NIETZSCHE
1.CARACTERIZACIÓN DE LA FILOSOFÍA NIETZSCHEANA
1.1 GENEALOGÍA
1.2.VITALISMO
1.3 NIHILISMO
2.CRÍTICA A LA CULTURA OCCIDENTAL
2.1.RAZÓN Y METAFÍSICA
2.2.CIENCIAS POSITIVAS
2.3. LENGUAJE
2.4. MORAL
3. PROYECTO VITALISTA NIETZSCHEANO
3.1.VIDA: VOLUNTAD DE PODER
3.2.ETERNO RETORNO
3.3.SUPERHOMBRE
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MAPA CONCEPTUAL
CONTEXTO
TEXTO
RESUMEN

NIETZSCHE: FILOSOFAR A MARTILLAZOS

 

 

1. CARACTERIZACIÓN DE LA FILOSOFÍA NIETZSCHEANA

 

Nietzsche (1844-1900) fue un filósofo alemán y además uno de los más grandes escritores de la lengua germánica. De salud delicada, era por eso un gran amante de la vida. Perseguido por la mala suerte y la locura, se mostró increíblemente lúcido en su crítica a toda la cultura occidental. Tales contradicciones no pudieron dar lugar más que a un genio y a una figura fundamental en el panorama filosófico de todos los tiempos. Pese a los intentos de su hermana y su cuñado por desfigurar su legado filosófico, tratando de utilizar de modo sesgado algunas de sus principales aportaciones, tales como su concepto del superhombre, de cara a justificar filosóficamente la ideología horrenda del nazismo, hemos recuperado su figura espléndida.

Suelen distinguirse dentro de su itinerario filosófico cuatro períodos, a saber:

Juventud: Filosofía de la noche: marcado por su admiración hacia Schopenhauer, detractor incombustible de Hegel, y su amistad con Wagner. A esta etapa corresponde la obra: Nacimiento de la tragedia (1871), en donde hace una interpretación de la cultura occidental de herencia griega bajo las categorías antagónicas de lo apolíneo y lo dionísiaco.

Positivista o ilustrado: Filosofía de la mañana: en donde renuncia a los ideales de la cultura occidental (griega- apolínea) optando por una interpretación positivista y por ideal de las ciencias. Obras de esta etapa son: Humano, demasiado humano, Gaya ciencia.

Zaratustra: Filosofía del mediodía: en el que se define claramente su vitalismo y su nihilismo, y aparecen los temas de la muerte de Dios, Eterno retorno y el Superhombre (estas dos ideas son el lado constructivo de su filosofía). La obra: Así habló Zaratustra. Crítico: Filosofía del atardecer: se ahonda la crítica a la cultura occidental en todos sus aspectos. Algunas obras: Genealogía de la moral; Más allá del bien y del mal; Crepúsculo de los ídolos; Anticristo; Ecce Homo...

Su obra El crepúsculo de los ídolos (1888) una de cuyas partes comentaremos, pertenece al cuarto de sus períodos: el crítico

Es difícil enmarcar una obra tan caleidoscópica como la de Nietzsche, tanto por su complejidad, como por la ausencia voluntaria de sistematismo. El género aforístico, en el que tanto se complacía, es una prueba irrefutable de esta voluntad.

A pesar de que la filosofía nietzscheana tiene un marcado carácter crítico o deconstructivo, no deberemos olvidar otro aspecto: el constructivo, toda una lección vital.

El lado crítico engloba todos los aspectos de la cultura occidental vertida en la historia de la filosofía, desde el socratismo a Hegel. La racionalidad de la razón, las pretendidas verdades de la metafísica, el valor comunicativo del lenguaje como vehículo de la verdad, versus realidad, la moral y la religión cristianas... Nada escapa a la compulsión nietzscheana por desvelar la tramoya oculta tras el gran decorado de nuestra cultura nihilista (reactiva, ya veremos qué significa).   

El lado constructivo se levanta sobre las cenizas de la crítica. Desde la confesión de nihilismo activo se levanta, no un edificio (ya hemos dicho que Nietzsche no es sistemático, eso es lo propio de racionalistas e idealistas), sino un bosque pletórico de vida, en continua ebullición. De ahí que su filosofía sea considerada vitalista.

 

1.1 GENEALOGÍA

Antes de adentrarnos en las dos notas características de su pensamiento debemos resumir el método de trabajo de Nietzsche, decisivo a la hora de entender el lado deconstructivo de su filosofía: su método es genealógico y descansa sobre el presupuesto de que toda realidad y toda consideración sobre la misma es histórica y por tanto susceptible de ser descubierto su proceso de formación y su origen. En efecto, para estudiar cualquier fenómeno histórico hemos de tratar de remontarnos a sus orígenes, ver cúales han sido las causas de su surgimiento y cómo se ha desarrollado hasta llegar al momento presente. Este rastreo sólo puede efectuarse a través del lenguaje, de las palabras, que es donde se han cristalizado o manifestado los diversos productos culturales: arte, religión, moral, filosofía, ciencia, etc...

