipos de acciones.
a) De forma contraria al deber, cosa que sería inmoral.
b) De manera "conforme al deber", este tipo de acciones coinciden con el deber, pero su intención es el interés personal, y no pueden ser consideradas morales.
Supongamos que un amigo nuestro ha cometido un crimen y acude a nosotros para que lo escondamos de la justicia. Tenemos tres posibilidades, según Kant para actuar:
c) Por deber. Este tipo de acción se hace por respeto al deber y es una acción verdaderamente moral, que no persigue intereses egoístas, ni depende de apetencias o antipatías personales.
a) Acciones contrarias al deber (inmorales): esconder a nuestro amigo y obstaculizar a la justicia. Actuamos por amor al amigo, pero ¿Qué pasaría si todo el mundo actuara de esta forma? es más, en el caso de que hubiesen matado a nuestro padre ¿pensaríamos que la persona que esconde al asesino está actuando debidamente?
b) Acciones conformes al deber (meramente legales): entregar a la justicia a nuestro amigo por miedo a vernos implicados en su crimen. El móvil de nuestra acción sigue siendo egoísta. Hemos hecho lo que deberíamos hacer, pero nuestra acción sigue siendo inmoral, según Kant, porque nuestra voluntad no ha sido determinada por la conciencia del deber, sino por el miedo a las posibles represalias.
c) Acciones por deber (morales): entregamos a nuestro amigo a la justicia porque consideramos que es nuestro deber, por mucho que nos duela ver al amigo en tal tesitura.
A continuación, transcribiremos un texto que nos ayudará a comprender la posición de Kant:
"Otro se ve apremiado por la necesidad a pedir dinero en préstamo. Bien sabe que no podrá pagar, pero sabe también que nadie le prestará nada como no prometa formalmente devolverlo en determinado tiempo. Siente deseos de hacer tal promesa, pero aún le queda conciencia bastante para preguntarse: ¿no está prohibido, no es contrario al deber salir de apuros de esta manera? Supongamos que decida, sin embargo, hacerlo. Su máxima de acción sería esta: cuando crea estar apurado de dinero, tomaré a préstamo y prometeré el pago, aún cuando sé que no lo voy a hacer nunca. Este principio del egoísmo o de la propia utilidad es quizá muy compatible con todo mi futuro bienestar. Pero la cuestión ahora es esta: ¿es ello lícito? Transformo, pues, la exigencia del egoísmo en una ley universal y dispongo así la pregunta: ¿qué sucedería si mi máxima se tornase universal? En seguida veo que nunca puede valer como ley natural universal, ni convenir consigo misma, sino que siempre ha de ser contradictoria, pues la universalidad de una ley que diga que quien crea estar apurado puede prometer lo que se le ocurra proponiéndose no cumplirlo, haría imposible la promesa misma y el fin que con ella pueda obtenerse, pues nadie creería que recibe una promesa y todos se reirían de tales manifestaciones como de un vano engaño"Kant: Metafísica de las costumbres
Como se puede ver, cada vez que alguien se decida a actuar debe preguntarse si querría que la máxima de su acción se convirtiera en ley universal, es decir, si es conveniente que todo el mundo actúe de la misma forma que él o ella en cada caso parecido.
Para Kant la única norma de moralidad es el deber, que es actuar conforme a la ley moral, y por respeto a la ley misma, que de un modo autónomo y racional cada uno se impone. El fin que persigue la moralidad es la consecución de una voluntad absolutamente buena, es decir, que siempre obre por respeto al deber.
EL IMPERATIVO CATEGÓRICO
Al hilo de lo que acabamos de plantear, aclararemos la noción de imperativo categórico. Por imperativo entiende Kant la ley que la voluntad se da a sí misma siguiendo la orientación de la razón. Por categórico, aquello que tiene validez universal o absoluta. Según Kant, toda acción moral debe estar regida por este tipo de imperativos. El imperativo es formal, vacío de contenido, no te dice qué es lo que tienes que hacer, sino qué forma debe tener la regla o máxima de tu acción para que sea universalmente válida. La máxima sería el contenido o la concreción que cada uno hace del imperativo categórico.