Otro de los temas al que tenemos que hacer alusión es a la dialéctica dionisíaco / apolíneo, dos categorías que recorren la obra nietzscheana. En principio ambos términos aparecen en El Nacimiento de la tragedia (1871), en la que explica cómo la tragedia griega se originó a partir de las dos categorías antes mencionadas.

Dionisos era el dios del vino en honor del cual se celebraban en la Ática sonadísimas orgías que permitían unirse al dios a través de un estado extático: furor báquico. Dionisos representa así lo más visceral, sensual y pasional de la vida. Apolo, por el contrario, es el dios de la medida, del equilibrio y la razón. Pasemos a compararlos en un cuadro:

apolineo/dionisíaco

Dentro de este esquema, la filosofía de Nietzsche caería dentro del aspecto dionisíaco, de hecho, el lado crítico de su filosofía se centra en la crítica a todos los elementos apolíneos presentes en la cultura occidental por ser considerados antivitales. En cambio, su aspecto constructivo es un canto a lo dionisíaco, a los valores más profundamente vitales y asilvestrados de la existencia.         

Su filosofía suele ser considerada a un tiempo como vitalista y nihilista, veamos sus líneas básicas:

 

1.2. VITALISMO

Supone la afirmación de la vida por encima de cualquier otro valor o hecho, en contra de todos aquellos filósofos idealistas que, como Platón, postularon la existencia de dos mundos separados: mundo sensible y mundo inteligible, siendo el verdadero éste último, y, por tanto, negando todo valor al mundo sensible, responsable, según el ateniense, de toda nuestra ignorancia y errores, por estar sujeto al devenir. Platón llegó a decir que filosofar era aprender a morir. Contra esta metafísica que desprecia la vida por la inseguridad que le otorga el devenir reacciona Nietzsche. La vida es para nuestro pensador una fuerza creativa biológica, que se proyecta en el plano del espíritu, y cuya principal característica es la lucha constante entre fuerzas de signo opuesto. La vida es voluntad de poder. En ésta sólo prevalece aquello que ayuda a la conservación y acrecentamiento de ese poder, el cual no debe entenderse como voluntad de dominio, sino como amor a la propia vida que hace posible una existencia afirmativa y creadora donde el individuo realice todas sus potencialidades, a la manera con que lo hace un artista (Individuo como creación y recreación  de sí mismo).

Es una vida que se explica y tiene sentido por sí misma, sin necesidad de recurrir a ninguna instancia sobrenatural, llámese ésta Dios, Mundo inteligible, etc... No es necesario pensar en un ser omnipotente que la haya creado, tal como estiman los pensadores de tipo metafísico.

Hasta ahora, dice Nietzsche, la humanidad ha valorado todo lo que se opone a la vida, y, la moral vigente,en tanto en cuanto rechaza lo vital, el devenir, el aspecto trágico que supone el asumir que todo lo existente, dominado por el devenir, tiene  como fin la muerte, es una moral decadente (decadente en el sentido siguiente: en vez de disfrutar de esta vida, a pesar de su carga negativa, uno se consuela con la idea de que tras la muerte existe otra vida que nos recompensará de la terrena, lo cual supone una negación de los valores vitales). Tal consideración lleva a Nietzsche a plantear la necesidad de invertir los valores. En vez de afirmar la existencia de Dios, hemos de afirmar la existencia del hombre, su derecho a la plenitud vital. En vez de afirmar la superioridad de la razón expresada en conceptos vacíos, hay que afirmar el valor de los sentidos que nos ponen en relación directa con el mundo vivo de las cosas, muy diferente al que nos dibujan esquemáticamente los conceptos de filósofos idealistas, como Parménides, Sócrates, Platón, Descartes, Kant o Hegel.

 

1.3. NIHILISMO

Hemos dicho que Nietzsche es un pensador nihilista, pero al mismo tiempo es antinihilista. Veamos en qué sentido: nihilismo significa en general una negación o rechazo hacia realidades y valores que se consideran importantes. Nietzsche califica como nihilista a toda la historia de la filosofía y la metafísica occidental porque desde Parménides y Platón los filósofos han rechazado el valor del mundo sensible, el de la verdadera vida y, consecuentemente el valor de los sentidos como fuente de conocimiento verdadero. Han definido al ser verdadero como eterno e inmutable (tal como Parménides definió al ser; o como el mundo inteligible platónico, fundamento ontológico y gnoseológico del mundo sensible; por no olvidar a Descartes y su idea de Dios como la única sustancia subsistente per se garante del conocimiento y la existencia misma... por poner algunos ejemplos). Este rechazo supone la desvalorización de la vida misma y de su carácter dinámico. Un gran error, según Nietzsche, oculto tras un lenguaje metafísico dominante a lo largo de toda la historia occidental.