A continuación, pasaremos a enunciar dos de las formulaciones diferentes que hace Kant del imperativo categórico:
1ª fórmula: "Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal"
2ª fórmula: "Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio"
Como hemos dicho anteriormente, Kant no pretende decir cómo se tiene que actuar, porque, si lo dijera, su propuesta moral ya no sería ni autónoma, sino heterónoma, ni formal, sino material. El imperativo categórico es el requisito formal al que debería acogerse todo sujeto moral para que sus acciones puedan ser consideradas universalmente válidas.
La voluntad, según Kant, ha de ser autónoma: libre de inclinaciones (deseos, afectos o caprichos) y movida por imperativos, o mandatos categóricos, que es lo mismo que decir de validez universal y necesaria. Una acción será universalmente válida, si no es contradictoria, es decir, si actuas de la misma forma que querrías que otras personas lo hicieran en la misma situación. No vale la ley del embudo: Actuaré así porque me interesa, pero a los demás les exigiré, si me beneficia, que actuen "correctamente".
"Así, pues, el valor de todos los objetos que podemos obtener por medio de nuestras acciones es siempre condicionado. Los seres cuya existencia no descansa en nuestra voluntad, sino en la naturaleza, tienen, empero, si son seres racionales, un valor meramente relativo, como medios, y por eso se llaman cosas; en cambio los seres racionales llámanse personas porque su naturaleza los distingue ya como fines en sí mismos, ésto es como algo que no puede ser usado meramente como medio, y, por tanto, limita en ese sentido todo capricho (...) Si pues, ha de haber un principio práctico supremo y un imperativo categórico con respecto a la voluntad humana, habrá de ser tal que (...) pueda servir de ley práctica universal (...) El imperativo práctico será, pues como sigue: obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio. Kant: Crítica de la razón práctica.
6. UTILITARISMO
Los principales filósofos utilitaristas son Jeremy Bentham (XVIII-XIX) y John Stuart Mill (XX). Son utilitaristas porque sostienen que el criterio que determina la felicidad y la finalidad de las acciones morales es el de utilidad.
Ambos aceptan que la finalidad de la vida humana es alcanzar la felicidad, y esta consiste en la búsqueda del placer y la huida del dolor, tal como afirma el hedonismo. La diferencia con el hedonismo, es que los utilitaristas no son individualistas. Parten de considerar a los seres humanos, no sólo como individuos aislados, sino como miembros de una sociedad, de tal modo que la felicidad ha de entenderse como un bien colectivo, es decir, no podemos ser felices ni estar bien si los que nos rodean no lo son.
El principio de felicidad establece que hay que buscar la mayor felicidad posible para el mayor número de individuos. Y la sabiduría consiste en procurar el interés general, no sólo el propio, porque incluso el placer personal depende del placer de la mayoría.
Otro punto de contacto del utilitarismo con el hedonismo de Epicuro es el procedimiento para elegir entre varias opciones, un criterio que podríamos llamar "aritmético" y que consiste en "calcular" la cantidad de placer y dolor que pueden acarrear nuestras elecciones, de tal modo que elegiremos la que mayor placer nos proporcione o el placer de mayor calidad (Mill). Por lo tanto, la bondad o utilidad de nuestros actos dependen de las consecuencias que tengan (ética consecuencialista)
Por último, el altruismo: la capacidad de preferir el bien de la humanidad antes que el propio, es la virtud que según los utilitaristas debería promover la educación.
"El credo que acepta la Utilidad o Principio de la Mayor Felicidad como fundamento de la Moral sostiene que las acciones son justas en la proporción con que tienden a promover la felicidad; e injustas en cuanto tienden a producir lo contrario de la felicidad. Se entiende por felicidad el placer y la ausencia de dolor, por infelicidad, el dolor y la ausencia de placer Para dar una visión clara del criterio moral que establece esta teoría, habría que decir mucho más qué cosas se incluyen en las ideas de dolor y placer, y hasta qué punto es ésta una cuestión patente. Pero estas explicaciones suplementarias no afectan a la teoría de la vida en que se apoya esta teoría de la moralidad: a saber, que el placer y la exención de dolor son las únicas cosas deseables como fines; y que todas las cosas deseables (que en la concepción utilitaria son tan numerosas como en cualquier otra), lo son o por el placer inherentes a ellas mismas, o como medios para la promoción del placer y la prevención del dolor" (...) Ahora bien, esta teoría de la vida suscita un inveterado desagrado en muchas mentes, entre ellas, algunas de las mañas estimables por sus sentimientos e inhibiciones. Como dicen, suponer que la vida no tiene un fin más elevado que el placer..., es un egoísmo y una vileza, es una doctrina sólo de un cerdoi... (...) Ahora bien, es un hecho incuestionable que quienes tienen un conocimiento igual y una capacidad igual de apreciar y gozar, dan una marcada preferencia al modo de existencia que emplea sus facultades superiores. Pocas criaturas humanas consentirían que se las convirtiera en alguno de los animales inferiores, a cambio de un goce total de todos los placeres bestiales... Es mejor ser un hombre insatisfecho que un cerdo satisfecho, es mejor ser Sócrates insatisfecho que un loco satisfecho... " J.S. Mill: El utilitarismo.
7.MARX
Marx, filósofo alemán del siglo XIX, no habló específicamente de ética y la sitúa dentro de la ideología que usa la clase dominante para perpetuarse en el poder. Pero su obra tiene una clara inspiración ética: la justicia social.
La ideología es un conjunto de ideas conscientes o inconscientes que impone la clase dominante para perpetuarse en el poder y seguir oprimiendo a la clase trabajadora. La ideología funciona porque la gente no se para a pensar en las creencias y prejuicios que le han inculcado. Funciona porque no hay conciencia real de lo que somos y nos sucede. La ideología viene determinada por la estructura económica: el dinero y la propiedad lo que genera ese conjunto de ideas falsas y manipuladoras que dividen la sociedad en dos clases: opresores y oprimidos.
La ideología y la economía son la principal causa de lo que Marx llama alienación. Estar alienado significa ser heterónomo tanto en lo relativo a las ideas, a los actos, como al producto del propio trabajo. ¿Por qué el hombre está alienado? porque la verdadera dignidad del hombre la produce el trabajo con el que transforma la naturaleza. Pero el fruto del trabajo no le pertenece y se le priva, así, de sí mismo. En vez de ser un hombre, se transforma en un producto que se vende en el mercado como fuerza de trabajo. Al conformarse o no darse cuenta de su condición de explotado, su vida deja de estar en sus manos, se convierte en una marioneta sin pensamiento y decisiones propias. En vez de ser él mismo, es otro ("alio"=otro), no es más que lo que los explotadores quieren que sea.
También la religión es una parte de la ideología al servicio del poder. Las religiones predican la obediencia, la humildad y la resignación, a cambio ofrecen la salvación en la otra vida. Como consecuencia, según Marx, las personas no luchan por una vida mejor, se conforman. Frases como "Bienaventurados los pobres, porque de ellos será el reino de los cielos" ocultan posiciones ideológicas perjudiciales para el progreso, la igualdad y la libertad humanas.
La moral tampoco se libra de esta crítica a la ideología y su poder alienante.
Marx no se conforma con la injusticia, cree que es necesario actuar para transformar las condiciones de vida de la mayoría de la humanidad. La Filosofía, dice en su célebre Tesis XI sobre Feuerbach, había explicado el mundo, ahora el deber es transformarlo. La tarea principal de los explotados es la Praxis Revolucionaria, la actuación transformadora de la realidad. En ese sentido se puede hablar de ética marxista.
En resumen, la moral de Marx es una moral revolucionaria, transformadora de la realidad social y firmemente optimista: El sistema capitalista terminará devorándose a sí mismo porque la competencia será cada vez mayor, eso hará bajar los salarios y subir el paro hasta tal punto que su funcionamiento se colapsará y surgirá la humanidad feliz, sin explotadores ni explotados, los seres humanos conseguirán la libertad y la igualdad.
"Donde quiera que ha conquistado el poder, la burguesía ha destruido las relaciones feudales, patriarcales, idílicas. Las abigarradas ligaduras feudales que ataban al hombre a sus "superiores naturales" las ha desgarrado sin piedad para no dejar subsistir otro vínculo entre los hombres que el frío interés, el cruel "pago al contado". Ha ahogado el sagrado éxtasis del fervor religioso, el entusiasmo caballeresco y el sentimentalismo del pequeño burgués en las aguas heladas del cálculo egoísta. Ha hecho de la dignidad personal un simple valor de cambio. Ha sustituido las numerosas libertades escrituradas y adquiridas por la única y desalmada libertad de comercio. En una palabra, en lugar de la explotación velada por ilusiones religiosas y políticas, ha establecido una explotación abierta, descarada, directa y brutal." Marx: Manifiesto del partido comunista, cap. I.