Frente a este nihilismo pasivo y metafísico en el que incurren los pensadores anteriormente citados, que subvierte los valores, que sustituye la vida por un mundo inteligible (mundo de los muertos, según Nietzsche), que desprecia los sentidos e idolatra la razón, nuestro autor propone un nihilismo postmetafísico activo, que vuelva a poner las cosas en su sitio: el valor de la vida, de los sentidos, etc... y que sea capaz de superar el pensamiento metafísico contrario a los valores vitales. Nietzsche expresa por primera vez este nihilismo en la Gaya Ciencia(1882) con la frase Dios ha muerto, o lo que representa Dios: mundo trascendente o inteligible, es el nombre que resume el principal problema al que se ha dedicado la filosofía occidental en su labor metafísica. Ha muerto el dios de los metafísicos, el dios monoteísta, omnipotente, creación del hombre provocada por el miedo que le produce una realidad sometida al devenir y a la continua dialéctica entre fuerzas de distinto signo. Con la creación de un ser supremo como Dios, el hombre ha creído conjurar todos sus males, ha despreciado la vida porque no la entiende y se ha refugiado en la esperanza del más allá, de la vida eterna como promesa y contrapunto a esta vida terrena efímera y llena de conflictos. Frente al monoteismo y su significado, Nietzsche propone el politeismo de interpretaciones sobre la realidad (no es un politeismo religioso, sino gnoseológico y ontológico que da cuenta de la pluralidad y riqueza de la vida, así como de sus posibles interpretaciones):

"El espíritu humano no puede hacer otra cosa que verse a sí mismo en sus propias perspectivas. Nos es imposible salirnos de nuestro ángulo visual...El mundo se ha vuelto por segunda vez infinito para nosotros ya que no podemos refutar la posibilidad de que sea susceptible de interpretaciones infinitas" [Nietzsche: Gaya ciencia]

Así pues, Nietzsche se muestra tremendamente crítico frente al nihilismo pasivo, y en este sentido podemos decir que es antinihilista. Sin embargo, frente al nihilismo pasivo, propone un nihilismo activo, por lo tanto, en este sentido es nihilista.

 

2. CRÍTICA RADICAL A LA CULTURA OCCIDENTAL

 

2.1. CRÍTICA A LA RAZÓN Y A LA METAFÍSICA

La crítica de Nietzsche a la razón metafísica se centra en dos aspectos que aparecerán encabalgados en la exposición: el ontológico y el gnoseológico. En cuanto al primero, desvela que la invención del dualismo metafísico no es más que una ilusión, una fábula. En cuanto al segundo, que el pretendido conocimiento de la razón metafísica descansa sobre un error y sobre un olvido: es erróneo tomar por verdadera la parte estática de la realidad, y por consiguiente negar la dinámica. El olvido consiste en el proceso de ocultación histórico e inconsciente en el que en un principio se convino qué era verdadero y qué falso. Profundizaremos en esto a lo largo de la exposición.

Hemos dicho que Dios (y todo lo que él representa: mundo inteligible y trascendente más allá de la vida) es una invención, un autoengaño, un instrumento que le sirvió al hombre de consuelo, y que en lugar de liberarlo del miedo, le ha implantado una esclavitud, si cabe, más alienante: el horror a vivir su propia vida, lo cual significa en última instancia renunciar a la propia humanidad. El hombre es un pelele de la eternidad.

El punto de partida de Nietzsche es antimetafísico radical, como él mismo reconoce en el Crepúsculo... Opta por una actitud escéptica respecto a las posibilidades de conocimiento de la realidad por parte de la inteligencia. El fracaso de la razón para conocer la realidad tal cual es, en continuo devenir, la ha obligado a crear y creerse un mundo susceptible de ser conocido, para ello, dicho mundo, tiene que poseer unas características estables, ya que la razón sólo puede conocer lo que siempre permanece idéntico a sí mismo, inmóvil. La razón idealiza un mundo, lo crea y lo toma por verdadero, cuando, en última instancia es una fábula inventada por los filósofos. Nietzsche critica a la razón tal como se ha venido desarrollando desde los eléatas a nuestros días, por su monolitismo o egipticismo ( es una metáfora referida a la razón, viniendo a significar que la razón momifica, deja sin vida todo lo que afirma conocer porque lo reduce a categorías que sólo dan cuenta de lo inmóvil, dejando fuera de ellas la vida, que no es otra cosa, tal como afirmaba Heráclito, que movimiento constante devenir):

Me pregunta usted qué cosas son idiosincrasia en los filósofos?... Por ejemplo, su falta de sentido histórico, su odio a la noción misma de devenir, su egipticismo. Ellos creen otorgar un honor a una cosa cuando la deshistorizan, sub specie aeterni (desde la perspectiva de lo eterno), - cuando hacen de ella una momia. Todo lo que los filósofos han venido manejando desde hace milenios fueron momias conceptuales; de sus manos no salió nada vivo, nada real." [Nietzsche: Crepúsculo de los ídolos]

Las filosofías de Parménides, Platón, cristianismo, Kant... son considerados por  Nietzsche como metafísicas. A Platón lo acusa por su dualismo metafísico, al igual que sucede con el cristianismo; a Kant por su separación entre fenómeno y noúmeno, a parte de su hipertrofia racional, su obsesión por reducir las cosas a esquemas categoriales estáticos.   