8. NIETZSCHE
Nietzsche (XIX-XX) también se sitúa en la línea crítica de Marx, aunque suele incluírsele en la filosofía vitalista (se opone al racionalismo) por ir en contra de los valores vitales de la alegría, la plenitud de los instintos, la afirmación de la vida como el único valor y el rechazo de ideas como las de Dios, el ascetismo, la vida tras la muerte... hay que intensificar la vida, vivirla plenamente, aceptarla en todos sus aspectos.
La filosofía de Nietzsche se desarrolla en una doble dirección:
La crítica a la cultura occidental: moral de esclavos, religión, ciencia y Estado.
El proyecto vitalista: moral de señores, voluntad de poder, superhombre, eterno retorno.
A. CRÍTICA A LA TRADICIÓN OCCIDENTAL: MORAL, FILOSOFÍA, CIENCIA Y POLÍTICA
La cultura occidental es el resultado del idealismo y del judeo-cristianismo. El primero hace de la razón la facultad humana más importante y olvida el componente pasional de la vida, por eso es antivital. El segundo hace de la vida en el más allá la aspiración más importante y olvida la vida del más acá, la de la Tierra, renuncia a vivir el instante porque aspira a morir para vivir, considera todo lo vital un pecado y propone el ascetismo (la renuncia a los placeres y las pasiones) para ser digno del cielo. Ambos, idealismo y judeo-cristianismo son antivitales.
Nietzsche emprende una búsqueda de los orígenes de nuestras ideas, nuestras normas morales, etc. para ver cuál es su fundamento. A este método lo llama genealogía, y llega a la conclusión de que la cultura occidental reprimida y represora es el resultado de relaciones de poder, pero no han sido los fuertes (eran pocos) los vencedores los que han impuesto sus ideas, sino los débiles (la mayoría) los que han resultado vencedores.
Así critica la moral de esclavos: una moral de resentidos, que surgía de la agrupación de los impotentes, pobres, miserables y de su odio acumulado contra lo heroico, lo bello, lo fuerte. Y es que los primitivos creadores de los valores fueron así: orgullosos, intrépidos, señores de la guerra. Para luchar contra ellos surgió la unión de los débiles y el uso de la inteligencia sacerdotal que terminó imponiendo los valores opuestos y la obediencia a los valores impuestos por otros: "hágase tu voluntad". Es una moral heterónoma y antivital.
En cuanto a la ciencia, la critica porque el hombre ha sustituido la idea de Dios por la de la ciencia: que se considera a sí misma la verdad suprema. La ciencia ha pasado a ser una religión, un fin por sí misma y no un medio para vivir mejor. La ciencia no está al servicio del hombre, sino el hombre al servicio de la ciencia. Pero la Ciencia no es la verdad absoluta: las cosas no se pueden reducir a cantidades, menos aún los seres humanos. Ahora bien, si la ciencia en vez de liberar al hombre lo esclaviza ¿Cómo podemos creer su discurso emancipador?
Critica la política, y sus promesas de mejorar la vida humana. No cree que pueda hacernos más felices porque el Estado pretende que el individuo le entregue su voluntad y decidir lo que a cada uno le conviene sin tener en cuenta la voluntad individual. Intenta colectivizar al ser humano, anular sus diferencias y convertirlo en una pieza más del engranaje de la maquinaria. El Estado y sus leyes hacen heterónomo a los seres humanos y les impide su libre desarrollo vital.
B. PROYECTO VITALISTA NIETZSCHEANO: SUPERHOMBRE, MORAL DE SEÑORES, VOLUNTAD DE PODER Y ETERNO RETORNO
Así las cosas, Nietzsche ve necesario plantear una alternativa a una existencia tan gris. Pretende romper con el nihilismo pasivo. El origen del término es latino: nihil=nada, sostiene que todo lo que creíamos que era el fundamento de nuestra existencia: Dios, por ejemplo, no es más que humo, un invento, una mentira tan repetida que hemos terminado por creerla. El nihilismo pasivo se conforma con el estado de cosas presentes, se resigna, y por lo tanto es antivital. El nihilismo que defiende Nietzsche es un nihilismo activo: critica la falsedad de los fundamentos, de las creencias que hemos recibido, y pretende negarlos y proponer una existencia que no necesite de fundamentos o muletas para engañar a los bobos.
Con la frase: "Dios ha muerto, ahora nosotros queremos que viva el superhombre" de su libro Así habló Zaratustra, Nietzsche comienza su lucha contra el nihilismo .Entiende por "muerte de Dios" el ser propio del hombre liberado de la religión que vive la vida en la Tierra sin pensar en "la otra vida"), pero ha llegado la hora de que surja otro hombre, un superhombre o ultrahombre (un paso más en la evolución humana) que vaya más allá, que se atreva a ser su propio creador de valores, de una moral de señores caracterizada por valores distintos a los del nihilismo pasivo: humildad, obediencia, resignación, caridad, y sustituirlos por valores vitales: alegría, generosidad, orgullo, fortaleza, creatividad, etc. La moral de señores realiza la voluntad de poder, caracterizada como el impulso que tiene todo ser vivo a hacer de su existencia algo pleno, intenso y desbordante. Hay que vivir, según Nietzsche, como si cada instante de nuestra vida hubiera de repetirse eternamente, de ese modo elegiríamos vivir con intensidad, con alegría, y no perpetuamente amargados. Y en caso de sufrir contrariedades, llevarlas de la mejor manera posible, sin torturarnos, ni lamentarnos inútilmente porque ese es un tiempo perdido. En lo que acabamos de decir consiste el Eterno Retorno.
En conclusión, debemos SER FIELES A LA TIERRA, y no al Cielo, que simboliza los valores antivitales, la vida tras la muerte.
"El peso más agobiante.- ¿Y si, un día o una noche, se introdujese un demonio en tu máxima soledad y te hablase así: "Esta existencia, tal como la arrastras y la has arrastrado hasta este momento, tendrás que recomenzarla de nuevo y recomenzarla sin cesar... Todo lo que en ella hay de indescriptiblemente grande y pequeño, todo recomenzará y retornará en el mismo orden, siguiendo la misma despiadada sucesión...esta araña también volverá, este claro de luna entre los árboles y ese instante, y ¡yo también! El perpetuo reloj de arena de la vida dará sin descanso la vuelta, ¡y tú con él, tú, el polvo más insignificante de todos los polvos"...? ¿No te arrojarías al suelo, relinchando de odio y maldiciendo a ese demonio? A menos que hayas vivido un instante prodigioso con lo que responderías: "¡Eres un dios; en mi vida había oído nunca palabras tan divinas!"
Si esa idea se afianzase en ti, quizá te transformaría o quizá te aniquilaría; sobre todas las cosas te preguntarías: "¿Quieres eso?; ¿lo vuelves a querer?; ¿una vez?, ¿siempre?, ¿hasta el infinito?", ¡y esa pregunta pesaría sobre ti con una gravidez decisiva y terrible! O bien, ¡ah!, ¿cuánto tendrías que amarte a ti mismo y amar la vida para no desear nada más que esa suprema y eterna afirmación? Nietzsche: Gaya ciencia.
9. EXISTENCIALISMO
El existencialismo es una corriente filosófica que aparece en el siglo XX en Europa en el periodo de entreguerras (I y II Guerra Mundial). La falta de ideales y la desorientación general y la falta de sentido vuelve a hacer necesario plantearse la cuestión: ¿Qué es el ser humano? ¿Cómo es posible que una especie que se dice inteligente llegue a tan altos puntos de crueldad: tortura, guerra, holocausto? ¿Qué responsabilidad tenemos sobre nuestros actos?
El existencialismo reivindica el papel de la libertad. El hombre se sabe libre y no tiene más remedio que ser libre, es obligatoriamente libre. Las personas, al vivir, van ejerciendo su libertad en cada decisión y van construyendo su código ético. Así entendido, el hombre es un proyecto que se va haciendo, que se va realizando y que se define con lo que hace y decide hacer.
Para el filósofo francés Sartre, la moral es una cuestión humana y Dios nada tiene que ver en eso. Quien inventa los valores y los va creando es el mismo hombre. El valor máximo es, pues, la libertad y, con ella, la idea de responsabilidad de los propios actos, el compromiso con las propias decisiones. Pero ser libre cuesta, es un trabajo duro y nos produce angustia porque sabemos que los únicos responsables de nuestra vida somos nosotros mismos. Además, sabemos que nuestras decisiones también les afectan a otros. Dice Sartre: "estamos condenados a ser libres", lo cual significa que debemos elegir qué tipo de persona queremos ser y aceptar que nuestros actos tienen consecuencias y debemos responder por ellos.