Nietzsche rechaza esta división de la realidad como verdadera o engañosa (según el mundo en que nos situemos) por opinar que no son los sentidos (despreciados por la filosofía en cuanto fuente de error) los que provocan las apariencias engañosas que les atribuimos, sino la razón cuando los interpreta, al considerar más verdadero lo estático y permanente que lo dinámico:

"La "razón" es la causa de que nosotros falseemos el testimonio de los sentidos. Mostrando el devenir, el perecer, el cambio, los sentidos no mienten... Pero Heráclito tendrá permanentemente razón al decir que el ser es una ficción vacía. El mundo "aparente" es el único: el "mundo verdadero" no es más que un añadido mentiroso...

... Hoy nosotros tenemos ciencia en la medida en que nos hemos decidido a aceptar el testimonio de los sentidos... El resto  es un aborto y todavía-no-ciencia: quiero decir, metafísica psicología, teoría del conocimiento. [Nietzsche: Crepúsculo de los ídolos]

Cristianismo y platonismo han introducido en la historia de la humanidad la gran mentira: han sustituido la vida real, dinámica y sensible, por la vida eterna. Han inventado el mundo-verdad, han creado a Dios como garantía ontológica y gnoseológica de ese mundo varado en lo eterno. Y para excluir el mundo sensible han introducido el concepto de trascendencia:

"Con esto tienen los filósofos su estupendo concepto de "Dios"...Lo último, lo más tenue, lo más vacío es puesto como lo primero, como causa en sí, como ens realissimum (ente realísimo)... ¡Que la humanidad haya tenido que tomar en serio las dolencias cerebrales de unos enfermos tejedores de telarañas! [Nietzsche: Crepúsculo...]

La historia de la filosofía comenzó como una historia de odio al devenir (devenir que para el hombre significa la muerte). Han intentado borrarlo del ámbito de lo real y momificarlo en conceptos abstractos y absolutos, que no son sino fantasmas o realidades engañosas que no significan nada más allá del lenguaje que los representa. La racionalidad y la lógica son instrumentos falseadores de la realidad.

El último y primero de los conceptos supremos es Dios: ens realissimum, causa sui, y se afirma como instancia suprema que pone límite al conocimiento propio de la metafísica. Pero tal concepto es una simple generalización de todos los conceptos, es el último en elaborarse, y sin embargo es afirmado como el primero, como fundamento y origen de toda realidad y de todo conocimiento.

Nietzsche propondrá frente a la sistematización conceptual realizada por la filosofía la revalorización del carácter enigmático de la realidad afirmando: el mundo aparente es el único; el mundo verdadero no es más que un añadido mentiroso.

"Primera tesis: Las razones por las que "este" mundo ha sido calificado de aparente fundamentan, antes bien, su realidad - otra especie de realidad es absolutamente indemostrable.

Segunda tesis. Los signos distintivos que han sido asignados al "ser verdadero" de las cosas son los signos distintivos del no-ser, de la nada, - a base de ponerlo en contradicción con el mundo real es como se ha construido el "mundo verdadero"; un mundo aparente en cuanto es meramente una ilusión óptico-moral.

Tercera tesis. Inventar fábulas acerca de "otro" mundo distinto a éste no tiene sentido, presuponiendo que no predomine en nosotros un instinto de calumnia, de empequeñecimiento, de recelo frente a la vida: en este último caso tomamos venganza de la vida con la fantasmagoría de "otra" vida distinta de ésta, "mejor" que ésta.[Nietzsche: Crepúsculo de los ídolos.]

Vemos así como razón y metafísica se quedan con la parte de la realidad que en terminología kantiana podríamos denominar categorizada, pero la otra parte, la mayor parte, la que no cabe en esquemas conceptuales es dejada al margen de toda posibilidad de conocimiento, por tanto, se la margina, pasa a ser considerada ilusoria, aparente o sensible. Nietzsche invierte todos los términos, todos los valores, descubriendo que lo que comúnmente hemos tomado como verdadero no es más que una fábula, un invento de la razón metafísica

Hasta ahora ha criticado Nietzsche la relación que se ha venido estableciendo en la historia de la filosofía entre razón-realidad, ahora analizaremos brevemente la relación entre realidad y lenguaje.