Sartre compaginará esta idea de libertad individual, solitaria, con la necesidad de convivir con los demás. Por ello, afirma: "mi libertad no es un fin en sí misma; lo que es un fin en sí mismo es la libertad: la mía y la de los demás". Esto es así porque cuando elijo no sólo me comprometo yo, comprometo conmigo a toda la humanidad. Inevitablemente, los actos de mi existencia se convierten en modelo de comportamiento para mí y para los demás.
El existencialismo considera que debemos ser auténticos y coherentes, y no actuar de modo contrario al que pensamos. Critica la falsedad y la hipocresía
"Si hemos definido la situación del hombre como una elección libre, sin excusas y sin ayudas, todo hombre que se refugia detrás de la excusa de sus pasiones, todo hombre que inventa un determinismo, es un hombre de mala fe.
Se podría objetar: pero ¿por qué no podría elegirse a sí mismo de mala fe? Respondo que no tengo que juzgar lo moralmente, pero defino su mala fe como un error Así, no se puede escapar a un juicio de verdad. La mala fe es evidentemente una mentira, porque disimula la total libertad del compromiso. En el mismo plano, diré que hay también una mala fe si elijo declarar que ciertos valores existen antes que yo; estoy en contradicción conmigo mismo si, a la vez, los quiero y declaro que se me imponen. Si se me dice: ¿y si quiero ser de mala fe?, responderé: no hay ninguna razón para que no lo sea, pero yo declaro que usted lo es, y que la actitud de estricta coherencia es la actitud de buena fe. Y además puedo formular un juicio moral. Cuando declaro que la libertad a través de cada circunstancia concreta no puede tener otro fin que quererse a sí misma, si el hombre ha reconocido que establece valores, en el desamparo no puede querer sino una cosa, la libertad, como fundamento de todos los valores". Sartre: El existencialismo es un humanismo
10. NUEVAS ÉTICAS FORMALES
A diferencia de la ética kantiana, en las nuevas éticas formales no es una persona la que tiene que comprobar si una norma puede ser universal, sino que es la comunidad social afectada por esa norma la que debe decidir. Vivimos en sociedad, compartimos la vida con otras personas que muchas veces tienen ideas, valores e intereses diferentes a los nuestros. No podemos actuar como si no existieran, debemos tomarlos en consideración, porque nuestras acciones y las de los otros influyen globalmente en la vida de unos y de otros. Las nuevas éticas formales plantean cómo debería ser el procedimiento (de ahí que se llamen también procedimentales) para llegar a establecer normas que puedan ser consideradas justas y tenidas por universalmente válidas.
Entre las nuevas éticas formales destacan: la ética dialógica de Habermas y la ética de la justicia de Rawls.
LA ÉTICA DIALÓGICA DE HABERMAS
Habermas parte de que las personas hablamos de normas porque nos preocupa saber cuáles son las correctas. Cree que el diálogo es la mejor manera de llegar a acuerdos, por eso su ética se llama dialógica, porque se basa en el diálogo racional y en lo que él llama situación ideal de diálogo.
Por ejemplo, podemos hablar sobre las normas o leyes vigentes en educación, sobre la ley de menores, etc., si queremos llegar a acuerdos sobre ellas, podemos afrontar el diálogo de dos modos:
- Hablar por hablar, defendiendo cada uno la postura que le interese, sin intención de ser objetivos y sin intentar llegar a entender la postura del otro. Es un diálogo absurdo en el que no existe verdadera voluntad de comunicación y la racionalidad brilla por su ausencia.
Podemos intentar un diálogo racional: admitiendo que todas las personas implicadas en el asunto puedan hablar y defender sus posiciones aportando argumentos racionales. Mostrando actitudes de respeto y adoptando una verdadera actitud de escucha, sin cerrarnos en banda e intentando comprender y llegar a una solución consensuada que podamos compartir todos. Esta sería la situación ideal de diálogo y sólo en este último caso el diálogo tiene sentido y busca la justicia. A través del consenso, se irán descubriendo normas morales válidas universalmente.