 

2.2. CRÍTICA A LAS CIENCIAS POSITIVAS

Nietzsche no ataca la ciencia en sí, sino la metodología propia del mecanicismo y el positivismo de su época, y la obsesión por reducir los fenómenos a lo puramente cuantificable (proceso de matematización de la ciencia). Respecto a esto último dirá que la pura determinación cuantitativa de las cosas tiende a anular las diferencias que realmente existen entre ellas, diferencias que son cualitativas, de tal modo que el aspecto cuantificacional resulta tan falsificador como el intento metafísico de reducir al realidad a su componente meramente estático. En este sentido dirá Nietzsche que la ciencia no está lejos del ideal ascético (consistente, en este caso, en despojar la realidad de su riqueza y quedarse con el esqueleto o el esquema conceptual) en tanto en cuanto renuncia en aras de su veneración por la verdad objetiva a la interpretación de los fenómenos. La ciencia se pretende a sí misma como saber absoluto y único a tener en cuenta, en ese aspecto es considerada nihilista por Nietzsche.

Otro de los aspectos que Nietzsche denuncia en la ciencia es el de haberse convertido en sierva de los intereses del Estado.

 

2.3. CRÍTICA AL LENGUAJE

Los errores de la razón tienen su origen en el lenguaje. Nos hipnotiza con sus palabras e interpreta equivocadamente como si fueran entidades reales los conceptos gramaticales (yo, cosa, ser) El lenguaje proporciona las leyes de la verdad que valora únicamente lo comunicable y de este modo su desarrollo corre parejo al de la ciencia. Lo que en su origen sirvió para comunicar una experiencia singular y única derivará en un concepto vacío cuando en el afán de encerrar la realidad se sacrifiquen las particularidades, la individualidad que le caracterizaron en un primer momento. Acusa a la gramática de fetichismo grosero, queriendo significar que se le asigna un valor mágico a la palabra, a la que por el simple hecho de existir se la considera como representación de algo a lo que hace referencia, como, por ejemplo, ocurre con la palabra Dios: que exista la palabra no significa que exista una realidad correspondiente, dice Nietzsche.

En el Crepúsculo de los ídolos, Nietzsche hace un estudio genealógico (intenta encontrar el origen y función del lenguaje, cómo se fue desarrollando y qué mecanismos de poder están detrás de él), llegando a la conclusión de que aquel es un aliado de las razón y cumple la misma función: manipuladora y transfiguradora de la realidad en ideas vacías, tales como la de la existencia del ser, del alma, de Dios, de la verdad...

Si el lenguaje intenta expresar la verdad y Nietzsche considera que la verdad de los metafísicos responde a un mecanismo de ocultación u olvido de la verdadera realidad, que para él sólo es el devenir y el flujo constante, entonces, es lógico que modifique el concepto de verdad: no existen verdades en sí (nouménicas), sino que toda verdad es fenoménica y se origina en los sentidos y no puede ir más allá de ellos. Más aún, la verdad es un invento, una convención necesaria que surgió de la necesidad de conservación de la especie, pero con el paso del tiempo hemos olvidado su origen meramente convencional y pragmático:

"En un apartado rincón del universo donde brillan innumerables sistemas solares, hubo un astro en el que unos animales inteligentes descubrieron el conocimiento[...] Hubo eternidades en las que no existió, y cuando desaparezca, no habrá ocurrido nada, puesto que ese intelecto no tiene ninguna misión que vaya más allá de la vida humana.[...] Con vistas a la conservación del individuo, el intelecto ejerce su fuerza principal en el acto de fingir, pues éste es el medio que tienen los individuos más débiles y menos fuertes para sobrevivir. [...] En el estado de naturaleza, el individuo utiliza el intelecto para conservarse frente a los demás individuos, aunque las más de las veces lo haga con la finalidad de engañar; pero no tanto por necesidad como por aburrimiento el individuo tiende a asociarse con otros individuos y a llevar una vida gregaria, necesita acordar un tratado de paz que haga desaparecer de su entorno el aspecto más brutal de la lucha de todos contra todos.[...] En ese momento se determina lo que a partir de entonces ha de considerarse como verdadero, es decir, se inventa una forma universalmente válida y obligada de designar las cosas, y el código lingüístico suministra asimismo las primeras leyes de la verdad [...] Mentiroso es quien utiliza esas designaciones válidas que son las palabras para hacer pasar por real lo que no lo es.[...] Si comparamos entre sí los diferentes idiomas, obtenemos la evidencia de que las palabras no alcanzan nunca la verdad ni la expresión adecuada, pues de lo contrario no existirían tantos idiomas. La cosa en sí resulta totalmente inaccesible, pues el lenguaje se limita a designar las relaciones que guardan las cosas con los hombres y a expresarlas mediante metáforas audaces.

¿Qué es entonces la verdad? Un dinámico tropel de metáforas, metonimias y antropomorfismos; en suma, un conjunto de relaciones humanas que, realzadas, plasmadas y adornadas por la poesía y la retórica, y tras un largo uso, un pueblo considera sólidas, canónicas y obligatorias; las verdades son ilusiones cuyo carácter ficticio ha sido olvidado.[...] Por consiguiente, hablando en términos morales, sólo hemos prestado atención a la obligación de mentir, en virtud de un pacto, de mentir de forma gregaria...Quien busca tales verdades sólo trata de humanizar el mundo, de comprenderlo en términos humanos.[...] En este sentido, cabe admirar el poderoso genio constructor del hombre, que es capaz de levantar sobre cimientos tan inestables una catedral de conceptos extremadamente compleja." [Nietzsche: Verdad y mentira en sentido extramoral]

El valor de verdad viene determinado por su utilidad: pragmatismo. Por otra parte, Nietzsche va en contra del dogmatismo metafísico y defiende el perspectivismo: No hay hechos, sino interpretaciones, porque la verdad, tal como la entendían los metafísicos es una ilusión. En efecto, la metafísica clásica, con su voluntad de verdad, más que con juicios verdaderos, desfiguró la realidad haciéndola coincidir con lo inmóvil, lo muerto, y todo ello porque al fin de cuentas le resultaba más fácil manejar un cadáver que algo vivo.

 

2.4. CRÍTICA A LA MORAL

En la Genealogía de la moral (1887) aborda Nietzsche su crítica a la moral vigente a partir de un análisis genealógico de los valores morales.

Observó  que en todas las lenguas antiguas bueno significó primitivamente lo noble y lo artístico, contrapuesto a malo como lo simple, vulgar, plebeyo. Dos denominaciones: bueno y malo creadas por la nobleza en tanto que ostentadora del poder. Con el paso del tiempo dicha distinción meramente clasista se transformó en una valoración moral. El origen histórico de dicha transposición, según Nietzsche, vino determinado por la rebelión de los que hasta entonces eran considerados malos (la inmensa mayoría) y se llaman a sí mismos buenos dominando a los nobles que ahora se llaman malvados. La moral surge como resultado de una rebelión y del resentimiento de los esclavos. El resentimiento es el que creó los valores de Occidente y es el responsable de la aparición de una civilización enemiga de la vida y de la aparición de un hombre incurablemente mediocre.

"Han sido los judíos los que, con una consecuencia lógica aterradora, se han atrevido a invertir la identificación aristocrática de los valores (bueno = noble = poderoso = bello = feliz = amado de Dios) y han mantenido con los dientes del odio más abismal (el odio de la impotencia) esa inversión, a saber: "¡los miserables son los buenos, los pobres, los impotentes, los bajos son los únicos buenos, los que sufren, los indigentes, los enfermos, los deformes son también los únicos piadosos, los únicos benditos de Dios, únicamente para ellos existe bienaventuranza,- en cambio vosotros, vosotros los nobles y violentos, vosotros sois, por toda la eternidad, los malvados, los crueles, los lascivos, los insaciables, los ateos, y vosotros seréis también eternamente los desventurados, los malditos y condenados" [Nietzsche: Genealogía de la moral

En resumen, el resentimiento es el causante del nihilismo o desertización que amenaza a Occidente. Sólo la inversión de los valores morales, cuando el hombre sea capaz de asumir la vida en su finitud y belleza, situándose más allá del bien y del mal, podrá hacer posible la recuperación de la primitiva inocencia y la aparición del superhombre anunciado en Así habló Zaratustra.

Al hilo de lo anteriormente dicho, Nietzsche distingue una moral de señores: capaces de vivir más allá del bien y del mal en el sentido de que son creadores y señores de su propia moral, sin imposiciones externas. Y una moral de esclavos, ascética, propia de los mediocres y débiles, de las personas incapaces de cualquier autonomía, de darse a sí mismas sus propias reglas, si es que acaso se necesitan cuando se alcance un estadio superior de humanidad: Superhombre. La moral de siervos es ascética porque, al estar fundada en el resentimiento, va contra los valores vitales. Los valores cristianos de abnegación, sacrificio, etc... son propios de una actitud débil frente a la vida, profundamente pesimista y resignada. La vida así deja de ser una tarea urgente frente a la búsqueda de una hipotética vida eterna, en la que cesarán todos los males humanos.

Según Nietzsche la moral aristocrática, o de señores, se basa en valores vitales, terrenos, reconociendo que el hombre no es espíritu, sino sólo cuerpo, la gran razón. La aceptación plena de la vida es la propia de lo dionisíaco que dice ¡Sí!, aunque esta aceptación pueda ser en ocasiones trágica. Esta moralidad convertirá a los hombres en superhombres capaces de vivir la vida como si de una obra de arte se tratara y sin recurrir a consuelos metafísicos. El superhombre se sentirá lo suficientemente poderoso en sí mismo como para caer en la tentación de imponer su poder a los demás.