Por lo tanto, utilizando la razón discursiva, o lo que es lo mismo, el diálogo racional, podremos establecer una "comunidad ideal de diálogo" capaz de tomar decisiones justas. Habermas propone como reglas del discurso las siguientes:
- • Cualquier sujeto capaz de lenguaje y acción puede participar en el discurso.
- • Cualquiera puede problematizar cualquier afirmación.
- • Cualquiera puede introducir en el discurso cualquier afirmación.
- • Cualquiera puede expresar sus posiciones, deseos y necesidades.
LA ÉTICA DE LA JUSTICIA DE RAWLS
John Rawls en su obra Teoría de la Justicia nos habla de un tema que ha sido tratado constantemente en la historia de la ética: ¿Qué es la justicia? ¿Qué hace que una sociedad sea justa? Se inspira en la ética formal kantiana y en las teorías del contrato social.
Si una sociedad quiere ser justa, sus miembros deben pactar (contrato social) las condiciones necesarias para alcanzar acuerdos que propicien una auténtica justicia social, y deben llevar a cabo tal consenso evitando caer en la arbitrariedad o en la parcialidad (es la actitud de la persona que actúa buscando sus propios intereses). Rawls se plantea cómo debería ser la situación ideal desde la que los integrantes de una sociedad deben acordar los principios de la justicia. En esta situación ideal, conocida como posición originaria (sería algo parecido al Estado de naturaleza, en el que los individuos son exactamente iguales, las diferencias surgen con el establecimiento de la sociedad) los ciudadanos deberían aceptar una serie de condiciones al acordar esos principios.
La posición originaria consiste en un conjunto de condiciones:
- • Aceptar que todos los ciudadanos son iguales ante la ley y socialmente.
- • Respetar la libertad de todos como si fuera la propia.
- • Aceptar lo que él llama un velo de ignorancia en la toma de decisiones, es decir, que los ciudadanos acuerden los principios de justicia social sin saber previamente si van a salir beneficiados o desfavorecidos con ellos. En eso consiste la imparcialidad. Con el velo de ignorancia se evitaría que cada uno defendiera sus intereses privados y se dejarían de lado los prejuicios.
- • Que, en caso de necesidad, los principios que se acuerden favorezcan siempre a los más necesitados socialmente, aunque eso lleve consigo el perjuicio de colectivos de ciudadanos con mejores condiciones de vida.
"Mi objetivo es presentar una concepción de la justicia que generalice y lleve a un superior nivel de abstracción la conocida teoría del contrato social tal como se encuentra, digamos, en Locke, Rousseau y Kant. Para lograrlo no debemos pensar en el contrato original como aquel que es necesario para ingresar en una sociedad particular o para establecer una forma particular de gobierno. Más bien, la idea directriz es que los principios de la justicia para la estructura básica de la sociedad son el objeto del acuerdo original. Son los principios que las personas libres y racionales interesadas en promover sus propios intereses aceptarían en una posición inicial de igualdad como definitorios de los términos fundamentales de su asociación. Estos principios han de regular todos los acuerdos posteriores; especifican los tipos de cooperación social que se pueden llevar a cabo y las formas de gobierno que pueden establecerse. A este modo de considerar lo llamaré justicia como imparcialidad." Rawls: Teoría de la justicia. I,3
"Las circunstancias de la justicia pueden describirse como las condiciones normales bajo las cuales la cooperación humana es tanto posible como necesaria. Así, aunque la sociedad sea una empresa cooperativa para beneficio mutuo, tal y como lo hice notar en un principio, está igualmente caracterizada tanto por un conflicto de intereses, como por una identidad de los mismos. Existe una identidad de intereses dado que la cooperación social hace posibles para todos una vida mejor que la que cada uno podría tener si tuviera que tratar de vivir únicamente gracias a sus propios esfuerzos. Existe un conflicto de intereses dado que los hombres no son indiferentes a la manera como habrán de distribuirse los mayores beneficios mediante su colaboración, ya que, con objeto de promover sus propios fines, cada uno preferiría una porción mayor que una menor. Serán necesarios, pues, ciertos principios para escoger entre las varias configuraciones sociales que determinan esta división de ventajas y para suscribir un acuerdo acerca de las porciones distributivas correctas. Estas exigencias definen el papel de la justicia. Las condiciones subyacentes que dan origen a estas necesidades son las circunstancias de la justicia." Rawls: Teoría de la justicia. III, 22.