 

3. PROYECTO VITALISTA NIETZSCHEANO

Ya hemos dicho que el aspecto deconstructivo o crítico del pensamiento nietzscheano sólo es una parte de su filosofía. Como respuesta al nihilismo reactivo que caracteriza la cultura occidental, Nietzsche propone una alternativa desde otro tipo de nihilismo, el activo, que va en consonancia con su opción vitalista

3.1. VIDA COMO VOLUNTAD DE PODER

Precisemos el concepto nietzscheano de la voluntad de poder: puede ser entendida desde el punto de vista ontológico, gnoseológico o antropológico.

Desde el ontológico se referiría al carácter de la realidad: todo lo que es tiende a desarrollar al máximo sus potencialidades, y por lo tanto, el ser es devenir y viceversa en tanto que paso de la potencia al acto (dicho en terminología aristotélica) y en tanto que acto que tiende a modificarse. Dicha concepción se opone a la ontología o metafísica platónica marcadamente estática.

Desde el punto de vista gnoseológico, la realidad al ser múltiple y cambiante es conocida como apariencia. Al no ser única es conocida de un modo perspectivista. La realidad es interpretación, depende del punto de vista.

Desde el punto de vista antropológico y ético, la voluntad de poder sería la capacidad que tiene cada hombre de hacer de su existencia una obra de arte. Es la voluntad de decir ¡sí! a la vida.   

En el fondo de la voluntad de poder late una intención estética. Se trata de la voluntad de poder como arte que se expresa en la necesidad de crear. El artista tiene algo en común con la naturaleza: la creación constante. Así pues, el ejemplo a seguir es el de la naturaleza y el del artista, sólo mediante el cultivo de la voluntad de poder o poderío es posible acabar con el nihilismo reactivo que frena el impulso vital. El nihilismo propio de la voluntad de poder es el nihilismo activo, el que dice ¡Ya basta! a los ideales tanto metafísicos como de la moral de siervos, y realiza una inversión de los valores (2º texto), tomando en consideración los valores vitales que posibilitan la vida y la ensanchan. La voluntad de poder es la voluntad de autoafirmación, de decidir la propia existencia de un modo original e individual:

"¿Qué es bueno? Todo lo que eleva el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo en el hombre.

¿Qué es malo? Todo cuanto procede de la debilidad.

 ¿Qué es felicidad? El sentimiento de que el poder crece, de que una resistencia queda superada.[Nietzsche: El anticristo]

"En todos los lugares donde encontré seres vivos, encontré voluntad de poder, e incluso en la voluntad del que sirve encontré voluntad de ser señor[...] Y este misterio me ha confiado la vida misma: "Mira, dijo, yo soy lo que tiene que superarse siempre a sí mismo.

En verdad, vosotros llamáis a esto voluntad de engendrar o instinto de finalidad, de algo alto, más lejano, más vario: pero todo esto es una única cosa y un único misterio[...]"

En verdad, yo os digo: ¡Un bien y un mal que fuesen imperecederos no existen! Por sí mismos deben una y otra vez superarse a sí mismos [...]quien tiene que ser un creador en el bien y en el mal: en verdad ése tiene que ser antes un aniquilador y quebrantador de valores.

Por eso el mal sumo forma parte de la bondad suma: mas ésta es la bondad creadora

Hay muchas cosas que construir todavía! [Nietzsche: Así habló Zaratustra]

Pero no debemos confundir la voluntad de poder con la voluntad de dominio. Quien es realmente poderoso no necesita sojuzgar a otros para afirmarse en su poder, esto es más bien propio de seres débiles. Tampoco necesita ser recocido porque se basta a sí mismo y sabe de su valor. Voluntad de poder NO ES voluntad de dominio

 

3.2.ETERNO RETORNO COMO IDEAL REGULATIVO

Tanto la propuesta moral de inversión de los valores, como la voluntad de poder se relacionan con la idea del Eterno Retorno. Esta idea aparece por primera vez en la Gaya Ciencia con un sentido moral y cosmológico. A nosotros nos interesa el sentido moral y vendría a formularse, en terminología kantiana y no en palabras de Nietzsche, como una especie de imperativo categórico o idea regulativa: actúa siempre en tu vida de tal manera que puedas querer siempre que cada cosa que haces o te ocurre suceda eternamente. Tal propuesta obligaría al hombre a intentar ser feliz y vivir una existencia plena, a aceptar la vida de un modo alegre y vital, ya que de lo contrario, de llevar el hombre una vida oprimida, impersonal, nada creativa, gris, etc, en absoluto podría querer que su existencia se repitiera tal como es eternamente.   

"El peso más agobiante.- ¿Y si, un día o una noche, se introdujese un demonio en tu máxima soledad y te hablase así: "Esta existencia, tal como la arrastras y la has arrastrado hasta este momento, tendrás que recomenzarla de nuevo y recomenzarla sin cesar... Todo lo que en ella hay de indescriptiblemente grande y pequeño, todo recomenzará y retornará en el mismo orden, siguiendo la misma despiadada sucesión...esta araña también volverá, este claro de luna entre los árboles y ese instante, y ¡yo también! El perpetuo reloj de arena de la vida dará sin descanso la vuelta, ¡y tú con él, tú, el polvo más insignificante de todos los polvos"...? ¿No te arrojarías al suelo, relinchando de odio y maldiciendo a ese demonio? A menos que hayas vivido un instante prodigioso con lo que responderías: "¡Eres un dios; en mi vida había oído nunca palabras tan divinas!"

Si esa idea se afianzase en ti, quizá te transformaría o quizá te aniquilaría; sobre todas las cosas te preguntarías: "¿Quieres eso?; ¿lo vuelves a querer?; ¿una vez?, ¿siempre?, ¿hasta el infinito?", ¡y esa pregunta pesaría sobre ti con una gravidez decisiva y terrible! O bien, ¡ah!, ¿cuánto tendrías que amarte a ti mismo y amar la vida para no desear nada más que esa suprema y eterna afirmación? [Nietzsche: Gaya ciencia]

 

3.3. SUPERHOMBRE: NUEVO PUNTO DE PARTIDA

Tanto el eterno retorno como la voluntad de poder van encaminadas a conducir a la humanidad del último hombre decadente y antivital a una nueva humanidad, la del superhombre. Nada tiene que ver con la interpretación racista que hicieron los nazis para justificar el nacionalsocialismo. El superhombre es una propuesta de estilo de vida, una nueva moral basada en la inversión de los valores. El superhombre es la respuesta del nihilismo activo frente al pasivo. El primero, como ya hemos visto, se resume en la negación de toda idea antivital mediante la frase: Dios ha muerto: "Dios ha muerto, hagamos que viva el superhombre". Dios o cualquier otra idea trascendente representan la antinomia de la vida, y la negación del valor humano: 

"El concepto "Dios" inventado como concepto antitético de la vida- en ese concepto, concentrado, en horrorosa unidad, todo lo nocivo, envenenador, difamador, la entera hostilidad a muerte contra la vida"[Nietzsche: Ecce Homo]

La afirmación de la vida tiene como condición de posibilidad la muerte de Dios y de todo lo que ese concepto representa. Se impone, pues, según Nietzsche, la inversión de los valores necrófilos y la afirmación de la vida. 

La transformación supone principalmente la inversión de los valores morales herederos del cristianismo en otro tipo de moral: la moral aristocrática de la que ya hemos hablado y a la cual me remito.

Nietzsche habla del superhombre en oposición a lo que él llama último hombre, cuya moral es servil. Cómo aparecerá el superhombre (el que está por encima del último hombre) es algo que no explica. Quizá hay que entender que lo traerá la asunción del eterno retorno.

En cualquier caso, Nietzsche presenta al superhombre como fruto de tres transformaciones: "Cómo el espíritu se convierte en camello, el camello en león, y el león, por fin, en niño"

El camello arrastra la carga de una moral impuesta, actuando bajo el imperativo ¡tú debes!. El león quiere conquistar su libertad y decidir sobre sus propios valores, actuando bajo el requerimiento: ¡Yo quiero!. Pero aún no es suficiente, el espíritu debe transformarse en niño

Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un salir de sí. Sí, hermanos míos, para el juego del crear se precisa un santo decir sí: el espíritu quiere ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo" [Nietzsche: Así habló Zaratustra]

El superhombre posee, por tanto, la inocencia del niño, ajeno a una moral resentida, está más allá del bien y del mal, y, asumiendo la enseñanza del Eterno Retorno, es creador de valores y vive fiel a la tierra

"¡Yo os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la tierra, y no creáis a quienes os hablan de esperanzas sobrenaturales! Son envenenadores, lo sepan a no..

En otro tiempo, el delito contra Dios era el máximo delito, pero Dios ha muerto y con él han muerto también esos delincuentes: ¡Ahora lo más horrible es delinquir contra la tierra y apreciar las entrañas de lo inescrutable más que el sentido de aquella!

En otro tiempo el alma miraba al cuerpo con desprecio: y ese desprecio era entonces lo más alto: el alma quería el cuerpo flaco, feo, famélico. Así pensaba escabullirse del cuerpo y de la tierra." [Nietzsche: Así habló Zaratustra]

A manera de conclusión, podemos decir que Nietzsche es un pensador antimetafísico, que no se limita a una labor de crítica a la filosofía tradicional, el lenguaje, la moral, sino que también plantea un proyecto acorde con su propia filosofía. Superhombre, Muerte de Dios o nihilismo, transmutación de los valores, voluntad de poder, eterno retorno son los pilares entorno a los que se mueve la filosofía nietzscheana, caracterizada por su vitalismo y su perspectivismo.